Una fiesta de la niñez: Navidad - TicoVisión
Escrito en 23/12/13 a 09:06:40 GMT-06:00 Por Administrador
Max Lacayo L.
La Navidad es la celebración de un niño; es una fiesta de la niñez. Todos la asociamos con un establo, un pesebre, el divino Niño con su padre y su madre: la Sagrada Familia. Una escena pobre pero serena, digna de la unidad...

Una fiesta de la niñez: Navidad - TicoVisión


23 de diciembre de 2013 | TicoVisión | Redacción TicoVisión | Opinión | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento




Una fiesta de la niñez



Por Max Lacayo L. *

23 de diciembre de 2013.-  La Navidad es la celebración de un niño; es una fiesta de la niñez. Todos la asociamos con un establo, un pesebre, el divino Niño con su padre y su madre: la Sagrada Familia. Una escena pobre pero serena, digna de la unidad familiar a la que cada niño o niña de este mundo tiene derecho. Y serenidad es la palabra clave; esta debe habitar en el alma y la mente de cada criatura.

La aterradora realidad, sin embargo, se nos hace lejana en la distancia y en el tiempo, pues poco recordamos al cruel rey Herodes y su matanza de los inocentes que con el afán de deshacerse del Niño Jesús ordena dar muerte a todos los niños menores de dos años. Y muchos de ellos murieron igual que mueren nuestros niños pobres, ya que Herodes vive en las malas políticas del gobierno, en el que es indiferente ante la pobreza infantil, el sufrimiento, el abandono, la explotación sexual y laboral de los pequeños; en los que les arrebatan esos derechos que ellos observan en la serenidad, gozo y dignidad familiar simbolizada en los “Nacimientos” desplegados por doquier cada Navidad.

En la miseria de nuestros niños pobres, en sus padecimientos, en sus muertes por desnutrición o por guerras, en sus abandonos, se reflejan los valores de una sociedad. Esto no es más que el reflejo de nuestros niveles de  tolerancia como hombres y mujeres. ¿No somos acaso los adultos los responsables de los niños? ¿Qué vemos, entonces, en el pesebre esta Navidad? ¿Qué vemos en nuestros niños, dentro de nuestros hogares? ¿No vemos acaso en ellos la espe-

ranza de futura sabiduría, salud, amor y dignidad? ¿No son ellos, ante nuestros ojos, los futuros forjadores de esta nación, los futuros hombres y mujeres de bien? Los futuros dignos hijos e hijas del Señor.

Si la suma de todas las familias constituye el conjunto de la sociedad, esta se vuelve –al igual que una cadena– tan débil como el más débil de sus eslabones. Es por eso que una sociedad es fuerte y próspera si la unidad familiar es de igual condición. De ahí que no existe esfuerzo más razonable y más noble que el del cuidado, promoción y protección de la niñez y de la familia.
 
Nicaragua tiene un largo camino que recorrer en cuanto a la preservación de la inocencia, confianza y pureza de la niñez. Sin esto la familia es corrupta y la sociedad decadente. Aquí radica la dificultad de inculcar un código de valores morales que guíen a nuestra niñez a través de sus vidas. Actualmente en Nicaragua estamos viviendo en un ambiente donde una moral selectiva es impuesta por las autoridades a  punta de fusil. Y es la corrupción ética y moral que proviene desde la Presidencia lo que está siendo transmitido hacia abajo y en toda la dirección de nuestra organización social.
 
Solo falta un vistazo a cualquier informe calificado sobre el estado de la infancia, adolescencia y juventud nicaragüenses para apreciar nuestra lamentable situación; especialmente la falta de oportunidades para el desarrollo integral de la niñez.
 
Sirva, pues, esta Navidad para reflexionar —a través de la Sagrada Familia—  la verdadera razón de esta: la permanente celebración de la niñez, la fe y el firme propósito de construir un virtuoso sendero por el que nuestros niños puedan alcanzar un porvenir libre, pacífico y próspero. De ello depende el futuro de Nicaragua.
 
¡Feliz Navidad!


*  Por Max Lacayo Lacayo, Nicaragüense: economista, escritor, poeta y crítico literario. Egresado de University of New Orleans.

También publicado en el diario La Prensa de Nicaragua.

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