Las gatas en el tejado caliente: 3X Legislativa - TicoVisión
Escrito en 12/06/14 a 09:13:54 GMT-06:00 Por Administrador
Opinión-Análisis
El señor presidente legislativo rápidamente se quitó el churuco de encima olímpicamente –no vaya a ser que salga arañado- y aclaró que él no había dado permiso para ninguna sesión playboyesca de fotos. ¡Gatitas sexys...

Las gatas en el tejado caliente: 3X Legislativa - TicoVisión


10 de junio de 2014 | TicoVisión | Redacción: TicoVisión | Ctegoría: | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento




Las gatas en el tejado caliente



Por Daniel González Chaves
Escritor

    12 de junio de 2014.-  Cuenta la leyenda que una vez entraron tres gatas a la Asamblea Legislativa. Parece que se movieron sigilosamente por los pasillos de tan sagrado recinto, templo de nuestra democracia, y con absoluta irreverencia se colaron en el dignísimo Salón de Expresidentes tomándose fotografías impúdicas que despertaban instintos lujuriosos en las personas que las veían. Allí, sin reparo, frente a los cuadros de hombres tan serios y discretos que si revivían se volvían a morir, usaron el salón de estudio. Si estuviéramos en el mundo de Harry Potter aquellos cuadros habrían protestado airadamente por el irrespeto, en especial don Vicente Herrera, famoso por su conservadurismo, quien se habría persignado ante ese espectáculo impío y entonado de inmediato el rosario, y aquello no le habría gustado ni siquiera al primo educado de ellas, el León Cortés. Sólo me imagino a don Ricardo Jiménez Oreamuno restándole importancia al asunto y tratando de calmar a los demás

retratos, habiendo sido él tan irreverente que se enamoró perdidamente de –o escándalo- una mujer de mala vida. Lo cierto es que muchos aldeanos locales se enojaron con aquello. Algunos dijeron que los gatos eran animales del demonio compañeros de las brujas, otros que daban mal ejemplo con esos disfraces que recordaban a Gatúbela (que además es una ladrona), y no hubo el vivillo que lanzó la piedra de que cuidado, porque había muchas ratas en la Asamblea.

    El señor presidente legislativo rápidamente se quitó el churuco de encima olímpicamente –no vaya a ser que salga arañado- y aclaró que él no había dado permiso para ninguna sesión playboyesca de fotos. ¡Gatitas sexys tomándose fotos en el salón de expresidentes! ¡que desfachatez!

    Y así nació uno de los escándalos más absurdos en la historia de este país chico, infierno grande. Resulta que la “sesión de fotos” no fue tal, sino que los periodistas les tomaron fotos a las asistentes y ellas simplemente sonrieron como el Gato de Cheshire (quien tal parece está más cuerdo que muchos ticos) lo que algunos dijeron era una explotación sexual denigrante de la mujer y otros aseguraron era como una venta de carnes. Si no soy yo el que está loco, se trató de tres muchachas que sonrieron ante las cámaras, cuando un grupo de personas les tomaban fotos. Si eso es una denigración a la mujer y una venta de carnes, mis reuniones familiares navideñas son menos inocentes de lo que pensé.

    Sucede que las gatúbelas son voluntarias de una organización llamada Casa Gatuna que ayuda a animales de la calle y que visten así para promover la causa asistiendo a muchos eventos (como el realizado ese día), con tan mala suerte que la prensa asistente se antojó de fotografiarlas. La escandalosa vestimenta de aquellas felinas invasoras resultaron ser trajes normales que cubrían la mayor parte de sus cuerpos y les llegaban hasta el cuello, salvo por una nariz y unas orejas de gata que, asumo, fue suficiente para sexualizar totalmente el asunto, porque todos sabemos que las gatas son un simbolismo sexual (?) para Batman al menos. Porque si les quitábamos la nariz y las orejas la foto no habría trascendido de sus Facebooks. Pero todos sabemos que entre una conejita de Playboy casi chinga y una defensora de los animales tapada hasta el cuello no hay diferencia, salvo las orejas ¿verdad?

    Quizás estoy desensibilizado por los cientos de comerciales, afiches, “celebridades” y programas de televisión en donde salen mujeres semidesnudas por puros fines mercantiles y no por salvar a los animales y ya no sé diferenciarlo.

    Estas tres hijas predilectas de Bastet me han hecho preguntarme muchas cosas. ¿Habría sido igual la reacción si en vez de tres bellas jóvenes hubieran sido tres señoras mayores con orejas de gato o tres hombres de cualquier edad? Pues no hay que ser muy gato para darse cuenta que la reacción de algunas personas ante el hecho fue, irónicamente, una muestra de machismo inconsciente. Creo firmemente en las luchas de género y la defensa de los derechos de la mujer pero ¿no estaremos en cierta forma replicando un mal al intentar combatirlo? La indignación hacia las fotos de las muchachas ¿por qué fue exactamente? Porque por la vestimenta no pudo ser, por la (inexistente) “sesión” de fotos tampoco, y por las orejas de gato pues me imagino que tampoco, salvo que sea denigrante para la mujer disfrazarse de gata.

    Todos sabemos que es muy feminista decirle a las mujeres hermosas que no se vistan provocativamente porque tal cosa como una mujer que no es una virgen asexuada y que muestra su belleza y sensualidad replica el modelo de sistema patriarcal que… un momento, me perdí.

    Lo único que se me ocurre para justificar tanto alboroto es que se haya lesionado la dignidad del salón usado por llegar haciendo cosplay de felino (suerte que no de canino). En eso quizás tengan razón. Aunque creo que más de uno con saco y corbata ha deshonrado mil veces más ese lugar que tres chicas con orejitas de cartón. Sobra decir que las admiro más a ellas y me parecen más ejemplares con su defensa de los animales que más de un fundamentalista homófobo, ricachón “liberal” o chuchingista que ha llegado a ese edificio con investidura diputadil y vestimenta acorde, y preferiría darle la mano a ellas que esos personajes y a uno que otro ex presidente representado en la pared.

En fin, no le busquemos cinco patas al gato (sea necio).

Aclaración.
Me considero feminista y siempre he estado a favor de las luchas de género. Aunque este artículo está escrito en tono satírico, mi idea es generar reflexión. Estoy totalmente de acuerdo en que usar la imagen sexualizada de la mujer para promover algo es un error y es explotación del cuerpo femenino para volverlo un objeto. Pero dudo de que tanto sea cierto en este caso particular. Primero porque la causa en cuestión no es con fines de lucro, segundo porque es muy relativo y subjetivo hasta que punto la indumentaria en si misma fue excesivamente sexualizadora (dependerá de los fetiches y subtextos de cada uno), y tercero, porque me parece que buena parte de las reacciones tuvieron una carga adultocéntrica, puritana y patriarcal, pues es muy común en las sociedades machistas que se censure a la mujer que se atreve a mostrarse atractiva y a vestir como desee, en especial si es joven. Me parece muy paradójico que por defender la causa femenina, se terminan lesionando los derechos de las mujeres.


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