Café para todos... (Al final de la huelga) - TicoVisión
Mientras a los salientes les importaba nada o casi nada lo que pudiese suceder, los entrantes no lo quisieron ver, o no tuvieron la altura política deseada, (cosa por otro lado harto improbable) como para obtener la solución al...
Por Ángel Frías Coca
Escritor
3 de junio de 2014.-Todo hace apuntar que de esta huelga, al final tendrán la culpa el PLN, el PA, o cualquiera que se nos pudiese ocurrir, pero no deja de sorprenderme que tanto los políticos “actuales” como los que se fueron, tienen verdaderas ansias de echarse la culpa de ello, y para mí el problema no reside en la huelga sino en su gestión que a la postre, es la que ha generado tal desencuentro.
Mientras a los salientes les importaba nada o casi nada lo que pudiese suceder, los entrantes no lo quisieron ver, o no tuvieron la altura política deseada, (cosa por otro lado harto improbable) como para obtener la solución al problema, cuando la solución bajo la forma de ver de un ciudadano común y corriente, sería mucho más fácil de lo que en principio pudiera parecer, aplicando el raciocinio y un poco de voluntad, se permitiría que la vida de tantas y tantas familias no se paralizase. ¿O es que alguno de los educadores tiene la culpa de esos trasfondos políticos?
Tan solo sería lo deseable, el que no acabase pasando lo que en España, que se pasó del café para todos, a los cafés pendientes, una iniciativa solidaria a la que ya se han adherido más de 400 locales, consistente en que uno entra en un bar en el que ves una pegatina que te indica que ese local esta adherido a la iniciativa, y te tomas un café, lo pagas y además dejas el importe de otro, que se lo beberá alguien que entre y no pueda pagarlo.
Mientras a los salientes les importaba nada o casi nada lo que pudiese suceder, los entrantes no lo quisieron ver, o no tuvieron la altura política deseada, (cosa por otro lado harto improbable) como para obtener la solución al problema, cuando la solución bajo la forma de ver de un ciudadano común y corriente, sería mucho más fácil de lo que en principio pudiera parecer, aplicando el raciocinio y un poco de voluntad, se permitiría que la vida de tantas y tantas familias no se paralizase. ¿O es que alguno de los educadores tiene la culpa de esos trasfondos políticos?
Tan solo sería lo deseable, el que no acabase pasando lo que en España, que se pasó del café para todos, a los cafés pendientes, una iniciativa solidaria a la que ya se han adherido más de 400 locales, consistente en que uno entra en un bar en el que ves una pegatina que te indica que ese local esta adherido a la iniciativa, y te tomas un café, lo pagas y además dejas el importe de otro, que se lo beberá alguien que entre y no pueda pagarlo.
Y como dice el refrán “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, echa las tuyas a remojo”, pero lo que no sería deseable es, que gracias al desgobierno que se padece, se implantase (no ya lo del café), en las tiendas de los barrios, y es que en estos momentos y gracias al desgobierno que se padece, existen familias a las que les falta para comer.
La pena de todo esto es que la huelga y la falta de ingresos del profesorado, no es el único indicador de la pobreza en la que poco a poco nos vamos hundiendo, lo inaceptable e indigno, lo mires por donde lo mires, es que ¡el pueblo calla! ante la lacra que sufre desde tiempos inmemoriales por los sucesivos gobiernos y una buena muestra de ello lo supone el reconocimiento por parte de los que lo podían arreglar, de tanta economía sumergida.
¿Cómo es posible, que en una encuesta, al parecer muy seria sobre el empleo en el país, el vender confites y bebidas por las calles se le considere trabajo?
Un titular del diario La Nación, así lo explicaba: Los "trabajadores informales" ganaron terreno dentro del mercado laboral costarricense en los últimos dos años. En el cuarto trimestre del 2011 estos servidores sumaban aproximadamente 630.000 y representaban un 33% del total de los ocupados del país. Sin embargo, en el mismo periodo del 2013 alcanzaron 833.000 y representaron un 40,5% del total.
Los resultados provienen de una estimación realizada por La Nación con base en la Encuesta Continua de Empleo que publica trimestralmente el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Estas cifras incluyen a trabajadores asalariados que no tienen seguro social, a servidores independientes que pueden tener seguro (voluntario, por ejemplo) pero trabajan para empresas informales (empresa no constituida en sociedad) y los llamados “auxiliares no remunerados” que son personas que ayudan a la familia o amigos en un negocio, pero reciben poco pago, o es en especie.
No es posible que haya en un país esa cantidad de "trabajadores informales" Y que el asunto valla bien como al parecer nos hacen creer, puesto que esos calificados “informales”, no cuentan con salarios dignos, carecen de vacaciones, no pueden dejar de trabajar por enfermedad puesto que no cobrarían, ni tienen seguridad en su trabajo, ya que en cualquier momento al que les paga le basta con decir mañana no vengas. Tampoco como es lógico pueden contar con ninguna compensación por jubilación al no aportar nada para tener derecho a percibirla, ni cumplen con sus funciones de ciudadanos.
Como es posible que se dé por bueno la precariedad del empleo e incluso reconocer que la "informalidad" ayuda y da más oportunidades a los jóvenes y empresarios. -Estos son párrafos copiados del diario La Nación-. Y esas mismas fuentes nos hacen ver, dando cifras que me parecen escalofriantes, que el 75% de esos trabajadores es poco menos que analfabeto.
El que esos “informales” no cumplan con su condición de ciudadanos y paguen sus impuestos, es lo que arruina a los países, y si eluden el pago de sus tributos como ocurre en la mayoría de los casos, es culpa de los poderes políticos y financieros que no cierran filas ante tanta precariedad, haciendo bueno el dicho de “ojos que no ven, gabardina que me llevo”.
La pena de todo esto es que la huelga y la falta de ingresos del profesorado, no es el único indicador de la pobreza en la que poco a poco nos vamos hundiendo, lo inaceptable e indigno, lo mires por donde lo mires, es que ¡el pueblo calla! ante la lacra que sufre desde tiempos inmemoriales por los sucesivos gobiernos y una buena muestra de ello lo supone el reconocimiento por parte de los que lo podían arreglar, de tanta economía sumergida.
¿Cómo es posible, que en una encuesta, al parecer muy seria sobre el empleo en el país, el vender confites y bebidas por las calles se le considere trabajo?
Un titular del diario La Nación, así lo explicaba: Los "trabajadores informales" ganaron terreno dentro del mercado laboral costarricense en los últimos dos años. En el cuarto trimestre del 2011 estos servidores sumaban aproximadamente 630.000 y representaban un 33% del total de los ocupados del país. Sin embargo, en el mismo periodo del 2013 alcanzaron 833.000 y representaron un 40,5% del total.
Los resultados provienen de una estimación realizada por La Nación con base en la Encuesta Continua de Empleo que publica trimestralmente el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Estas cifras incluyen a trabajadores asalariados que no tienen seguro social, a servidores independientes que pueden tener seguro (voluntario, por ejemplo) pero trabajan para empresas informales (empresa no constituida en sociedad) y los llamados “auxiliares no remunerados” que son personas que ayudan a la familia o amigos en un negocio, pero reciben poco pago, o es en especie.
No es posible que haya en un país esa cantidad de "trabajadores informales" Y que el asunto valla bien como al parecer nos hacen creer, puesto que esos calificados “informales”, no cuentan con salarios dignos, carecen de vacaciones, no pueden dejar de trabajar por enfermedad puesto que no cobrarían, ni tienen seguridad en su trabajo, ya que en cualquier momento al que les paga le basta con decir mañana no vengas. Tampoco como es lógico pueden contar con ninguna compensación por jubilación al no aportar nada para tener derecho a percibirla, ni cumplen con sus funciones de ciudadanos.
Como es posible que se dé por bueno la precariedad del empleo e incluso reconocer que la "informalidad" ayuda y da más oportunidades a los jóvenes y empresarios. -Estos son párrafos copiados del diario La Nación-. Y esas mismas fuentes nos hacen ver, dando cifras que me parecen escalofriantes, que el 75% de esos trabajadores es poco menos que analfabeto.
El que esos “informales” no cumplan con su condición de ciudadanos y paguen sus impuestos, es lo que arruina a los países, y si eluden el pago de sus tributos como ocurre en la mayoría de los casos, es culpa de los poderes políticos y financieros que no cierran filas ante tanta precariedad, haciendo bueno el dicho de “ojos que no ven, gabardina que me llevo”.
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