De igual manera se puede clasificar la variada gama de las secuelas que ha venido creando y dejando en cada región las prácticas delictivas comunes y organizadas.

La violencia, el robo, el sicariato y todas las demás manifestaciones  delincuenciales también han sentado sus reales con características propias en cada zona del país. Apacibles ciudades y pueblos son sacudidas por las noticias de horrendos y salvajes crímenes que parecieran indicarnos que hemos perdido totalmente el sentido de valoración hacia el ser humano mismo y todas sus manifestaciones.

Las zonas más densamente pobladas, esas en donde la necesidad de los hondureños ha percibido las posibilidades de soluciones para mejorar sus niveles de vida son las que a raíz de esas concentraciones de gente se van tornando en las más inseguras, violentas y peligrosas.

El actual gobierno ha intentado darle una solución a esta agobiante situación y todo parece indicar que pese a las acciones que están efectuando los diversos grupos de acción y reacción de los cuerpos del Estado, los delincuentes están respondiendo con sus fechorías de manera más virulenta.

Y de esa manera la agitación social que causa la inseguridad ciudadana abate a las principales ciudades y a las pequeñas poblaciones de una manera relativa a su población y actividades en general.

Hace unos pocos días, visite un negocio, La Armería, que es de las Fuerzas Armadas de Honduras, esa entidad que ha sido siempre un núcleo de poder y fuerza, respetadas y hasta temidas en un tiempo.

Ante la situación de inseguridad y además por mi pasión por las armas decidí la adquisición de una nueva arma y municiones.

Dicho negocio está ubicado en el centro de Santa Rosa, en una moderna plaza comercial con alta circulación de personas.

Mi primera sorpresa: encontrarme con un negocio enrejado y que uno a uno deben ingresar los clientes para recibir atención. Los demás tenemos que esperar en un pasillo mientras sale el cliente que está adentro. Un guardia bien armado está en el pasillo controlando el ingreso de los clientes, ordenando que debe dejarse afuera gorras y sombreros y que no se ingresen celulares a la tienda. Tres empleados están adentro atendiendo a un cliente.

Es lógico que por el tipo de artículos que allí se expenden debe de haber una seguridad especial. Pero a esos niveles… no queda más que pensar que el temor es parte de la actividad que efectúa este negocio de las Fuerzas Armadas.

“Para que actúen así los empleados de este negocio es que las Fuerzas Armadas están convencidos que la situación está fregada” comenté.

Todos los que estaban afuera se sonrieron, sin decir palabra alguna.

El Fuerte Morazán, sede de la 120 brigada está al Este a media cuadra, las oficinas de la DNIC a dos cuadras y media y la Policía Nacional Preventiva a tres cuadras, ambas policías instaladas al Oeste.

Obviamente que no hay temor de una acción de extorsión, que eso sería el acabose del asunto, pero si de un asalto.

Cabe entonces preguntarse, si este es el ánimo y actitud de las Fuerzas Armadas en su negocio ¿cuál es o puede ser la de los comerciantes particulares o civiles?.

Tienen sobrada razón quienes optan por cerrar sus negocios ante la avalancha de extorsiones y asaltos.

Y debe recordarse que los civiles no solo están expuestos al abuso en sus pertenencias, sino a la pérdida de sus vidas.
Ojalá que las autoridades continúen en la lucha declarada a la inseguridad ciudadana en general, pero que se hagan planes y se delineen estrategias para que los delincuentes no desplacen sus operaciones a ciudades que no han registrado elevados rangos de criminalidad huyendo de las operaciones que se efectúan en las principales ciudades como Tegucigalpa, San Pedro Sula y La Ceiba.

Aquí en provincia deben primar las actividades preventivas. La idiosincrasia de los pobladores de estas regiones son proclives a la acción, así que si usan estrategias transparentes y correctas, policía y ejército encontrarán apoyo, respaldo y cooperación en una lucha que debe ser planteada antes que los delincuentes se trasladen, como ya lo han comenzado a hacer algunos mareros que se han refugiado en zonas rurales.

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*  Carlos Jeremías Girón Rivera. Periodista. Miembro del Colegio de Periodistas de Honduras. (carlosjeremiasg@hotmail.com | www.facebook.com/carlosjeremiasgironr)