La Noche Oscura para Benedicto - TicoVisión
Escrito en 27/02/13 a 15:57:56 GMT-06:00 Por Administrador
Ivan García Marenco
¿le será posible a Benedicto asegurar en la elección del nuevo Papa que sea el Espíritu el que elija y no la banda mafiosa de la Curia Romana?

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27 de febrero de 2013 | TicoVisión | Redacción - | Opinión | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento



La Noche Oscura para Benedicto



Por Iván García Marenco

27 de febrero de 2013.-   El Papa Benedicto parece estar convencido de que la Iglesia Católica se encuentra en una crisis muy difícil de resolver, que él no ha podido resolverla hasta ahora, que él ya no es capaz de resolver y, también parece, él espera que el próximo Papa sea capaz de cumplir el cometido (o iniciarlo).

También dice Benedicto que la Iglesia Católica de hoy no está siguiendo las decisiones del Concilio Vaticano II, y parece indicar que ese Concilio sí dio las pautas para evitar la agudización de la crisis que ya sentía Juan XXIII (y que convocó al Concilio para pararla y resolverla, convencido de que los esfuerzos heroicos de Paulo VI no habían sido suficientemente eficaces, y que se necesitaba un Concilio, la participación de todos los obispos de la Iglesia, no sólo del de Roma, para encontrar la solución y para tomar una decisión verdaderamente eclesial y no de caudillo), de forma que si esas pautas se hubieran obedecido, la Iglesia Católica hubiera podido evitar la crisis. De hecho, el sucesor inmediato de Juan XXIII, el Papa Juan Pablo I, sí parecía decidido a seguir adelante con las disposiciones del Concilio, pero la vida, o la muerte, se atravesaron en su camino (¿fue realmente asesinado?). Y con Juan Pablo II las cosas retrocedieron a cuatro  siglos atrás, como lo dijo el Cardenal Martini antes de morir, y por eso la crisis se consolidó.

Parece que el Papa Ratzinger al iniciar su pontificado creía honradamente que el camino de la Iglesia era el que Juan Pablo II había fijado. Pero recientemente, las dudas lo han invadido.

Parece haber empezado a sentir que las insistencias exclusivistas en la moral "tradicional", en resguardar el "depósito" de la fe, en no cuestionarse prácticas "santificadas" por la práctica de la Iglesia desde hace muchos siglos (el celibato obligatorio sacerdotal, la ordenación sacerdotal de las mujeres) o en evadir la decisión sobre adaptarse a nuevas verdades científicas recientemente establecidas (la existencia normal del homosexualismo, del transgénero) no eran por obediencia a dogmas revelados por la palabra de Cristo sino por temor al riesgo y a lo desacostumbrado, o para sostener intereses pecuniarios o de poder dentro de sectores que han llegado a controlar desmedidamente las riquezas y el poder político del vaticano. Este último aspecto parece haber estado clarísimo para Juan Pablo I, que comenzó a luchar por obtener un cambio radical en el manejo de las riquezas y las operaciones bancarias del Vaticano, y muchos dicen que eso le costó la vida. Pero Juan Pablo II no le dio importancia a esas inquietudes, y no hizo nada por cambiar ese status quo. Es posible que Ratzinger haya llegado últimamente a la misma conclusión a la que llegó Juan Pablo I. Y es muy probable que la vida, la realidad, los gravísimos escándalos de la pederastia, --en los que no pudo evitar involucrarse--, lo ha obligado a abrir los ojos. Pero siente que para él es demasiado tarde.

Adicionalmente, como digamos la puntilla que lo hirió, fue la evidencia de las fallas morales de tantos eclesiásticos de la Curia Romana y de otros puntos eminentes del poder eclesial dependiente del Vaticano (la traición, el encubrimiento, la mentira, la hipocresía). Benedicto habrá podido comprobar que las curias eclesiásticas de la Iglesia Católica  no son muy diferentes que los saduceos y fariseos que Cristo tuvo que confrontar, y que con ellos no se puede renovar a la Iglesia.

¿Se habrá dado cuenta Benedicto que las reservas morales de la Iglesia Católica están más bien en las filas de los disidentes? Ellos son los que apoyaron la idea genial de Juan XXIII y colaboraron para que el Concilio fuera lo que fue. Son los que quieren que la Iglesia sea fiel a Cristo y no a las costumbres ni a las ceremonias ni a las conveniencias polí­ticas del Vaticano.

Aún si se diera cuenta Benedicto, ¿le será posible asegurar en la elección del nuevo Papa que sea el Espíritu el que elija y no la banda mafiosa de la Curia Romana?

Tal vez surja un Papa inesperado, otro Juan Pablo I que evite ser asesinado.

Yo ruego por esa Iglesia, por este y por el nuevo Papa, por los católicos decepcionados por décadas de oscurantismo y afectados por falta de Fe en su Iglesia.

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