tancia, como sí lo cumplió la Señora Dora María Téllez, verdadera artífice de la historia aunque no se llamase “Comandante Cero”, y que hoy por ser persona de principios y de ideología clara, se separó del FSLN orteguista y su clan de oportunistas, para integrarse en el Movimiento Renovador Sandinista (MRS), partido que aglutina a toda la disidencia que no se prestó al oportunismo del dictador Ortega y su pacotilla. Pero Edén, se destapó la cara y levantó su brazo con el fusil para inmortalizarse como lo que nunca fue, en las fotografías que plasmaron periodistas de la época. (Probablemente aspiraba formar parte de algún poster estilo Ché Guevara, o quizá pretendía figurar en la marquesina de algún cine emulando a Chuck Norris).

El “asalto al Palacio” ni siquiera fue un acto de riesgo, pues fue un burdo secuestro de diputados desarmados que se encontraban en sesión en el Parlamento. Imaginémonos que 25 personas armadas entren de sorpresa a la Asamblea Legislativa… ¿Qué riesgo podría encerrar esa acción?, ¿qué probabilidades de combate se podrían esperar irrumpiendo una sesión del Plenario?; cualquier grupo de “chapulines” podría lograrlo.

Desde el dizque fabuloso asalto al Palacio, hasta que se instaló en la frontera Norte de Costa Rica, no se le conoce a Pastora ninguna acción de “combate real”, pues en el llamado “Frente Sur”, siempre se mantuvo de este lado de la frontera mujereando y bebiendo guaro, y solamente cuando llegaba la periodista de Canal 6 corría a sentarse en una ametralladora calibre 50 (a pocos metros de la línea fronteriza) e iniciaba a disparar al aire (propio del “showman”), mientras la periodista enfocaba un viejo avión “Curtis C-46”, carguero de la Fuerza Aérea de Nicaragua (FAN), que hacía un giro sobrevolando en labor de reconocimiento y desartillado observándose en la lejanía, pues jamás se acercaría a una zona donde se podía afirmar que había violado el espacio aéreo costarricense. Su misión (la de Pastora) en el Frente Sur, era descender por la “Colina 55” y enrumbarse a ciudades hasta llegar a Managua, pero sus enviados a la misión nunca pudieron bajar ni siquiera un metro, pues al pie de la colina, al mando de un Teniente recién graduado en la Academia Militar de Nicaragua y de nacionalidad costarricense, se encontraba un pelotón de infantes de la Guardia Nacional de Nicaragua que nunca les permitió descender.

Hoy el señor Pastora, es un simple servil de Ortega (un típico papanatas) a cargo de una draga hechiza y que de vez en cuando se toma fotos besando un fusil como otrora se tomara constantemente fotos en la maleza a la par de combatientes y para dar la imagen de estar en zona de combate como uno más de ellos.  En eso terminó después de haber quebrado y perdido sus lanchas con las que pescaba a la par de algunos de sus tantos hijos dispersos (de lo que se vanagloria afirmando que son cientos), producto de su andar “machista” (no de macho), y en aguas costarricenses, específicamente por “San Juanillo, Guanacaste”, lo que le dio conocimiento de la zona que hoy invade y donde se protegió cobijado por la nacionalidad costarricense. Hace muy bien nuestro Canciller (a quien ¡felicitamos!) Enrique Castillo, en no querer responder a las incoherencias que cual niño malcriado e inmaduro, vomita Pastora.

Da vergüenza realmente ver como algunos de nuestros periodistas corren a entrevistar a ese “héroe de barro” y toleran las ofensas e improperios que profiere contra nuestra Presidente y otras autoridades y contra NUESTRA NACIÓN misma, sin cuestionar o refutar siquiera los calificativos, improperios y el burdo y ofensivo lenguaje que profiere el iletrado oportunista camaleónico. Periodistas que deberían tener un poquito de dignidad y de PATRIOTISMO, no patrioterismo, sino el verdadero PATRIOTISMO, el que hace a un lado las ideologías y las preferencias partidarias, religiones o colores de piel, para unirse como un TODO, como una NACIÓN AMALGAMADA contra el agresor que la invade y la maltrata. Periodistas que se prestan a los "jueguitos” de un loco que llama locos a los demás, como si recibieran paga del oportunista para promover la imagen de un “don nadie”, de un “demagogo o cuentista” con sueños de grandeza.