Centenario de la primera gran guerra 1914-1918 - TicoVisión
Escrito en 27/04/14 a 07:51:11 GMT-06:00 Por Administrador
Sociales - Religión
Francia y Bélgica aspiran a que la Unesco inscriba 105 sitios relacionados con la Primera Guerra Mundial (1914-1918) en la Lista del Patrimonio de la Humanidad, dentro de una candidatura conjunta, informa hoy Le Monde.

Centenario de la primera gran guerra 1914-1918 - TicoVisión


27 de abril de 2014 | TicoVisión | Redacción TicoVisión / El País-Agencias | Sociales | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento




Centenario de la
primera gran guerra 1914-1918



Este año se cumple el centenario de la Primera Guerra Mundial, un acontecimiento que cambió la historia de Europa y del Mundo. Se ha considerado la línea divisoria entre una época de relativa estabilidad, la del imperialismo de finales del siglo XIX, la del gobierno de las monarquías, en la que convivían las antiguas élites políticas y los nuevos grupos económicos, y un largo periodo de violencia que culmina con la Segunda Guerra. Un mundo distinto producido por la crisis del liberalismo y el surgimiento del fascismo y el comunismo.

La declaración de guerra de Austria a Serbia se produjo el 28 de julio, un mes después de que fuera asesinado en Sarajevo, el archiduque Francisco Fernando, heredero al trono. Primero fue una guerra Europea y luego, mundial, al entrar en el conflicto, los Estados Unidos el 6 de octubre de 1917. Todos esperaban que fuera corta, pero duró cuatro años y tres meses, con duras condiciones para las poblaciones por la escasez de comida y materias primas, que generaron, por los numerosos conflictos ocasionados, las bases de la importante Revolución Rusa. También al final de la contienda sólo quedaban dos antiguos imperios, el francés y el británico.


    27 de abril de 2014.-  La terrible apoteósis de la trinchera y la alambrada. Fue una carnicería a gran escala y significó el hundimiento de la civilizada Europa en una barbarie como no se veía en el continente desde la Guerra de los Treinta Años. A punto de entrar en el año del centenario de la Primera Guerra Mundial, que comenzó en verano de 1914 y se extendió hasta noviembre de 1918, una nueva remesa de libros llega para revisar aquella hecatombe, aquel largo túnel de sangre y oscuridad, como lo denominó André Gide, que supuso el fracaso de los ideales de una generación y una cosecha de destrucción y muerte inimaginables.

 Cuatro imperios, el ruso, el austrohúngaro, el turco y el Reich alemán habían desaparecido al acabar la contienda, junto con 9 millones de combatientes, sin contar a los civiles. Fue una guerra que empezó fuerte: solo en los primeros cinco meses de guerra de 1914 el ejército francés tuvo ya más de un millón de bajas y los alemanes 80.000 únicamente en octubre en Ypres.

¿Quédan cosas por explicar de aquella guerra? Indudablemente. La senda que condujo a ella no está aún clara. ¿Se podía haber ido en otra dirección? ¿Porqué el internacionalismo proletario no pudo vencer la corrtiente de patriotismo nacionalista? Algunos teatros de operaciones han sido muy poco estudiados, como el de la invasión de Serbia por el ejército austrohúngaro; y otros merecen ser revisados.

En la nueva guerra tres hombres y una ametralladora podían detener a todo un batallón de héroes


Dos de los grandes (y apasionantes) libros que han abierto el fuego en la frontera del aniversario son 1914. De la paz a la guerra, de Margaret MacMillan, y 1914, el año de la catástrofe, de Max Hastings, ambos reconocidos historiadores —y los dos lectores que, como muchos de los interesados en la Gran Guerra, recuerdan (recordamos) con placer Los cañones de agosto (1962), de Barbara Tuchman— . De acuerdo en muchas cosas, como en que los terroristas serbios mataron al hombre equivocado aquel 28 de junio de 1914 pues el archiduque Francisco Fernando se hubiera opusto a la guerra, en destacar la estulticia del káiser Guillermo II, cuyo perfil psicológico bordeaba la insanidad, el papel de la opinión pública (un factor nuevo en la Historia) y en buscar los puntos de conexión con la actualidad, los enfoques de MacMillan y Hastings son diferentes. Si la primera huye de maximalismos, se centra de manera puntillista en intentar entender (y explicar) la cadena de acontecimientos y decisiones que condujeron a que fracasara la paz, y afirma que la guerra no era en absoluto inevitable, el segundo no duda en responsabilizar a Alemania y afirma taxativamente que moralmente era justificable ir a la guerra contra las potencias centrales como lo fue luchar contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Hastings explica detalladamente los movimientos de los ejércitos mientras que MacMillan, que resalta la importancia de los individuos en la Historia, profundiza en las personalidades y sentimientos de los hombres que tomaron las decisiones (recalcando de paso que no hubo ninguna mujer).

El aniversario nos pone de nuevo en el doloroso pero apasionante umbral de aquel mundo de polius, pickelhaubes y bayonetas, de vieja guerra (“Le pantalon rouge, c'est la France!”) devenida la nueva, tan letal, en la que como dijo un general “tres hombres y una ametralladora pueden detener a un batallón de héroes”. Un mundo en el que la temeridad política, que tantos réditos había dado antes, el miedo mutuo —se atacaba en defensa propia— y el patriotismo condujeron al desastre. Un mundo lleno de lecciones.

Esta guerra causó alrededor de 8 millones de muertos. Nunca un conflicto bélico había llegado hasta tal cifra, y

lo que es más llamativo, un tercio fueron de civiles, un fenómeno nuevo hasta ahora, indicio del embrutecimiento demostrado por los contendientes. Así inauguró una nueva época de violencia entre los estados, en la que las décadas siguientes habría numerosos ejemplos, como el genocidio nazi. La democracia liberal debía de adaptarse a la nueva sociedad de masas, con las crecientes necesidades de los trabajadores. En el camino los enfrentamientos producidos por el gobierno de las ideologías totalitarias.

Francia y Bélgica planifican conmemoración


Francia y Bélgica aspiran a que la Unesco inscriba 105 sitios relacionados con la Primera Guerra Mundial (1914-1918) en la Lista del Patrimonio de la Humanidad, dentro de una candidatura conjunta, informa hoy Le Monde.

El proyecto francés está en sus inicios y esta semana fue presentado a la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura por el comité nacional que lo examinó a principios de mes, precisó el vespertino.

Bélgica cuenta ya desde 2002 con varios sitios de la Gran Guerra en su “lista indicativa”, el inventario de bienes de valor universal excepcional que cada Estado piensa que pueden ser sometidos al Comité del Patrimonio Mundial para su inscripción.

En 2008, doce departamentos franceses que fueron escenario del conflicto, reunidos en la asociación Paysages et sites de mémoire de la Grande Guerre, se unieron al movimiento y en 2012 los dos países decidieron fusionar sus iniciativas, señaló Le Monde.

En la agencia cultural de las Naciones Unidas indicaron que la lista de candidaturas que el Comité examinará en junio de 2014, en Qatar, está ya cerrada y no se hará pública hasta el próximo febrero.

Según el diario, los promotores de la futura candidatura franco-belga “esperan secretamente” que pueda ser inscrita en 2018, “para cerrar este ciclo del centenario” abierto en 2014.

El diario informa, asimismo, de que el comité nacional ha aprobado también la demanda de inscripción por la Unesco de las Playas del Desembarco, que el 6 de junio de 1944 marcó el inicio de la liberación de Europa del nazismo.

Examinar una candidatura “lleva mucho tiempo”, en particular si es muy vasta, como por ejemplo el Qapaq Ñan, la extensa red de caminos del imperio Inca, compartida hoy por seis países que aspiran a verla en la Lista del Patrimonio Mundial este año, tras más de una década de trabajos conjuntos, recuerdan en la Unesco.

El proyecto franco-belga constituye una “inmensa” propuesta y las evaluaciones necesarias para su inscripción forzosamente llevarán mucho tiempo.

De entrada, los promotores de la candidatura consideraron ya excesivo incluir en ella los 750 kilómetros que configuraron la línea de frente, desde la frontera suiza al mar del Norte, y seleccionaron tan solo 105 sitios de memoria, situados en el Este y el Norte de Francia, Flandes y Valonia, para representar aquella barbarie colectiva.

Auschwitz e Hiroshima figuran ya en la Lista del Patrimonio, junto con otras tragedias humanas como la esclavitud.

**    Fotografías publicadas por Corbis

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