Palestina: la resistencia hecha música - TicoVisión
Escrito en 11/08/12 a 11:40:40 GMT-06:00 Por Administrador
Noticias Medio Oriente
Las expresiones artísticas de un pueblo conforman una precisa vara para medir el sentir popular.

Palestina: la resistencia hecha música - TicoVisión


11 de agosto de 2012 | TicoVisión | Redacción - | Medio Oriente / Palestina | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento



Palestina:
la resistencia hecha música



No vive su juventud. Crece entre cadenas. Pero, por encima de todo, el arte palestino nos muestra a un pueblo desplazado que sueña con volver a su casa: no en vano, siete de los 11 millones de palestinos que viven en todo el mundo son refugiados. Su legítimo derecho al retorno a la tierra de donde fueron expulsados por circunstancias ajenas a su voluntad fue flagrantemente violado desde que salieron y muchos de ellos viven, a día de hoy junto con sus descendientes en condiciones infrahumanas.

La música también se convirtió, desde el principio de la historia de la resistencia palestina, en un reflejo del sentir nacional: las letras, las melodías y las composiciones alcanzaron niveles de creatividad sorprendentes, fruto de la enorme inspiración que suponía la lucha por la liberación nacional. Es el momento de la depuración de varios estilos musicales que pasarían a convertirse en auténticas referencias de la música árabe. A modo de ejemplo, podemos observar la estrofa principal de la dal’ona, probablemente la más conocida de las dabke palestinas (el precioso baile del pueblo), que contiene la siguiente frase: “Nuestros seres amados se fueron sin despedirse de nosotros”, en clara alusión a la abrupta forma en que tantos palestinos tuvieron que huir durante la ocupación militar israelí de sus tierras, para no volver nunca más, hecho que desmembró familias enteras, que a día de hoy siguen viviendo separadas. Así, la música se convierte en una vía de exposición del mayor drama palestino: el de los refugiados.


Por Mª José Comendeiro

Niños palestinos asisten a una clase de chelo en la "Escuela de música de Gaza", localizada en el Centro Qattan para la Infancia de la Media Luna Roja palestina. (EFE)
Fruto de dicha emigración forzada lejos del hogar, y tras comprobar la práctica imposibilidad de ejercer su legítimo derecho al retorno a su tierra, la música palestina se convirtió en un canto a la resistencia, en una oda a la permanencia en la tierra, que pasa a convertirse en la amada de las canciones, aquella a la que se le jura fidelidad y por la que se está dispuesto a sacrificar la vida. Asimismo, la música se convierte en la voz de la conciencia para aquellos que, cansados de vivir bajo el yugo del ocupante, piensan en alejarse de su tierra. Es el caso de la canción Ya zareef al tul, que nos dice: “¡Oh tú, joven grácil y bello, detente, escúchame!: ¿Por qué te vas lejos, siendo tu tierra mucho mejor? Temo que allá donde vayas, te establezcas, conozcas a otra gente, y te olvides de mi”.

Otro caso digno de mención es el de las ‘ataba. Este término, que significa “lamento”, describe un estilo musical cuya temática suele versar en torno al dolor por lo sufrido y la nostalgia por lo que se fue. Son

canciones que suelen comenzar con la musicalización del fonema “off” y, una vez que el cantante cierra esa pequeña estrofa, el público responde al unísono con un “¡¡off!!” conjunto. A partir de ahí, y en forma de mawwal (canto libre sobre una línea de bajo constante), el artista comienza con la explicación musical de su particular lamento.

No todo es, sin embargo, lamento y canto a la nostalgia. La música palestina ha dado lugar a un patrimonio de canciones de boda que es orgullo de todo el mundo árabe: la zaffa se caracteriza por un ritmo de darabukah (principal instrumento de percusión árabe) perfectamente identificable, como si de un palo flamenco o de un son cubano se tratara, y que da a entender, desde antes de la entrada del resto de instrumentos en la canción, que allí alguien se va a casar. Son canciones que ensalzan innumerables virtudes del novio y de la novia: él es el más bello de los jóvenes, ella es una estrella caída del cielo, él camina perfectamente erguido, ella es toda bondad, etc. Además, y también en las bodas, las mujeres toman un protagonismo muy especial con sus simpáticos y entrañables awiha: se trata de divertidas improvisaciones que ensalzan a los contrayentes y sus familiares para desearles lo mejor para el futuro y que acaban con los famosos zagharit árabes, esos gritos agudo combinados con un balanceo de la lengua de derecha a izquierda, muy característicos de Medio Oriente.

Pero sería injusto hablar de música palestina sin mencionar al artista entre los artistas palestinos, el magnífico poeta Mahmoud Darwish (1941- 2008). No en vano, sus versos han sido frecuentes aliados de los grandes músicos palestinos y árabes desde la década de los 60 y hasta la actualidad. Su tumba, situada en Ramallah, se ha convertido en un lugar de peregrinación para multitud de personas. Sobre ella yace uno de los más bellos versos jamás escritos por él: “En esta tierra, hay aquello por lo que vale la pena vivir. Esta tierra es la madre de todos los inicios, y la de todos los finales. A esta tierra se la llamaba Palestina. Y a esta tierra, se la sigue llamando… Palestina”.

Ya en el siglo XXI, podemos observar cómo los músicos palestinos se adaptan a los nuevos tiempos. Mención especial merece el acercamiento masivo que han tenido muchos creadores palestinos al rap. Este estilo, en su origen un canto de protesta de la población negra norteamericana por la discriminación racial a la que se veía sometida, encontró un poso para regenerar el discurso reivindicativo en la causa palestina y vio nacer a grandes artistas que son hoy renombrados intérpretes mundialmente reconocidos.




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