Las Políticas de la Globalización: Ideología y Crítica - TicoVisión
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Opinión-Análisis
El propósto del neoliberalismo de ajustar el consumo de la clase trabajadora al crecimiento de la productividad, nunca fue exitoso a pesar de los penosos resultados de su intento.

Las Políticas de la Globalización: Ideología y Crítica - TicoVisión


02 de mayo de 2013 | TicoVisión | Redacción - RCCI| Análisis | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento



Las Políticas de la Globalización: Ideología y Crítica



Por Werner Bonefeld

2 de mayo de 2013.-   Introducción

"La Globalización" ha sido establecida como uno de los conceptos que organizan la discusión económico política contemporánea. El término apunta hacia la idea de que una sociedad cohesiva y aislada y una economía doméstica ya no se sostienen y que somos testigos de la creación de una economía y de una sociedad verdaderamente globales y de la dependencia de la vida cotidiana de fuerzas globales. Y entonces, se hace la aseveración de que la 'globalización' se ha constituído en una transformación cualitativa del capitalismo y que se ha desarrollado una nueva relación de interdependencia más allá de los estados nacionales. El punto de vista de Marx sobre un mercado mundial, y su noción de que la necesidad de un mercado en constante expansión para sus productos persigue a la burguesía sobre toda la superficie del globo, parece enfatizarse en esta "teoría" de la globalización. Y sin embargo no es así. Ya que para los globalizacionistas, no hay tal cosa como la burguesía; más bien el "capitalismo" es visto

como una suerte de sistema económico dotado de mecanismos funcionales que están más allá y por encima del individuo social, dejando a un lado tanto a la burguesía como a la clase obrera. Ambas clases parecieran estar sujetas a los riesgos que parece presentarles la globalización. (Beck,1992)

Los elementos definitorios de la 'globalización' pueden resumirse de la siguiente manera:

1) El significado y la creciente importancia de la estructura financiera y de la creación global de crédito, lleva al dominio de las finanzas sobre la producción: Harvey (1989) ha sostenido que el capital financiero ha llegado a ser una fuerza independiente en el mundo, y Strange (1988;1991) ha enfatizado el creciente poder estructural ejercido por la superestructura financiera;

2) La importancia en aumento de la 'estructura del saber' (Strange 1988, Giddens 1990): se dice que el conocimiento ha llegado a sedr un importante factor de la producción.

3) El aumento en la rapidez de la redundancia de ciertas tecnologías y el crecimiento en la transnacionalización de la tecnología: aquí el énfasis se coloca en las industrias basadas en el conocimiento, la creciente dependencia de la innovación tecnológica, y el riesgo creciente de la obsolescencia tecnológica (Giddens 1991);

4) El ascenso de los oligopolios globales en la forma de corporaciones multinacionales: Se dice que las corporaciones no tienen más alternativa que transformarse en corporaciones globales y transnacionales, junto con --y esto es importante-- los bancos transnacionales, que se han transformado en los poderes más influyentes, mucho más influyentes que los estados nacionales y sus economías nacionales (Strange 1991);

5) La globalización de la producción, del conocimiento y de las finanzas. Este desarrollo habría conducido a que, por un lado, se produjera la retirada del estado nacional como poder de regulación (Strange,1996), y por otro, se da lugar a la globalización del poder político en la forma de una estructura de autoridad plural asociada con las Naciones Unidas, el G7 (ahora G8). La erosión del estado nacional se ve como conduciendo a ) una mayor incertidumbre regulatoria institucional global, y b) socavando los sistemas democráticos nacionales de control y de regulación. Se ve al estado nacional transformándose en un 'estado de competencia'. (Cerny,1990)

La llamada nueva libertad del capital, forma de control regulador nacional y de responsabilidad democrática se dice que incrementan la destrucción ecológica, la fragmentación social y la pobreza. Para Hirsch (1995), la globalización se basa en una sociedad de clases sin clases. Globalización viene a significar entonces que los obreros están virtualmente inermes para resistir los dictados económicos (Anderson,1992,p.366). En resumen, la globalización es vista como la realización del sueño imposible del capital: la acumulación sin protestas. La teoría de la globalización, entonces, describe la "la actividad del trabajo intencional" (cf.Marx) nada más que como un factor de la producción.

Resumiendo, desde fines de los 1980s, el mundo burgués orgullosamente se presenta a si mismo como el fin de la historia. El espectro del comunismo ha sido reemplazado por el espectro de la democracia liberal. Sin embargo, mientras realiza esta proclama, el mundo burgués también está diciendo que la democracia ya no existe. Se alega que la capacidad de la democracia liberal para regular la economía ha sido minada por la globalización.

Nos encontramos pues ante la paradoja burguesa de la democracia como fin de la historia y de la democracia como una concha vacía. Ya la Democracia, como gobierno de las mayorías no puede ser, pues la la globalización ha minado una política que reconocía las demandas y aspiraciones de la mayoría, esto es de la clase obrera. Estos puntos de vista sobre la naturaleza limitada de la democracia liberal son, por supuesto tan viejos como la misma democracia liberal. La Globalización, en este sentido, solamente provee una nueva justificación y legitimación para la exclusión de la clase obrera como la mayoría democrática frente a la oligarquía democrática que presenta la democracia liberal.

Hasta aquí henos resumido los principales mandamientos de la ortodoxia de la globalización (1). Las siguientes dos secciones proveen un comentario crítico sobre la 'globalización'. ¿Dónde comienza, donde termina lo global ? El argumento hará referencia al Manifiesto Comunista de Marx, cuyo 150 aniversario estamos celebrando en 1998.

¿Qué es Globalización?

A lo largo de la última década ha habido un aumento en el tráfico de mujeres y de niños, esto es, de prostitución y esclavitud. Han surgido nuevos mercados especializados en órganos humanos e infantes, reduciendo a los propietarios de la fuerza de trabajo no sólo a ser un recurso explotable, sino también un recurso a ser operado y vendido, como los infantes que se producen para la exportación /véase Federici,1977). Hay quienes han sugerido que estamos presenciando la reemergencia de lads condiciones de la acumulación primitiva.(2) Sin detenernos a apreciar si el concepto de 'acumulación primitiva' es apropiado, estos trabajos muestran claramente que la percepción de Marx de acuerdo a la cual ¿una gran extensión del capital que hoy aparece en los EEUU sin un certificado de nacimiento, estaba ayer en Inglaterra, la sangre capitalizada de los niños' (Marx,1983,p.707 ), todavía es un juicio pertinente frente a las condiciones contemporáneas.

Volviendo al resumen de la ortodoxia de la globalización, este sufrimiento humano no es de ninguna manera reconocido por la teoría de la 'globalización'. Ya que para sus proponentes la globalización ha 'resuelto' de algún modo las crisis de la acumulación capitalista, ha dejado atrás 'las relaciones sociales entre la gente' y ,por ende, disuelto la resistencia a la explotación capitalista. Todo lo que podemos es rehacernos de la pérdida de los valores democrático-liberales transnacionalizando el gobierno democrático. Se sugiere que sólo de esta manera se asegurarán los derechos de los ciudadanos del mundo. Sin embargo, el llamado factor humano de la producción ya no es un ciudadano, y a su vez el ciudadano no es nada más que un factor de la producción en tanto mercadería asalariada. Como arguye Elson (1991,pp.29-30) en su trabajo sobre la reestructuración de los llamados países subdesarrollados: "los oprimidos y los grupos privados de ventajas encuentran que el cambio crea condiciones para nuevas formas de lucha.

Tratar de resistir la ola del cambio, muy rara vez funciona. Una aproximación más creativa que trata de influir los términos de la reestructuración , pudiera tener más éxito. (Sin embargo), la gente más pobre, en los márgenes mismos de la sobrevivencia, será incapaz de hacer otra cosa que adaptarse desesperadamente a las condiciones adversas a través de estrategias en existencia, y aún asi fracasarán... Pero para los que sean capaces de sobrevivir habrá posibilidades para estrategias que vayan más allá de la sobrevivencia hacia la transformación de las relaciones sociales existentes de opresión y de desventaja.". Desde el punto de vista de Elson ( p.41'42 ) la sobrevivencia de los más aptos provee la estructura de oportunidades para la creación de "la verdadera" relación de ciudadanos entre hombres y mujeres. Como sugiere Elson ( p.41-42 ), para mitigar los efectos del ajuste estructural sobre las condiciones de la mujer, los privilegios del hombre deben ser reducidos, por ejemplo, mediante la introducción de nuevos impuestos al cigarrillo y al alcohol. Ya que para ella este tipo de consumos drena recursos que podrían estar a disposición de las mujeres. Por último, para Elson algo se podría hacer contra el poder de la globalización: ¡dejar de fumar! En pocas palabras, la ortodoxia de la globalización proclama que el desarrollo capitalista ha llegado a ser demasiado poderoso para ser resistido: todo lo que se puede hacer es acomodarse a los dictados económicos y salvaguardar los derechos de los ciudadanos a través de la reorganización transnacionalizante de los valores liberales democráticos.

¿Qué ha de entenderse por la noción de democracia liberal y de su estado? Los liberales, desde Adam Smith, han sostenido que el estado es indispensable para la provisión de la exacta administración de justicia para resolver los choques de intereses, la protección de la propiedad, la defensa militar de su territorio, para la provisión de servicios públicos que son esenciales y que no pueden ser provistos por el mercado, y para facilitar las relaciones de igualdad y de libertad, incluyendo el "impulso" de la competencia, y como consecuencia las condiciones para la llamada autoregulación del mercado (3).

¿La globalización ha debilitado estas 'nociones' liberales sobre el papel adecuado del estado? ¿Con la globalización, se ha puesto fin al estado? Los comentaristas ofrecen la noción del estado de competencia como una definición adecuada del estado bajo las condiciones de la globalización. ¿Acerca de qué compiten los estados? ¿Compiten para extender, salvaguardar y explotar sus ventajas comparativas, como lo concebía Ricardo? O es el estado de competencia algo como esto: El estado no trata ni tratará de proteger los empleos interfiriendo con inversiones ya que ' si a un capital no se le permite obtener la mayor parte del ingreso que le pueda permitir el uso de la maquinaria, abandonará el lugar y se irá al extranjero' produciendo serias desventajas en la demanda de trabajo (Ricardo (1921),1995,p.39). Existe entonces una inmensa paradoja: para los globalizacionistas, la democracia liberal ha sido minada justo al mismo tiempo en que 'el estado nacional' se transformaba en un estado liberal!

Con Marx, podemos sostener que 'los misterios teóricos...encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esta práctica' ( Marx,1975, p.5 )Sin embargo, para la ortodoxia de la globalización, tal punto de vista es profundamente problemático, sino anacronístico ( Hirsch,1995 ), ya que les otorga dignidad a quienes, para los globalizacionistas, no son otra cosa que factores de la producción. La noción de 'globalización' no sólo asume que 'el capital' ha perdido su piel doméstica al globalizar su existencia, sino también que 'el capital' 'en sí mismo' se ha globalizado, y está ahora más basado en la destreza científica: ha descubierto la acumulación menetaria disociada y más allá de la acumulación productiva, y se ha expandido hacuia un mundo sin fronteras . En breve, los globalizacionistas nos dicen que el capital de un modo repentino, desde los 80s ha descubierto el mercado mundial! ¿Dónde estaba antes el capital? ¿Qué quiere decir eso de que 'el capital' se ha 'desnacionalizado' a sí mismo? ¿En el pasado el capital se constituyó nacionalmente, fue un capital nacional?

La ortodoxia de la Globalización plantea la relación del capital como una relación del capital consigo mismo y no como una relación social de producción. En otras palabras, la conceptualización del desarrollo capitalista es fundada en la relación competitiva entre capital y capital - esto es, en un autorelación. La constitución social no puede ser determina: la respuesta a la pregunta qué es capital ya se da por supuesta: el capital es capital y vice versa. Como a demostrado Gunn (1991), este refinamiento conduce un infinito regreso a meta - teorías, que buscan descubrir el significado práctico de principios invisibles. La interrogación interna de la economía política (y de aquellos que tratan de proveer una imagen de la nueva cara del capitalismo) por descubrir el significado práctico de los principios invisibles (y también inevitables), termina siendo un ejercicio irracional ya que lo que se necesita comprender es presupuesto desde la partida como algo más allá de la razón.

El intento de encontrar ' la verdad' en lo 'invisible' ha sido siempre la característica de la teoría tradicional, esto es, de la teoría que se resiste a comprender nuestro mundo social como un mundo hecho por humanos y dependiente del poder trasformador humano. En pocas palabras, las aproximaciones analíticas a la globalización' fracasan en conceptualizar la relación fundamental entre el trabajo y el capital. Esta relación permanece no teorizada y es reemplazada por una comprensión tautológica del capital como autorelación. En esta perspectiva se ve el trabajo sólo en términos de la relación salarial, esto es como una mercaderia laborante (sobre esto: Bonefeld ,1995 a). Se sigue de esto que el trabajo como substancia del valor, es excluido teóricamente y la lucha de clases es traducida en términos de una clase obrera domesticada que es controlada por el capital mediante la amenaza de trasladar la producción a áreas más favorables para la explotación.

La noción de que el capital es una cosa y no una relación social, por supuesto que pertenece,y mucho, a la tradición de la economía política. La economía politica se caracteriza primero y antes que nada, por su confianza en el poder efectivo, eficiente y justo de una mano todo poderosa. Sin embargo, confunde ver que la ortodoxia de la globalización pareciera haber olvidado su propia herencia teórica. Al menos Adam Smith intentó proporcionar una comprensión científica del mundo burgués a través de su teoría del valor. Para los globalizacionistas el mundo se acepta como dado, como una cosa en sí. En breve, aceptan lo invisible y tratan de hacerlo responsable de los mecanismos reguladores institucionales.

Para los proponentes de la democracia transnacional, la libertad de mercado neoliberal, es incapaz de generar aceptación, y recomiendan la 'democratización' en un nivel transnacional como un remedio para asegurar un capitalismo social de mercado a escala global. Entonces, el debate sobre la democracia transnacional va más allá del liberalismo vulgar asociado con Hayek, ya que ésta busca un acomodo donde quiera que las relacionas globales de libertad se encuentren institucionalmente establecidas. En otras palabras se busca salvaguardar la libertad del mercado a través de reformas institucionales, y así garantizar el liberalismo económico mediante acomodos en el orden liberal ¿ pero no será un buen contraargumento sostener que las propuestas a favor de una democracia transnacional miran a garantizar los derechos de ciudadanía a nivel global, de modo que el potencial liberador del trabajo sea deseado sobre la base de la igualdad, la libertad, y Bentham? En suma, a los proponentes de la globalización, en su totalidad, no les gusta lo que el 'capital' está haciendo cuando aparentemente es dejado sin atención por las instituciones reguladoras de corte liberal-democrático. De modo que aunque no les 'guste' la dura 'mano invisible', se ven obligados a aceptarla, ya que la aceptación del 'mercado' supone que la astucia de la razón tiene también su propio proyecto invisible.

Estado y Sociedad

El concepto de 'estado' y de 'sociedad se entienden corrrientemente en un sentido 'doméstico. Al 'estado' se le percibe en términos de soberanía nacional --una soberanía que es ejercida sobre un territorio determinado y en relación con un pueblo o pueblos.

La relación entre 'estado y sociedad' se percibe como una de administración del espacio político, incluyendo principalmente a la gente que vive en este espacio. Esta comprensión de la relación entre estado y sociedad es 'doméstica' en la medida en que la investigación sobre la constitución del 'estado' está fundada en la comprensión de la relación entre una sociedad dada y su estado. Como consecuencia el estudio de la interrelación entre los estados se concibe en términos de la noción ricardiana de ventajas comparativas. Los 'globalizacionistas' enfatizan esto al argumentar que el estado nacional se ha transformado en un estado de competencia, pero dejan de lado el argumento cuando arguyen que el estado nacional está en retirada. Ninguno de estos puntos de vista ofrece una comprensión de la constitución política de las relaciones capitalistas de clase. Ambas se basan en la noción burguesa de una sociedad nacional, de un capital nacional y de un estado nacional. ¿Es que la globalización significa solamente que el capital ha dejado atrás su sociedad nacional, que el capital se ha desnacionalizado a sí mismo? ¿Qué es una sociedad nacional?

La noción de que la 'sociedad' connota una entidad nacional pareciera a primera vista fuera de discusión. Estamos acostumbrados a hablar de la sociedad británica, etc. Pero entonces, ¿qué es un sociedad? En la economía política clásica, la sociedad se entendía en términos de su constitución económica. Sobre esto, está ese juicio clásico provisto por William Robertson (1890,p.104) que sostenía que 'en toda investigación que tenga que ver con la operación de los hombres unidos en sociedad, el primer objeto a atender debía ser su modo de subsistencia'. Las relaciones de subsistencia, de producción y de reproducción social, se unifican en el capital. ¿Significa esto que la sociedad es igual al capital? ¿Es el capital la sociedad? Ya sabemos de los intentos de la economía política de definir el 'capital'. Corrientemente éste es visto como una 'cosa' con cualidades invisibles pero punzantes, que proporcionan estructura y dinámica a la 'sociedad'. Aquí, la sociedad y el capital son vistos como interrelacionados pero sin embargo diferentes, y la relación entre ellos permanece obscura hasta en tanto algo 'invisible' determina la constitución y la dinámica de las relaciones sociales.

La crítica de la economía política de Marx provee una solución negativa. Su concepción de las relaciones sociales supera la dicotomía entre sociedad y capital al argumentar que el 'capital' no es una cosa sino una relación de producción definida y contradictoria. No hay necesidad de repasar aquí su crítica al fetichismo y su teoría de la explotación. Para nuestros propósitos, la comprensión de la sociedad como una sociedad capitalista, como una sociedad de antagonismos de clase que subsiste a través de la explotación y que es constituída a través del proceso de la lucha de clases, es suficiente porque alza dos cuestiones interconectadas:

1) la crítica al carácter doméstico del capital y con eso, al antagonismo entre el trabajo y el capital definidos domesticamente;

2) la crítica al estado como una soberanía nacional e imparcial del espacio político.

La relación del capital es, de una manera substantiva, una relación global. En verdad, Marx argumentó que el mercado mundial constituye la presuposición de la reproducción social capitalista, 'y que al mismo tiempo es su substrato' (Marx,1973,p.228). La relación entre el estado y la sociedad no es una relación entre el estado nacional y la sociedad nacional. Más bien, el estado subsiste como la forma política de las relaciones sociales de producción sólo en relación con el mercado mundial. As, como lo señalara von Braunmuhl (1976,p.276, my translation), 'cada economía nacional sólo se puede conceptualizar adecuadamente como internacional específica y, al mismo tiempo, como parte integral del mercado mundial. Sólo de esta manera se puede ver al estado nacional.' La relación del estado nacional con la 'sociedad' es fundamentalmente una relación entre el estado nacional y la existencia global de las relaciones sociales de producción, esto es, de los antagonismos de clase entre el capital y el trabajo. Es esta dimensión global 'en que la producción se plantea como una totalidad en conjunto con todos sus momentos, pero en la cual, al mismo tiempo, todas las contradicciones entran en juego' ( Marx,1973,p.227 ).

En suma, los proponentes de la globalización no tienen un concepto de 'capital'. Por otro lado, no les 'gusta' lo que el 'capital' está haciendo cuando aparentemente queda desguarnecido de las instituciones reguladoras de tipo liberal-democrático. De allí, su llamado a favor de la transnacionalización de la democracia liberal. En pocas palabras, la teoría de la globalización conduce a un proyecto político que celebra esponsales con el espectro del capitalismo. Sin embargo, mientras los globalizacionistas se despiden de la clase obrera, la burguesía permanece fiel a sus principios. La misma circunstancia de que las relaciones sociales burguesas se construyen a partir de relaciones entre propietarios nunca ha sido olvidada por la burguesía. Se amarran fanáticamente en hacer que 'su' riqueza se expanda, y nunca han dejado de hacer que el obrero trabaje por el trabajo mismo, y eso significa el tratamiento de la humanidad como un recurso que es sacrificado sobre las pirámides de la acumulación. La burguesía sabe qué son las divisiones de clase y qué entraña la lucha de clases. Marx entendió bien el papel y la función de la burguesía, y no se sorprendería con que ella, fiel e implacablemente continúe cumpliendo su función y rol con estricto vigor y con una postura de respetabilidad que no carece de cierto encanto. ¿Qué tendría que decirle Marx a los globalizacionistas en una edición de 1998 del Manifiesto Comunista?

Los estudios contemporáneos de una política económica bondadosamente afirman que el mundo capitalista repentinamente se ha globalizado, ha dejado atrás al estado nacional, se ha convertido en un orden cosmopolita que no puede resistirse. ¿ Marx señalaría simplemente que el Manifiesto Comunista, escrito en 1848, enfatizaba ya el carácter global de las relaciones capitalistas de explotación? ¿Recomendaría solamente que se tomara en cuenta al Manifiesto cada vez que se afirmara el carácter cosmopolita de la burguesía? O volvería las espaldas frustrado murmurándose que, desde su tiempo, el ejecutivo del estado moderno no había sido otra cosa que un comité ejecutivo que conducía los asuntos de la burguesía en su conjunto? Es posible que lo hiciera. Sin embargo, apoyar estos puntos de vista de hace 150 años no puede hacerse sin algunas precisiones. La historia no permanece igual ni se repite. ¿No demandaría entonces que los desarrollos contemporáneos de la 'globalización' fueran conceptualizados, no sólo en los términos de las leyes objetivas del desarrollo capitalista sino, más bien, que estas leyes objetivas requerirían una consistente conceptualización en términos de la lucha de clases? ¿Demandaría entonces que la acumulación contemporánea del capital no fuera estudiada en abstracción de las clases, sino por el contrario, que (que este estudio) sólo podía ser conducido sobre la base de un análisis de clase? En suma, ¿no demandaría que el propósito de la crítica de la economía política sea el descubrimiento de las relaciones reales y vivas entre los humanos, y que este descubrimiento sea un análisis de la historia? ¿Y cuál sería la réplica de los proponentes de la globalización? ¿Arguirían, como lo hacen, que los desarrollos de estos días se conducen a partir de demandas tecnológicas, y requerimientos que son prácticamente independientes y abstraídos de las relaciones humanas? ¿Qué diría Marx de eso? ¿Invitaría a los oyentes a leer los textos clásicos de economía política, incluyendo su propia crítica a la economía? O se volvería furioso y gritaría ' estáis mistificados por la autopresentación del mundo que no sabe nada de sí'? Pensar científicamente no es repetir la religión cotidiana de un pervertido, un mundo fetichizado. Más bien significa demistificación: Ni 'naciones' ni 'historia' ni 'capital' han hecho la guerra. ¡La Historia no hace nada, carece de vastas riquezas, no libra batallas! Es el Hombre, esto es, el Hombre real y viviente el que hace todo eso, el que posee y lucha; no es la historia la que usa al Hombre como un medio para alcanzar sus fines, como si fuera una persona aparte. La Historia no es nada más que el Hombre persiguiendo sus fines' (Matx/Engels,1980,p.98; mi traducción).

En conclusión, ciertamente ha habido cambios mayores en las relaciones entre el estado nacional y el mercado mundial desde comienzos de los 1970s. Sin embargo,¿ qué constituye este cambio? ¿Este cambio solamente ha consistido en una retirada del estado nacional como agente de regulación económica a favor de una sociedad nacional? ¿Qué es una sociedad nacional? ¿Es una entidad volkisch? ¿Ya no hay clases allí? ¿Qué quiere decirse con eso de que el estado nacional está en retirada? ¿Retirada de qué? ¿De la seguridad social? ¿Del pleno empleo? ¿O es que el estado nacional se retira de proveer el marco legal que el liberalismo económico ve como indispensable para las relaciones de mercado libres?

El debate sobre la globalización tiene dos características distintivas. Por un lado no hay duda de que la 'globalización 'es usada como un instrumento ideológico para legitimar el ataque a la clase obrera, para hacer a los trabajadores aceptar salarios más bajos y condiciones de vida en deterioro. Por otra parte, sin embargo, la globalización sugiere, con razón, que estamos siendo testigos de la reconstitución de una sociedad de mercado mundial que, usando las palabras de Marx, se caracteriza por la subsunción de todos los aspectos sociales de la vida humana a los 'requerimientos' de la acumulación capitalista.

Es fundamentalmente en este proceso de subsunción real en donde reposa la cuestión de las relaciones entre lo político y lo económico. Con vistas a este problema, pareciera que la globalización ha inflado la capacidad regulativa de lo que se veía convencionalmente como el estado keynesiano. Este estado se caracterizaba por su habilidad para acomodar la participación democrática de masas con los requerimientos de la acumulación capitalista.Sin embargo, la era keynesiana no presentó una tercera vía entre el liberalismo y el socialismo. El llamado estado keynesiano se orientó fundamentalmente en intentar rescatar el liberalismo de mercado que reconciliaba las demandas democráticas de las masas con la acumulación progresiva del capital (Holloway,1995b).

El fallecimiento del keynesianismo, entonces, no significa que la 'democracia' , entendida como la autodeterminación de la multitud, del pueblo, haya perdido la partida. Cuando la democracia liberal fue forzada a conceder la extención del derecho a voto --una victoria después de una larga y dura batalla, la democracia liberal retuvo su carácter burgués con la separación de 'la democracia de masas' del 'gobierno' democrático de masas, haciendo inefectiva la influencia democrática de masas sobre el comité ejecutivo 'político'.(Agnoli,1967/1990;Kirchheimer,1964).

Entonces, la crisis del estado nacional frente a la globalización no es una crisis de la democracia de masas, comprendida en sentido propio como la construcción de la decisión por la mayoría, la clase trabajadora. Durante el llamado keynesianismo, la movilización democrática de masas fue considerada como una amenaza al gobierno democrático. Más aún, la crisis es uno de los argumentos de la "legitimación democrática", pues en ella la violencia (la coerción) es balanceada mediante la creación de consenso. Las políticas neoliberales de 'libertad de mercado' fracasan en generar el tipo de consenso que requiere el buen funcionamiento de las reglas de la propiedad privada, sea domesticamente o a escala global. La acumulación capitalista, domésticamente o globalmente, depende de la obediencia pacífica y bien ordenada de la clase trabajadora en el marco legal-normativo constituído nacionalmente del mercado de trabajo. Tal obediencia no se construye a un bajo costo: el keynesianismo lo alzó a principio de la política de clase, por ejemplo en la obligación de establecer el pago de desempleo y en el reconocimiento de los sindicatos como organizaciones legítimas. Entonces, la crisis del estado nacional no ha sido causada por la globalización, sino que en los hechos, es una crisis de integración política y económica de la clase obrera a este "mundo feliz" de creciente productividad a cambio de más bajos salarios y condiciones de vida en deterioro constante. La siguiente sección se enfoca en tratar estos problemas examinando la crisis de la acumulación capitalista desde principios de 1970.

El Nuevo Orden Mundial

El término Nuevo Orden Mundial ha llegado a ser una frase seductora empleada para describir los desarrollos post 1989. Se refiere a una nueva aunque indefinida recomposición del espacio político desde el final de la Guerra Fría. En los marcos de este artículo, el nuevo orden mundial tiene un significado ligeramente diferente. Movimientos repentinos de grandes cantidades de dinero, en los últimos años han gatillado tres grandes crisis de estabilidad política. La primera fue la crisis monetaria europea en 1992-3, la segunda fue el hundimiento del peso mexicano en diciembre de 1994 que sacudió los mercados financieros del mundo, y la tercera, la llamada crisis asiática desde 1997. La inestabilidad monetaria y las corridas especulativas en las paridades han sido descritas como una nueva forma de la crisis política internacional ( véase Cockburn y Silverstein,1955; también: Benson, 1995). Esto no significa que crisis internacionales en el viejo estilo, con agresiones entre estados, hayan sido reemplazadas por la bancarrota nacional potencial y la amenaza de colapso financiero global. La primera todavía existe y de manera peligrosa, en tanto el potencial colapso financiero global ha sido parte de la historia del capitalismo desde sus inicios. De todos modos, ha habido cambios significativos en las relaciones entre el estado nacional y la economía global. Estos cambios se han estado construyendo desde la quiebra del sistema de Breton Woods a principios de los 70s.

Las consecuencias de la quiebra del sistema de Breton Woods pueden resumirse de este modo:

1) La crisis del intento de posguerra de integrar al trabajo políticamente, económicamente y socialmente a través de una dedicación al pleno empleo, políticas deinclusión y perspectivas de más altos standards de vida --o como dice Agnoli (1967/1990) , una política de pacificación efectuada mediante la institucionalización;

2) La construcción de sistemas regionales de cooperación (NAFTA, UE; APEC) en torno a los estados capitalistas más fuertes: los EEUU, Alemania y Japón.

3) La emergencia de nuevas divisas con estandards internacionales de 'calidad'.ej. la seguridad financiera, exactitud y medida de otras monedas (DM/Euro, Yen (5) y dólar), que reemplazan al dólar como la única divisa de calidad. La emergencia de estas divisas sugiere una nueva territorialización en torno a bloques de cooperación regional y una nueva rivalidad entre bloques imperialistas.

La quiebra del sistema de tasas de cambios fijos de Breton Woods ocurrió poco después de una tremenda ola de luchas asociadas con 1968 (6). La revuelta de esos años, como en las de la primera parte del siglo , que siguieron a la revolución bolchevique de 1917, fue contenida en parte mediante la represión violenta, pero en una mayor extensión a través de la expansión del crédito. Las consecuencias del '1968' (de la acumulada ola de luchas que llegó a su cresta en 1968) fueron menos dramáticas pero tan profundas como los levantamientos de principios del siglo. La precaria relación entre el sistema monetario y la tasa de productividad quedó rota de un modo fundamental, como se refleja en la caída del sistema de Breton Woods en 1971 (véase: Marazzi,1995).

Las luchas de finales de los 60s manifestaron la nueva intensidad de un descontento que no se conocía desde los años 20. Más aún, la explotación del poder productivo del trabajo se confrontaba con tasas deprimidas en las ganancias,(7) La explotación del poder productivo del trabajo había llegado a ser demasiado costoso. En otras palabras, el intento de posguerra de integrar a través de una institucionalización el trabajo productivo y el poder de desorganización, fracasó. El capital respondió financiando ganancias y trasladando el trabajo de producción intensiva a los llamados países en desarrollo, donde el trabajo barato podía proveer ventajas competitivas.

Sin embargo, a pesar de esta expansión del capital productivo hacia nuevos centros con trabajo barato, la disociación entre la acumulación monetaria y la acumulación productiva continuaba sin disminuir y en una escala creciente. Desde finales de los 60s, especialmente desde la crisis del petróleo en 1974, el crecimiento dramático del dinero global no era emparejado por una reducción del trabajo necesario, el lado constitutivo del trabajo excedente. La riqueza comenzó a acumularse en la forma de dinero sin un aumento correspondiente en la explotación del poder del trabajo en la fábrica.

El intento del capital de 'liberarse' del terreno disputado de la producción y de ir más allá de si mismo afirmándose en su forma más 'racional' de capital/dinero (D...D') indica el carácter ficticio de la reproducción capitalista. Desde comienzos de los 70s, la tasa de acumulación monetaria de lejos ya dejaba atrás a la acumulación productiva. En los hechos, la creación de una superestructura crediticia conducía a una acumulación de capital 'no empleado' (véase Marx,1966, de un capital que se suspende de la explotación directa del trabajo. Sin embargo, al mismo tiempo, la creación de una 'superestructura de créditos' global representa una acumulación de reclamos sobre la futura explotación del trabajo. Para decirlo en pocas palabras, la garantía de D...D' depende de D...P...D', esto es de la explotación del trabajo. (8)

La creciente inversión en el mundo fantástico de la autoexpansión monetaria recompuso las relaciones globales de explotación y de lucha. El mercado mundial vino a ser un mercado de dinero (sobre esto: Walter,1993) . El intento de hacer dinero del dinero creó un capitalismo más frágil a escala mundial. Sin una búsqueda global de ganancias en dinero, habría sido inimaginable que la crisis mexicana de 1982 hubiera tenido un efecto tan contundente sobre los bancos 'occidentales', y a través de ellos sobre el circuito global del capital. México en 1982 indicaba que el intento formidable de contener las relaciones sociales a través de la política de control monetario asociado al monetarismo había llegado a un punto muerto. La crisis 'de 1982' revelaba una tremenda recomposición en las relaciones de clase. Del mismo modo, bolsones de resistencia 'marginal' a las políticas de austeridad, una política que se introdujo desde mediados de los 70s, amenazaban con transformar el intento de hacer dinero de la pobreza en una severa crisis financiera global. La disociación de la acumulación monetaria de la acumulación productiva ..la llamada dominancia de la estructura financiera-- más que anunciar una nueva fase --la globalizada-- del capitalismo, está intensamente plagada de crisis. El divorcio de la acumulación monetaria de la acumulación productiva amplifica y transmite inquietud laboral a través del globo mediante su impacto sobre las relaciones de dinero globales.

Como secuela de México 1982, las políticas monetaristas de austeridad fueron apresuradamente abandonadas, yéndose a una política que ha sido diversamente descrita como de "keyneesianismo moroso" o "keynesianismo militar", y permitió a los EEUU emerger, durante los 80s, como el más grande país deudor. En una escala global, el rápido vuelco desde una política de créditos amarrada a otra de expansión crediticia, actuó como un 'agente' neutralizante en la medida en que coptó a sectores de la clase obrera para el proyecto de prosperidad. El boom de endeudamientos sostenidos desde 1980 , da a conocer que la acumulación sostenida es la mejor garantía para la contensión del conflicto social. La pobreza, el desempleo y la marginación del poder de trabajo superfluo coincidió con la prosperidad. La descomposición de la resistencia a la austeridad se basaba en la pobreza, una pobreza que era la imagen en espejo de una prosperidad conducida por el endeudamiento.

El significado de la expansión del crédito como principio central del ordenamiento capitalista se reafirmó. La política de desregulación, la flexibilización, la privatización y la fragmentación de las relaciones sociales van de la mano frente a la pobreza, la prosperidad fragmentada y la debilitada oposición a la austeridad. De este modo, la expansión crediticia no sólo sostuvo el boom de los 80s en una dimensión crecientemente ficticia, sino que también ayudó a promover la noción del mercado, desencadenando una contrarrevolución preventiva mediante la imposición de la igualdad abstracta, ej. la igualdad del dinero. La política de mercado libre asociada con el neoliberalismo identifica la ciudadanía con el poder del dinero. Todos son iguales ante el dinero. El dinero no conoce de privilegios especiales. Trata al pobre y al rico como iguales. La imposición de la igualdad abstracta del dinero conlleva la imposición de la desigualdad, ya que 'el poder que cada individuo ejerce sobre la actividad de los otros o sobre la riqueza social, existe en él como propietario de valores de cambio, de dinero. Los individuos llevan consigo su poder social, y al igual que sus lazos con la sociedad los llevan en su bolsillo"(Marx,1973,p.157).

La política de libertad de mercados del neoliberalismo se fundaba en el ejercicio sistemático del poder del estado que define la actividad social en base al mercado --'la pobreza no es carencia de libertad' (Joseph/Sumption, 1979,p.47 ). La resistencia al control a través de las deudas fue así descompuesta sobre el supuesto de lo que Hirsch (1991) trata como 'la sudafricanización' de las relaciones sociales. Este punto de vista es compartido por Negri (1989,p.97) que sostiene que 'el ideal del capitalismo de estos días es el apartheid'. Sin embargo, y como insiste Negri, el apartheid pudiera ser el ideal, pero no es la realidad, La realidad es la crisis capitalista y su contensión a través de una política de expansión de los créditos en un marco de 'desregulaciones' cuyo propósito es la reducción de los déficits mediante la intensificación de la explotación a cambio de condiciones deteriorantes y restricciones salariales.

El propósto del neoliberalismo de ajustar el consumo de la clase trabajadora al crecimiento de la productividad, nunca fue exitoso a pesar de los penosos resultados de su intento. A pesar de todos los sacrificios, de toda la miseria, de todos los recortes de costos, de toda la pobreza, de toda la intensificación del trabajo y de las reestructuraciones del proceso laboral, el hecho de que 'la inversión no crezca... es quizás el testimonio de la radicalidad del reto al poder capitalista. Y del miedo que sigue a esto, ya que toda ruptura de la economía amenaza con reactivar el conflicto.

Un testimonio,en breve, de que el desmantelamiento y la reestructuración de todas las partes del proceso de valoración capitalista está todavía en pleno movimiento' (Bellofiore,1997,p.49). Aunque, como lo plantea Dalla Costa (1995a,p.7), 'la "miseria" social' o la "infelicidad" que Marx consideraba como "el objetivo de la política económica" ya se ha realizado ampliamente en todas partes ; el capital ha fallado en cumplir su promesa de futuras explotaciones al subordinar al trabajo en el presente. En otras palabras, la inflación del capital dinero en relación a la actividad productiva, confirma negativamente la dificultad en asegurar la subordinación de las relaciones sociales a la igualdad abstracta de las relaciones de intercambio y, a través de ellas, a la explotación. Lejos de estimular la inversión, el empleo y la producción total, el resultado de la expansión crediticia en un marco monetario rígido fue el deterioro de las condiciones y el desempleo en masa. No existe una brecha en la inversión productiva relativa a los reclamos sobre valores excedentes que todavía pudieran extraerse del trabajo.

La reconstitución del circuito del capital social ya no solo requiere, como a lo largo de los 80s, una descomposición divisionista y fragmentante de las relaciones de clase. Ahora, más bien envuelve la imposición de la valoración sobre el poder social del trabajo. Tal imposición implica no sólo la intensificación del trabajo y la exclusión represiva de la producción de aquéllos despreciados por verse como no esenciales. Importa la transformación del dinero en verdadero capital productivo, esto es en capital empleado en crear valor a través de la explotación del trabajo (D...P...D'). Sin esta transformación, el capital enfrenta su última contradicción: la forma más racional de capital ( D...D') se torna carente de significado (begriffslos) ya que pierde su anclaje en el trabajo, la substancia del valor (9).

En otras palabras, el dinero en vez de apostar a futuras explotaciones, ha de ser transformado en un comando efectivo sobre el trabajo en el presente. Esto significa que la explotación del trabajo habría de entregar tasas de ganancia adecuadas para redimir la deuda y permitir la expansión de la acumulación capitalista. Esta explotación del trabajo presupone la recomposición de la relación entre trabajo necesario y trabajo excedente. No hay ninguna indicación más segura que la inflación de deudas impagas para entender que el capital no ha tenido éxito en imponer una recomposición de las relaciones de explotación adecuada a los reclamos acumulados en torno al valor excedente.

La experiencia de los últimos veinticinco años sigiere que la transformación del dinero en capital verdaderamente productivo es a la vez esencial e imposible. Cuando en Octubre de 1987 se dio la amenaza de un crash semejante al de 1929, aún los más fieros monetaristas abogaron por la expansión -- cualquier cosa que evitara la catástrofe y la confrontación que tal hundimiento podría traer. Como dijo Samuel Brittan en el Financial Times en 1987: ' cuando un hundimiento nos amenaza, precisamos de helicópteros arrojando billetes desde el cielo" (Citado por Harman, 1993,p.15) . Esta respuesta al crash del 87, específica como era, está inscrita en el frontal de la administración de las malas deudas. Como arguye Susan George (1992,p.106), 'durante los 80s la única cosa que se socializó y no se privatizó, fue la deuda'.

El intento actual de impedir un colapso a escala mundial debido a las malas deudas, y de garantizar los derechos de propiedad capitalistas sobre la futura explotación del trabajo, muestra las mismas políticas de socialización: los bancos son refinanciados y mantenidos a flote por el estado en su calidad de prestamista de último momento, y lo hace tomando dinero de manos de los trabajadores. Mientras el salario de las clases trabajadoras ha sido atacado y el trabajo se ha intensificado, y en tanto las condiciones de vida se han deteriorado, y mientras se le sermonea a la clase obrera que es libre para cuidarse sola, se supone que los bancos no pueden regularse por el libre mercado: nada o húndete. Y entonces, sus pérdidas son socializadas y sus ganancias son protegidas por las leyes de la propiedad privada. El ajuste político estructural abogado por el FMI conduce la imposición de la pobreza sobre aquéllos cuyo trabajo asegura la validez del crédito como una demanda sobre valores excedentes que tienen aún que ser extraídos del trabajador. El FMI responde a la crisis que se presenta en Asia como en la crisis de la deuda de los 80s, con una imposición de pobreza: y trabaja más fuerte por una menor retribución, para asegurar que el sistema bancario y con él los derechos de explotación de la propiedad capitalista.

Con todo, la recesión de los 80s, la crisis mexicana de 1994, las crisis monetarias europeas de 1992 y 1993, y la crisis del Asia de 1997, indican que pareciera no haber camino hacia adelante ni para el capital ni para el trabajo. Pero esto no es la primera vez que ocurre. Escribiendo en 1934, esto es después de la primera guerra global imperialista, y frente a los intentos fascistas7fordistas de disciplinar el trabajo, (10) Paul Mattick sugirió que el capitalismo había entrado a una edad de crisis permanente. La periodicidad de las crisis no es en la práctica otra cosa que la reorganización recurrente del proceso de acumulación sobre un nuevo nivel de valores y de precios, que de nuevo aseguran la acumulación del capital. Si esto no es posible, entonces tampoco es posible confirmar la acumulación: la misma crisis que hasta ahora se ha presentado caóticamente y que pude ser superada, se transforma en crisis permanente. En contraste con crisis previas del capitalismo, que siempre llevaron a reestructurar al capital hacia nuevos períodos de acumulación, la crisis de 1930 pareció ser profunda y prolongada e incapaz de encontrar una solución. Las crisis. sugería Mattick, han cesado de ser fenómenos periódicamente recurrentes, y se han convertido en la característica endémica del capitalismo.

La sugestión de Mattick, pesimista como era, vino a resultar todavía demasiado optimista. La crisis se resolvió a un costo de sangre. El capital se reestructuró y se creó un nuevo período de acumulación. La 'edad de oro' de la posguerra ya es sólo un recuerdo, asi como todo el baño de sangre. Y ahora nuevamente parece que estamos de lleno en una situación de crisis permanente. Es posible que la crisis sea permanente, con una posible 'sudafricanización' del mundo. También es posible que la crisis no sea permanente, y que en los hechos se resuelva: lo que vaya a ser esa solución de ´'la crisis permanente' es algo que está allá atrás como una advetencia sobre la posibilidad de una pesadilla futura.

La perspectiva de un mundo constituído por la dignidad y la sinceridad humana ha de empujarse a través de la crítica a la economía política, incluyendo por supuesto las versiones remaquilladas del keynesianismo,. La convocatoria de un nuevo orden ha de ser tomada muy seriamente. El viejo "Nuevo Orden", el orden mundial pos 1945, vino a surgir de una pesadilla. Aun cuando comparto lo dicho por Lipietz (1985) sobre la pesadilla de un capitalismo que camina flotando en el aire del crédito, no comparto su llamado a salvar al capitalismo del abismo. A pesar de sus buenas intenciones, éste es un punto de vista muy peligroso. Es peligroso porque acepta el sufrimiento sin dignidad y con esto endorsa el rescate del capital mediante el continuo tratamiento de la humanidad como un recurso para la acumulación de riqueza abstracta. Este tratamiento resolvió la crisis de los 1920 y los 1930.

Conclusión

La ortodoxia de la globalización falla en ver la 'globalización' como una 'ofensiva capitalista' mayor y, con este punto de vista, fracasa en examinar la contradicción central que palpita en su seno. Este artículo ha argumentado que estas contradicciones se constituyen por la presencia del poder productivo y desajustante del trabajo, un poder a través del cual y en el cual 'existe' el capital. La ortodoxia de la Globalización fracasa en ver la miseria de nuestro tiempo, y a contrario proyecta la reorganización capitalista global como un desarrollo inevitable. Este punto de vista ignora que la globalización del capital es al mismo tiempo la globalización de la presencia del trabajo en y en contra del capital, y está mal equipada para comprender las vastas implicaciones de los sucesos actuales. Estos los resumo en los términos de la noción de crisis permanente utilizada por Mattick.

Por último, metodológicamente, la ortodoxia de la globalización se funda en una perspectiva teórica analítica. Cuanto más esta perspectiva confiere sobre el desarrollo capitalista una objetividad que sólo sirve para generalizar datos empíricos en términos teóricos abstractos. De esta manera, las proyecciones ideológicas del capital se confunden cion la realidad. Esta perspectiva falla en proveer una ilustración sobre la naturaleza cargada de crisis de la globalización. En vez de eso, ofrece generalizaciones abstractas que presuponen de antemano que el mercado reina incontestado. Como ya mencionamos, la aceptación no crítica del mercado conduce a que la astucia de la historia afirme su propio proyecto invisible. Así la Globalización se hace práctica como el proyecto de lo invisble en si. Contra este punto de vista , en este artículo alegamos que "en la miseria de nuestro tiempo, sólo encontramos lo 'positivo' en la negación'" (Agnoli,1992,p.50).

¿Y el estado nacional? Seguramente los globalizacionistas tienen alguna razón al argüir que la globalización a hecho obvio el mito del estado nacional como marco para el cumplimiento de las condiciones donde el libre desarrollo de cada quien es la condición para el libre desarrollo de todos. De acuerdo con los abogados de la sociedad burguesa, el espectro del comunismo ha sido reemplazado por el espectro de la democracia al tiempo que el espectro de la globalización minaba las condiciones para el gobierno democrático. Cuando se declaraba que la Historia estaba muerta, aparece llena de sorpresas: es esta la ironía de la historia, o como se hace la historia ?

Epílogo

La globalización se desposa con la necesidad histórica: la globalización no puede resistirse y es inevitable. ¿pero qué ha de entenderse entonces por necesidad histórica? Qué acerca de la barbarie, del hambre, de una guerra universal de desvastación? ¿Fue la matanza de Verdun una necesidad histórica? ¿Lo fue la matanza de millones y millones en la Segunda Guerra Mundial? ¿Auschwitz fue una necesidad histórica? Una necesidad en beneficio de algunos y con qué propósitos ? Es la reciente invención "criaderos de bebés", donde los niños son producidos para su venta en el mercado mundial, una necesidad histórica ? ¿Acaso todos estos desarrollos repulsivos que han caracterizado este siglo no estarían con nosotros si no fuera por las relaciones sociales capitalistas? ¿Son éstas solamente el resultado de leyes históricas cuyo desarrollo no puede resistirse? ¿ O son estas repulsivas 'ocurrencias' el resultado de 'demasiada civilización, demasiada industria, demasiado comercio, como se reportaba en el manifiesto Comunista, cuando el argumento giraba en torno a las relaciones y a las fuerzas de producción ?

El Manifiesto celebra la posibilidad de una existencia autoconsciente , y de mejores cosas por venir en el nombre de la humanidad, una existencia en donde el Hombre exista como un propósito y no como un recurso explotable. Es por esto, supongo, por qué el Manifiesto Comunista expone la idea de una asociación en donde el libre desarrollo de cada quien sea la condición del libre desarrollo de todos. En el argumento del Manifiesto Comunista, los sepultureros no sólo entierran el peso muerto de la historia, sino que liberan el alma de la historia: el deseo secular por una vida dignificada de toda la humanidad que quede en control de sus propios quehaceres, en posesión de sí misma y, esto es, como un ser humano maduro que se ve a si mismo, y a través de él a la naturaleza, como un propósito y no como un recurso para la explotación del Hombre por el Hombre. Sobre estas cuestiones los globalizacionistas guardan silencio. Para ellos el Hombre es solamente un ciudadano provisto de derechos abstractos. Como tal ciudadano, el Hombre es reconocido por los globalizacionistas como una mercadería que obtiene un salario. En resumen, para ellos el hombre es sólo un factor de producción que aceita la maquinaria del mecanismo económico.



Werner Bonefeld actualmente es profesor en la Universidad de York, en Inglaterra. Compiló junto a John Holloway –a mediados de los 90– un libro ya clásico ¿Un Nuevo Estado? Debate sobre la reestructuración del Estado y el Capital.

Notas

1) Para puntos de vista alternativos sobre la globalización sea: Hirst/Thompson (1996) y Ruigrok/Van Tulder (1995). Estos autores proveen rica evidencia empírica que cuestiona la 'generalización abstracta' de la ortodoxia globalizante. Su argumentación, sin embargo, está firmemente anclada en la agenda globalizante.

2) Véase entre otros, las contribuciones de Dalla Costa y Dalla Costa (1995,1997) Dalla Costa (1995ª,1995b) y Midnigjht Notes (1992).

3) Esta lista de 'funciones del estado' se obtienen de la introducción de Skinner a Adam Smith The Wealth of nations, Penguin. Harmondsworth.

4) Para una crítica de este punto de vista, vea, por ejemplo, Burnham (1994,1995) y Halloway (1995)

5) La crisis en Asia ha debilitado por supuesto al Yen como estándar de calidad global, y pudiera empujar una profunda depresión a escala global.

6) Partes de la siguiente sección se basa en un artículo escrito conjuntamente con J.Halloway, 'Dinero y Lucha de clases' publicado en Bonefeld y Holloway (eds) (1995)

7) Vea Armstrong et al (1984) y Mandel (1975) por documentación.

8) Para una interpretaci+ón del trabajo de Marx sobre el dinero y el crédito,vea: Bologna (1993), Bonefeld (1995b) y Ricciardi (1987)

9) Sobre esto Marx (1966) y, para comentario, Bonefeld (1995b)

10) Sobre esto, vea Gambino (1996)

Referencias

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  • Marx, K. (1966) Capital

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