JOH y su mayor reto (Desde provincia, Honduras) - TicoVisión
En la medida que las acciones del nuevo mandatario pretendan ser democráticas, serán objeto de ataque, frontal y sesgado en el terreno de la semántica. De igual forma cualquier impopularidad de lo que se haga será magnificada...
Por Carlos Jeremías Girón Rivera *
Periodista
Santa Rosa de Copán, 6 de Febrero del 2014.- Después de un necesario (y obligado) receso volvemos a esta tarea de expresar criterios en función de lo que consideramos debe ser una Patria, una nación: nuestra Honduras.
El ajetreo político, digamos, ha pasado y ahora vivimos la realidad que deberá sucederse por los siguientes cuatro (4) años.
Aunque de aquí al 2018 habrán pasado muchas aguas por debajo del puente y de igual forma muchas y variadas cosas pudiesen ocurrir en el panorama político hondureño.
Pero bien, lo que hoy pretendemos es comentar lo que en el marco de ese acontecer político deberá de ser el gobierno para el que fue elegido el graciano Juan Orlando Hernández.
Es el ilustre ciudadano, un político, al que le sobran adversarios y muchos que le aborrecen y denigran a más no poder.
El ajetreo político, digamos, ha pasado y ahora vivimos la realidad que deberá sucederse por los siguientes cuatro (4) años.
Aunque de aquí al 2018 habrán pasado muchas aguas por debajo del puente y de igual forma muchas y variadas cosas pudiesen ocurrir en el panorama político hondureño.
Pero bien, lo que hoy pretendemos es comentar lo que en el marco de ese acontecer político deberá de ser el gobierno para el que fue elegido el graciano Juan Orlando Hernández.
Es el ilustre ciudadano, un político, al que le sobran adversarios y muchos que le aborrecen y denigran a más no poder.
De forma que pese a la enorme y variada gama de las situaciones críticas y caóticas que atraviesa esta nación centroamericana el presidente Juan Orlando Hernández puede sintetizar su reto político a un simple record de cuatro (si 4) palabras: HACER UN BUEN GOBIERNO.
Sin duda que sus motivaciones políticas van a generar el ambiente de gobernanza en que deberá actuar. Y en el que sus adversarios también se van a mover.
Hay, por lo menos, tres (3) grandes motivaciones que impulsan a sus adversarios: 1) La fingida confrontación ideológica izquierda – derecha. 2) Las ambiciones de poder y acceso a lo que siempre nuestros políticos han considerado el botín de guerra: el erario público junto a su consabido poder y 3) Los intereses de los grupos de poder fáctico cuyo interés y valor supremo es la acumulación de riqueza a través de sus operaciones favorecidas por el régimen de turno.
En la medida que las acciones del nuevo mandatario pretendan ser democráticas, serán objeto de ataque, frontal y sesgado en el terreno de la semántica.
De igual forma cualquier impopularidad de lo que se haga será magnificada a fin de acumular simpatías de los afectados. Esto quedará en el terreno de la lucha política partidaria. La necesidad y obligatoriedad de la ejecución de medidas impopulares pero de intrínseco interés de poner en orden las cosas del Estado no les importarán a quienes necesitarán ampliar su base de respaldo “popular”.
Otro fuerte sector, y aquí incluso personajes de su propio partido político, adversararán al Presidente y su equipo en proporción al acceso que les dé en su gestión al acostumbrado manipuleo de las gestiones administrativas que se traduce en chambas, concesión de obras y proyectos.
La importancia de realizar obras y desarrollar proyectos de beneficio público a menor costo, para poder ejecutar más, desgraciadamente no priman en la teoría político de quienes han hecho de la política el modus vivendi para solucionar las situaciones económicas de estos políticos.
Y quienes han movido, (porque eso es lo que produce las mejores “movidas”) a su antojo la economía nacional en las áreas productivas y comerciales y que han constituido los grupos fácticos de poder apoyarán su gestión en tanto no vean afectados sus ingresos inmediatos, ignorando que a largo plazo podrían quedarse sin el tamal y sin las hojas.
¿Porqué afirmo esto último?... Sencillo. En mi diario contacto con ciudadanos de todos los estratos sociales, culturales y económicos hay señales muy fuertes de una inconformidad, de un disgusto, que por los diversos trajines de estos señores políticos pareciera ignorarlos.
Y habiendo hambre, desempleo, enfermedades, carestía aunque no escasez aún, no hay manera que exista tranquilidad, satisfacción y alegría en un pueblo sumido en la pobreza, buena parte en la miseria, y un amplio sector de clase media bajo la amenaza de empobrecerse cada día más, el ambiente no es nada halagüeño.
Huele a revuelta popular.
En ese panorama el presidente Juan Orlando Hernández tiene su más grande reto: hacer un buen gobierno para frenar los ataques teóricos y reales de sus adversarios y lograr lo que estos quieren conseguir un mayor apoyo popular.
Un buen gobierno le taparía la boca a sus detractores.
Una gestión de beneficio público en realidad y no solo para una camaradería gestada y unida por los mismos bastardos intereses sectarios de siempre, en el campo social, político y económico no solo le sería beneficiosa en su carrera política si no que de paso podría alcanzar los anhelados niveles de un mejor nivel en la calidad de vida de este pueblo.
Y esto será así en la medida en que el paisano de Lempira rompa con los esquemas políticos tradicionales y los modernice con los tintes cambiantes de un mundo que vertiginosamente nos abre las puertas a la comunicación y coordinación de acciones.
Es el momento de menos discursos, (que al fin y al cabo la campaña política ya terminó) y ha llegado el momento de las acciones que cimenten, construya y nos dé a los hondureños lo que el presidente Hernández Alvarado nos debe: HACER UN BUEN GOBIERNO.
* Carlos Jeremías Girón Rivera. Periodista. Miembro del Colegio de Periodistas de Honduras. (carlosjeremiasg@hotmail.com | www.facebook.com/carlosjeremiasgironr)
Sin duda que sus motivaciones políticas van a generar el ambiente de gobernanza en que deberá actuar. Y en el que sus adversarios también se van a mover.
Hay, por lo menos, tres (3) grandes motivaciones que impulsan a sus adversarios: 1) La fingida confrontación ideológica izquierda – derecha. 2) Las ambiciones de poder y acceso a lo que siempre nuestros políticos han considerado el botín de guerra: el erario público junto a su consabido poder y 3) Los intereses de los grupos de poder fáctico cuyo interés y valor supremo es la acumulación de riqueza a través de sus operaciones favorecidas por el régimen de turno.
En la medida que las acciones del nuevo mandatario pretendan ser democráticas, serán objeto de ataque, frontal y sesgado en el terreno de la semántica.
De igual forma cualquier impopularidad de lo que se haga será magnificada a fin de acumular simpatías de los afectados. Esto quedará en el terreno de la lucha política partidaria. La necesidad y obligatoriedad de la ejecución de medidas impopulares pero de intrínseco interés de poner en orden las cosas del Estado no les importarán a quienes necesitarán ampliar su base de respaldo “popular”.
Otro fuerte sector, y aquí incluso personajes de su propio partido político, adversararán al Presidente y su equipo en proporción al acceso que les dé en su gestión al acostumbrado manipuleo de las gestiones administrativas que se traduce en chambas, concesión de obras y proyectos.
La importancia de realizar obras y desarrollar proyectos de beneficio público a menor costo, para poder ejecutar más, desgraciadamente no priman en la teoría político de quienes han hecho de la política el modus vivendi para solucionar las situaciones económicas de estos políticos.
Y quienes han movido, (porque eso es lo que produce las mejores “movidas”) a su antojo la economía nacional en las áreas productivas y comerciales y que han constituido los grupos fácticos de poder apoyarán su gestión en tanto no vean afectados sus ingresos inmediatos, ignorando que a largo plazo podrían quedarse sin el tamal y sin las hojas.
¿Porqué afirmo esto último?... Sencillo. En mi diario contacto con ciudadanos de todos los estratos sociales, culturales y económicos hay señales muy fuertes de una inconformidad, de un disgusto, que por los diversos trajines de estos señores políticos pareciera ignorarlos.
Y habiendo hambre, desempleo, enfermedades, carestía aunque no escasez aún, no hay manera que exista tranquilidad, satisfacción y alegría en un pueblo sumido en la pobreza, buena parte en la miseria, y un amplio sector de clase media bajo la amenaza de empobrecerse cada día más, el ambiente no es nada halagüeño.
Huele a revuelta popular.
En ese panorama el presidente Juan Orlando Hernández tiene su más grande reto: hacer un buen gobierno para frenar los ataques teóricos y reales de sus adversarios y lograr lo que estos quieren conseguir un mayor apoyo popular.
Un buen gobierno le taparía la boca a sus detractores.
Una gestión de beneficio público en realidad y no solo para una camaradería gestada y unida por los mismos bastardos intereses sectarios de siempre, en el campo social, político y económico no solo le sería beneficiosa en su carrera política si no que de paso podría alcanzar los anhelados niveles de un mejor nivel en la calidad de vida de este pueblo.
Y esto será así en la medida en que el paisano de Lempira rompa con los esquemas políticos tradicionales y los modernice con los tintes cambiantes de un mundo que vertiginosamente nos abre las puertas a la comunicación y coordinación de acciones.
Es el momento de menos discursos, (que al fin y al cabo la campaña política ya terminó) y ha llegado el momento de las acciones que cimenten, construya y nos dé a los hondureños lo que el presidente Hernández Alvarado nos debe: HACER UN BUEN GOBIERNO.
* Carlos Jeremías Girón Rivera. Periodista. Miembro del Colegio de Periodistas de Honduras. (carlosjeremiasg@hotmail.com | www.facebook.com/carlosjeremiasgironr)
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