Ciberbullying: Acosador y acosado - TicoVisión
Para identificar el acoso se habla de tres elementos diferenciadores: la frecuencia, la continuidad en el tiempo y la concurrencia de uno o varios hechos.
23 de julio de 2012 | TicoVisión | Redacción - | Informática | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento
Por Sergio García Cruz
Desde que en 1948 el matemático estadounidense escribiera el libro Cybernetics: Or Control and Communication in the Animal and the Machine, la palabra cibernética se utilizó para referirse a los ordenadores. Unos años más tarde, el escritor norteamericano de ciencia ficción Willian Gibson convertiría el término cybernetics en el prefijo cyber, sobre el que creó el vocablo cyberspace, que denominaba el espacio virtual creado por las redes informáticas. Desde entonces, sobre cyber se formaron múltiples palabras relacionadas con Internet. Uno de los vocablos que se le unió a este prefijo fue bullying, que significa intimidación. Se formó así el término cyberbullying, que en un principio definía o hacía referencia a todo acoso o intimidación ejercido a través de las formas de comunicación que ofrecían las computadoras. Sin embargo, en la actualidad tenemos tres términos para designar esa realidad: cyberbullying (cuando se produce entre menores), grooming (cuando la víctima es un menor y el acosador un mayor de edad) y ciberacoso (cuando la víctima es un adulto, siendo el instigador indistintamente adulto o menor.
Para identificar el acoso se habla de tres elementos diferenciadores: la frecuencia, la continuidad en el tiempo y la concurrencia de uno o varios hechos. Las grandes víctimas de este fenómeno son los menores de edad. La tremenda relevancia que supone para sus vidas el uso de las comunicaciones tecnológicas, evidentemente, contribuye a ello. El acosador muchas veces se esconde tras un supuesto anonimato, en el que no existen ni miradas, ni caras, ni expresiones, beneficiándose de la impunidad o benevolencia legal.
Para identificar el acoso se habla de tres elementos diferenciadores: la frecuencia, la continuidad en el tiempo y la concurrencia de uno o varios hechos. Las grandes víctimas de este fenómeno son los menores de edad. La tremenda relevancia que supone para sus vidas el uso de las comunicaciones tecnológicas, evidentemente, contribuye a ello. El acosador muchas veces se esconde tras un supuesto anonimato, en el que no existen ni miradas, ni caras, ni expresiones, beneficiándose de la impunidad o benevolencia legal.
Lógicamente, se trata de un fenómeno bastante preocupante, ya que las consecuencias pueden ser nefastas para algunos de los jóvenes. Aunque debo decir que lo que más me llama la atención es que, si hablamos de que un 6% de los jóvenes entre 10 y 16 años han sido víctimas, también hablamos de que un 3% han actuado como acosadores. Por tanto, tenemos un problema doble: debemos actuar para salvaguardar a las víctimas pero también tenemos que actuar sobre el porcentaje que acosa. Además, debemos tener en cuenta que los que fueron víctimas en un momento dado pueden ser agresores en otro. Es importante en los tiempos que corren recuperar el respeto, tanto hacia uno mismo, como hacia los demás.
A veces las amenazas no se producen entre iguales. En algunas ocasiones un menor puede acosar a un mayor de edad: el caso más común suele ser el alumno que anónimamente actúa contra su profesor. Ante este tipo de situaciones tenemos que tener en cuenta ciertas premisas, que son como reglas de oro. Entre ellas estarían: no responder nunca a las provocaciones ya que hacerlo es un estímulo. Tener cuidado con las redes sociales, evitando los intrusos y las difusiones personales de manera generalizada; obviamente, cuanto más se sepa de una persona, más vulnerable es y más variado e intenso es el daño que se le puede causar. Advertir a las personas que dispongan de fotos colectivas que no las difundan de manera airosa. Por último, es conveniente realizar chequeos continuos de nuestro equipo en busca de software malicioso; un lugar donde están disponibles herramientas gratuitas para ello es la web: www.osi.es.
De cualquier manera, si estamos siendo acosados siempre debemos guardar todas las evidencias, dar cuenta de lo que nos está ocurriendo a algún allegado y, si la situación reviste cierta gravedad, denunciar los hechos inmediatamente. Una dirección de correo que puede servirte de ayuda u orientación si eres menor de edad o si tienes un hijo o un alumno que está sufriendo una situación de ciberbullying es: contacto@protegeles.com.
A veces las amenazas no se producen entre iguales. En algunas ocasiones un menor puede acosar a un mayor de edad: el caso más común suele ser el alumno que anónimamente actúa contra su profesor. Ante este tipo de situaciones tenemos que tener en cuenta ciertas premisas, que son como reglas de oro. Entre ellas estarían: no responder nunca a las provocaciones ya que hacerlo es un estímulo. Tener cuidado con las redes sociales, evitando los intrusos y las difusiones personales de manera generalizada; obviamente, cuanto más se sepa de una persona, más vulnerable es y más variado e intenso es el daño que se le puede causar. Advertir a las personas que dispongan de fotos colectivas que no las difundan de manera airosa. Por último, es conveniente realizar chequeos continuos de nuestro equipo en busca de software malicioso; un lugar donde están disponibles herramientas gratuitas para ello es la web: www.osi.es.
De cualquier manera, si estamos siendo acosados siempre debemos guardar todas las evidencias, dar cuenta de lo que nos está ocurriendo a algún allegado y, si la situación reviste cierta gravedad, denunciar los hechos inmediatamente. Una dirección de correo que puede servirte de ayuda u orientación si eres menor de edad o si tienes un hijo o un alumno que está sufriendo una situación de ciberbullying es: contacto@protegeles.com.
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