Francisco defiende a los ateos - TicoVisión
Según la fe cristiana, el Hijo de Dios asumió la humanidad en su plenitud; la humanidad de todos los pueblos y de todos los tiempos. El yo del Hijo de Dios, por ser infinito, pudo asumir y asumió todas las formas de ser humano.
08 de junio de 2013 | TicoVisión | Redacción - TicoVisión/eluniverso.com | Opinión | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento
Por Monseñor José Mario Ruiz Navas
8 de junio de 2013.- Varios medios de comunicación han resumido en la frase “El papa Francisco defiende a los ateos” palabras de una homilía del papa Francisco. La frase ha causado aprobación y también sorpresa. Las siguientes reflexiones, algunas tomadas de la misma homilía, disipan oscuridades y ensanchan el corazón:
Primera.- La frase es nueva solo en su formulación; su contenido resume verdades, que existen desde que Dios es Dios y el hombre, una imagen suya. La frase renueva el llamado a ver en la creación, cuya coronación es la persona humana, una huella del creador, que cobija a todos.
Segunda.- Conocí al mismo tiempo a un rico que vivía miserablemente y a un empleado suyo, pobre, que hacía fructificar lo poco que tenía, para atender mejor sus necesidades humanas. Hay ateos y agnósticos que cultivan sus cualidades humanas más que algunos de nosotros creyentes.
Tercera.- El maniqueísmo divide toda realidad en dos mitades, una plenamente buena y otra plenamente mala. En toda persona, creyente o no creyente, por el solo hecho de ser persona humana, hay valores y hay defectos. El reconocer los propios defectos es un signo de bondad de la persona.
Cuarta.- El hecho de que un creyente se estime como globalmente mejor que el no creyente lo hace objetivamente de menor valor, porque la fe es don de Dios; el mérito del creyente consiste solo en abrirse a recibir el don.
Primera.- La frase es nueva solo en su formulación; su contenido resume verdades, que existen desde que Dios es Dios y el hombre, una imagen suya. La frase renueva el llamado a ver en la creación, cuya coronación es la persona humana, una huella del creador, que cobija a todos.
Segunda.- Conocí al mismo tiempo a un rico que vivía miserablemente y a un empleado suyo, pobre, que hacía fructificar lo poco que tenía, para atender mejor sus necesidades humanas. Hay ateos y agnósticos que cultivan sus cualidades humanas más que algunos de nosotros creyentes.
Tercera.- El maniqueísmo divide toda realidad en dos mitades, una plenamente buena y otra plenamente mala. En toda persona, creyente o no creyente, por el solo hecho de ser persona humana, hay valores y hay defectos. El reconocer los propios defectos es un signo de bondad de la persona.
Cuarta.- El hecho de que un creyente se estime como globalmente mejor que el no creyente lo hace objetivamente de menor valor, porque la fe es don de Dios; el mérito del creyente consiste solo en abrirse a recibir el don.
Quinta.- Desgraciadamente hay creyentes que, por ignorancia o irreflexión menosprecian a los ateos; hay también no creyentes que nos consideran inferiores a ellos. Unos y otros hemos de mantenernos en búsqueda. El tan invocado diálogo supone y exige reconocer que en el otro hay elementos buenos, o sea humanos. Quien invoca el diálogo, sin reconocer cualidades en el otro, no busca la verdad, busca imponerse.
Sexta.- Según la fe cristiana, el Hijo de Dios asumió la humanidad en su plenitud; la humanidad de todos los pueblos y de todos los tiempos. El yo del Hijo de Dios, por ser infinito, pudo asumir y asumió todas las formas de ser humano. El no creyente no deja de ser humano por no tener fe. El Hijo de Dios asumió la humanidad, también, del no creyente, lo conozca este, o no lo conozca. Respeta su libertad de aceptarlo, o de no aceptarlo. Si no lo acepta, no deja de ser humano y Dios no deja de ser Dios.
El papa afirma lo mismo que aprendí hace años en la Universidad, a saber, que no tener fe no equivale a carecer de moral. El actuar de acuerdo a los valores humanos es ya moralmente bueno; y es objetivamente homenaje al Creador. Los creyentes afirmamos que el Hijo de Dios hecho hombre es el “camino, la verdad y la vida”, en otras palabras, norma viviente de la moral. Leemos en carta del Apóstol Juan: “Si alguien dice que ama a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso”.
La fe y la falta de fe están en el santuario de la conciencia. Es crimen irrespetarla.
Sexta.- Según la fe cristiana, el Hijo de Dios asumió la humanidad en su plenitud; la humanidad de todos los pueblos y de todos los tiempos. El yo del Hijo de Dios, por ser infinito, pudo asumir y asumió todas las formas de ser humano. El no creyente no deja de ser humano por no tener fe. El Hijo de Dios asumió la humanidad, también, del no creyente, lo conozca este, o no lo conozca. Respeta su libertad de aceptarlo, o de no aceptarlo. Si no lo acepta, no deja de ser humano y Dios no deja de ser Dios.
El papa afirma lo mismo que aprendí hace años en la Universidad, a saber, que no tener fe no equivale a carecer de moral. El actuar de acuerdo a los valores humanos es ya moralmente bueno; y es objetivamente homenaje al Creador. Los creyentes afirmamos que el Hijo de Dios hecho hombre es el “camino, la verdad y la vida”, en otras palabras, norma viviente de la moral. Leemos en carta del Apóstol Juan: “Si alguien dice que ama a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso”.
La fe y la falta de fe están en el santuario de la conciencia. Es crimen irrespetarla.
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