¿Cooperación? internacional para el ¿desarrollo? (Parte I) - TicoVisión
Escrito en 14/06/14 a 01:55:27 GMT-06:00 Por Administrador
Gerardo Barboza
Nos encontramos, con alguna frecuencia, las palabras “cooperación” y “desarrollo” en la vida cotidiana y, especialmente, en el discurso político. Cada uno de nosotros tendrá su propio criterio sobre el significado...

¿Cooperación? internacional para el ¿desarrollo? (Parte I) - TicoVisión


14 de junio de 2014 | TicoVisión | Redacción: TicoVisión | Ctegoría: Educación | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento




¿Cooperación? internacional para el ¿desarrollo?



Por Gerardo Barboza, M.Ed. *
Educador

    14 de junio de 2014.-  Nos encontramos, con alguna frecuencia, las palabras “cooperación” y “desarrollo” en la vida cotidiana y, especialmente, en el discurso político. Cada uno de nosotros tendrá su propio criterio sobre el significado de esos términos. Sin embargo, podría afirmar que cualquiera que sea el significado que les otorguemos, su connotación necesariamente será positiva.

De hecho, formalmente en castellano estas palabras son definidas, según el Diccionario de la Real Academia (DRAE), así:

cooperación: (Del lat. cooperatĭo, -ōnis). 1. f. Acción y efecto de cooperar”.

cooperar: (Del lat. cooperāri). 1. intr. Obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin”.

Para los efectos de este comentario, la definición del DRAE que interesa sobre desarrollo” es:3. m. Econ. Evolución progresiva de una economía hacia mejores niveles de vida”.

Según el Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos de la Lengua Española Vox, sinónimos de “cooperación” son:asistencia, ayuda, auxilio, apoyo, socorro, favor, colaboración, participación”.

Sinónimos de “desarrollo” son:crecimiento, incremento, aumento, adelanto, progreso, desenvolvimiento, avance”.

En torno a “cooperación” y “desarrollo”, desde las definiciones personales, las formales y hasta sus sinónimos, todo pareciera que es positivo y, quizás por eso, principalmente en el discurso político, son clisé casi a diario para convencernos de que vamos por buen camino…  

Visto lo anterior, surge, no obstante, la interrogante de qué es eso de “cooperación internacional para el desarrollo”.

Desde luego, no pretendo en este espacio otorgado por este distinguido medio abarcar las vastas teoría y praxis involucradas con el tema de la cooperación internacional. Pero sí busco iniciar la discusión sobre un tema que, para efectos de comprometer al país, es utilizado por un grupo “selecto”, sin antes brindarnos otra versión sobre esa “cooperación internacional para el desarrollo”.

El tema es complejo, y he debido separar este aporte en dos partes. Y lo he hecho de esa manera, disculpándome de antemano con ustedes por incluir citas textuales –algunas extensas- porque, en mi humilde criterio, no merecen ser parafraseadas o sintetizadas por el valor que poseen; la manera clara, explícita con que ilustran. Esas citas podrán conducirlos a recursos más amplios y detallados.

En esta primera parte necesitamos, al menos, una definición de “cooperación internacional para el desarrollo”, pero desde una óptica que contraste con el discurso oficial y el de sus promotores, y una explicación sobre su surgimiento.

Es imprescindible, además, tener algunas versiones de hacia dónde va –o dónde se encuentra- ese tipo de “cooperación”. Quizás, quienes se favorecen directamente de la “cooperación internacional para el desarrollo” deseen publicar sus tesis ampliando, complementando o refutando, de manera fundada, lo que aquí planteo y lo que los autores citados argumentan.

Establecido ese contexto, en la segunda parte me interesa compartir con ustedes el impacto que la “cooperación internacional” tiene sobre la educación pública nacional –que es lo que por ahora me interesa-, que nos han presentado como “autoría” nacional demostrando una burda y absoluta falta de transparencia por parte de quienes nos piden votos y, una vez logrados, continúan en lo mismo; que financiamos todos de una u otra manera y que, desde luego influye en la educación de los niños y jóvenes del país… ¿Qué es lo que buscan hacer con ellos y no nos lo explican en una democracia? ¿Cuál es ese “juego” en el que nos tienen los políticos y los “expertos”, en el que apostamos, nos hacen pagar por él, pero sobre el que no nos cuentan –en el mejor de los casos- más allá de lo que les conviene? Si debemos pagar por eso y además contribuir a sus experimentos “económicos”, tenemos derecho a saber y a decidir si queremos o no jugar ese juego… ¿cierto?

Cooperación [internacional] para el desarrollo: una definición.

En el Diccionario Crítico de Ciencias Sociales, Terminología Científico Social, Maite Serrano Oñate, de la Universidad Complutense de Madrid, dice que la “cooperación para el desarrollo” es formalmente definida como (suplo el destacado en esta cita y en las otras a lo largo de todo este texto):

“… como el conjunto de acciones llevadas a cabo por los países industrializados que, implicando transferencia de recursos a los países del Sur, contribuye a su desarrollo. Se consideran AOD [Ayuda o asistencia oficial para el desarrollo] las aportaciones de recursos a los llamados países en desarrollo, procedentes de fondos públicos (ya sea directamente –ayuda bilateral- o a través de organismos multilaterales –ayuda multilateral-) que tengan como finalidad la contribución al desarrollo de los países receptores y que sean otorgados en concepto de donaciones o préstamos en condiciones ventajosas. La Cooperación Internacional se articula pues en torno a la transferencia de capital en diversas modalidades. Por un lado, aquellas operaciones de préstamos realizadas en condiciones de mercado, que no se contabilizan como AOD, y por otra las realizadas en forma de donación o préstamo con carácter concesional, contabilizadas como AOD. Ambas, procedentes del capital público, se complementan con el capital privado tanto de empresas con carácter lucrativo, como de organizaciones privadas sin ánimo de lucro (ONG)”.

Dice además Serrano Oñate en su definición que:

“Más allá de definiciones formales, la realidad es que tras varias décadas de cooperación no sólo la cooperación no ha servido para fomentar el desarrollo del Sur, sino que el Sur sigue siendo financiador neto del Norte, y no al contrario como sugiere la imagen de la cooperación”.

“… si la cooperación no es un elemento determinante en el desarrollo del Sur, y su utilización está cada vez más ligada a intereses políticos y económicos de los países industrializados, como instrumento legitimador del modelo de desarrollo que sustentan, quizá haya que empezar a pensar de nuevo que la vía del desarrollo de los países del Sur –que garantice la autosuficiencia alimentaria y el acceso universal a la salud, la educación, la vivienda y el trabajo- pasa por otros lugares ajenos a la Cooperación Internacional para el Desarrollo. En la medida en que se produzcan cambios reales en el Orden Económico Internacional que permitan a los países del Sur un margen de maniobra en la gestión de sus propios recursos, se podría empezar a construir una cooperación real que exigiría la superación de la actual visión de superioridad cultural y política del Norte sobre el Sur. Mientras tanto, la cooperación seguirá siendo una nueva forma de colonialismo paternalista que pretende paliar, sin conseguirlo, las situaciones de pobreza insostenible generadas por el propio modelo de desarrollo”.

Surgimiento de la cooperación internacional: una explicación.

Juan Pablo Prado Lallande, en su destacada “Memoria para optar al grado de Doctor”, intitulada “La condicionalidad política de la cooperación al desarrollo: las sanciones a la ayuda internacional”, y presentada ante el Departamento de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Universidad Complutense de Madrid, nos explica sobre los orígenes de la cooperación internacional:

La cooperación internacional al desarrollo, como instrumento puesto en marcha por diversos actores del sistema internacional, se ha caracterizado a través de su trayectoria por procurar conseguir una amplia gama de objetivos, que pueden ir desde propósitos  desarrollistas y solidarios, hasta aquellos de carácter político, económico o geoestratégico”.

“En el marco de la guerra fría, cuando esta actividad comenzó a llevarse a cabo de manera  sistematizada, sus propósitos fundamentales consistieron, por un lado en apoyar la  reconstrucción de los países europeos devastados a causa de la guerra, y por el otro  procurar afianzar y/o expandir las alianzas político-ideológicas promovidas por los dos  bandos enfrentados mediante ciertas estrategias que procuraban fortalecer el crecimiento  económico de los países apoyados”.

En este contexto de contención bipolar, donde la protección de la democracia y de los  derechos humanos no era prioritaria, varios donantes encontraron en la ayuda que ofertaban  a terceros países un eficiente método complementario a la tradicional coerción política y militar para mantener su presencia e influencia en sus respectivas ex colonias y áreas de interés geoestratégico. Así, la ayuda al desarrollo, además de proponerse objetivos a favor de los receptores, también fue utilizada en diversas ocasiones como un instrumento  discrecional de poder, cuya finalidad consistía en intentar que los países receptores se  comportasen conforme los designios del donante”.

De esta forma, los donantes tras aplicar ejercicios tanto de promoción a la cooperación (denominada vinculación constructiva) como de coerción (sanciones a la ayuda), entre otros mecanismos de presión, han condicionado el comportamiento de sus receptores, con la finalidad de procurar influenciarles y, de esta forma, lograr determinados propósitos en un momento dado”.

Esta condicionalidad, obligaba tácitamente (es decir no públicamente) a los receptores a  emprender ciertas acciones o actitudes a favor del donante. Así, el receptor, como efecto  colateral o costo político de la ayuda recibida, debía devolver al donante la colaboración  otorgada mediante –por ejemplo- apoyos políticos atados en foros de organismos  internacionales, concesiones económicas y comerciales ventajosas, o al menos cierto grado  de docilidad en las relaciones bilaterales a favor del donante”.

Para varios estudiosos del tema, esta realidad significó la práctica del denominado  neocolonialismo; es decir, una continuidad de promoción de lazos de dependencia y  sumisión del receptor respecto al donante, en donde el oferente obtendría mayor beneficio  relativo en los ámbitos económicos y políticos de la relación bilateral”.

Ante el establecimiento de inacabado nuevo orden mundial, la cooperación internacional al  desarrollo se ha transformado radicalmente. Un ejemplo de ello es que a partir de entonces, la condicionalidad política de la ayuda explícitamente ha adoptado a las reformas económicas de carácter estructural, así como la promoción de la democracia, los derechos humanos y el buen gobierno como los principales ejes temáticos para su promoción y exigencia en el Sur”.

¿Hacia dónde va la cooperación internacional? (¿O dónde se encuentra?); la pobreza, el nuevo negocio: Tres versiones.

Con fecha 5 de diciembre de 2013, en “Pueblos, Revista de Información y Debate”, número 59, fue publicado el artículo ¿Adónde va la cooperación internacional?, por Pedro Ramiro, coordinador del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) – Paz con Dignidad.

Extractos del artículo son:

La situación actual de la cooperación internacional responde a la lógica de reformas económicas, recortes sociales, eliminación de subvenciones públicas y desmantelamiento del Estado del Bienestar que sigue al estallido financiero de 2008. De ahí que estemos asistiendo a una profunda reestructuración de la arquitectura del sistema de ayuda, con el objetivo de reformular el papel que han de jugar, tanto en el Norte como en el Sur global, los que son considerados los principales actores sociales (gobiernos y organismos internacionales, grandes corporaciones y organizaciones de la sociedad civil) en las estrategias de lucha contra la pobreza. En el marco de las contrarreformas estructurales que vivimos en la actualidad, la cooperación no está teniendo un destino diferente al del resto de servicios públicos como la sanidad, el agua o la educación: la privatización y la mercantilización”.

…el papel que puede cumplir la cooperación ya no es el de servir para la legitimación de la política exterior del país donante. Ahora, aunque no puede negarse que vaya a seguir desempeñando un rol secundario en la proyección de la imagen internacional, su función esencial es contribuir a asegurar y ampliar la expansión de los negocios del sector privado por todo el mundo, con el objetivo de apoyar las estrategias de fomento del crecimiento económico capitalista”.

La agenda de cooperación tras la crisis.

No puede decirse que con el crash de 2008 se haya provocado un cambio de rumbo en la senda emprendida por los principales organismos y gobiernos que lideran el sistema de cooperación internacional, sino más bien, que las tendencias apuntadas desde los años noventa se están reforzando de manera notable. Dicho de otro modo: la evolución de la agenda oficial de la cooperación internacional (AOCI), que ha venido produciéndose a lo largo de las dos últimas décadas, se ha visto acelerada con el estallido de la crisis financiera global”.

Como hemos descrito en otros trabajos, la evolución de la AOCI en las dos últimas décadas nos ha conducido a un modelo de cooperación internacional en el que ésta se entiende como una política pública voluntaria; el ámbito prioritario es la pobreza; la referencia fundamental es el pos-Consenso de Washington; las relaciones entre Estados se basan en las condiciones impuestas por los donantes; la agenda viene marcada por los cinco principios de la Declaración de París (apropiación, alineamiento, armonización, gestión por resultados y mutua responsabilidad); y el sector privado empresarial tiene un papel creciente en el diseño y puesta en práctica de las estrategias de desarrollo”.

En esta línea, la agenda oficial de cooperación se ha reformulado sobre la base de cuatro ejes centrales: la repriorización del crecimiento económico como estrategia hegemónica de la lucha contra la pobreza; la participación del sector privado como agente de desarrollo en el diseño y ejecución de las políticas y estrategias de cooperación; la reducción de los ámbitos prioritarios de intervención de los Estados a las necesidades sociales básicas y los sectores poco conflictivos; y, el último, la limitada participación y relevancia de las organizaciones de la sociedad civil dentro de las políticas de cooperación internacional”.

Con el avance de la segunda década de este siglo, se va consolidando un modelo de cooperación en el que se agudizan ciertas características de la AOCI, especialmente a partir de la articulación de los Objetivos del Milenio, la lógica de la eficacia y el paradigma del capitalismo inclusivo. Va ganando espacios, así, un modelo tripartito de interacción entre empresas, Estados y ONGD que, a partir de las tres referencias mencionadas, se configura como motor de desarrollo y lucha contra la pobreza a nivel global y se va consolidando como el enfoque dominante en la agenda oficial, desplazando definitivamente el desarrollo humano sostenible al ámbito de lo meramente declarativo”.

Fomento del crecimiento económico y capitalismo inclusivo.

Tras la crisis financiera, la idea de que crecimiento económico es equivalente a desarrollo se ha vuelto dominante, relegando al terreno de lo discursivo al resto de enfoques. En esta visión hegemónica, la gran empresa, el crecimiento económico y las fuerzas del mercado se articulan como los pilares básicos sobre los que han de sustentarse las actividades socioeconómicas de cara a combatir la pobreza. Con ello, se está tratando de gestionar y rentabilizar la pobreza de acuerdo a los criterios del mercado: beneficio, rentabilidad, retorno de la inversión. Es la pobreza 2.0 [4], uno de los negocios en auge. Por un lado, en los países del Sur global el sector privado busca incorporar a cientos de millones de personas pobres a la sociedad de consumo y convertirlos en clientes de sus bienes y servicios; mientras en el Norte global, por otro, pretende lograr que la mayoría de la población no quede excluida del mercado, una cuestión importante ante el creciente aumento de los niveles de pobreza en las sociedades occidentales”.

La secretaria general adjunta de Naciones Unidas y administradora asociada del PNUD, Rebeca Grynspan, sostiene que “el crecimiento económico es fundamental. No se puede hacer chocolate sin cacao, pero necesitamos un crecimiento económico más sostenible e inclusivo para tener un mundo más estable”[5]. En esta renovada formulación de los principios del desarrollo humano sostenible, la sostenibilidad y la inclusión social quedan supeditadas a la doctrina económica dominante, perdiendo así su sentido inicial para transformarse en instrumentos subordinados a la lógica mercantil. Al mismo tiempo, sirve de justificación para ese modelo de relación a tres bandas, el capitalismo inclusivo, con el que se quiere poner en práctica las técnicas y estrategias para conectar la retórica de la lucha contra la pobreza con las cuentas de resultados de las grandes corporaciones”.

“Apoyo al sector privado y a los sectores no conflictivos

Los nuevos modelos de gestión empresarial propuestos por las grandes corporaciones y las tendencias de la agenda oficial de la cooperación internacional han evolucionado en una misma dirección, llegando ambos discursos a converger en la afirmación de que es necesario que el sector privado se involucre con mayor fuerza en las estrategias de lucha contra la pobreza. De este modo, las prioridades estratégicas y los lineamientos fundamentales de la cooperación van progresivamente quedando subordinados a la lógica del mercado, del crecimiento económico y a uno de los agentes de la modernidad capitalista que ha logrado acumular un mayor poder: las transnacionales[6]”.

El discurso del capitalismo inclusivo ha ido permeando progresivamente los documentos oficiales de organismos internacionales como Naciones Unidas, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, al igual que ha sido validado por la Unión Europea y las agencias de cooperación de los países del Norte global a través de sus planes directores. Para que haya sido posible llegar hasta este punto, ha resultado fundamental el trabajo realizado desde la academia por diferentes autores[7] y desde distintos lobbies políticos y empresariales en el sentido de impulsar la toma en consideración de las grandes corporaciones como un actor fundamental en la AOCI. El PNUD, por poner un ejemplo, ha pasado de sostener que “el desarrollo humano es el desarrollo del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”, a afirmar que “los actores del sector privado impulsados por incentivos del mercado tienen capacidad probada para contribuir a importantes metas del desarrollo”[8]”.

Con todo ello, el modelo de la empresa responsable es presentado, por la gran mayoría de los actores del mundo de la cooperación, como la única solución posible para hacer compatibles el desarrollo sostenible y la lucha contra la pobreza con el crecimiento económico y las fuerzas del mercado”.

“Mínima participación de las organizaciones de la sociedad civil.

Las organizaciones de la sociedad civil han ido perdiendo peso, en la última década, en lo que se refiere a su participación en las dinámicas de la cooperación internacional. Y es que a partir de la aplicación de los programas de eficacia de la ayuda, recogidos en las diferentes cumbres que han tenido lugar desde París (2005) a Busán (2011), se ha venido otorgando un papel residual a la ciudadanía organizada a través de las ONGD y los movimientos sociales. La participación de ésta se ha visto progresivamente reducida y limitada, teniendo que circunscribirse al estrecho margen establecido por las nuevas tendencias que parecen imponerse. Las alianzas público-privadas, los negocios inclusivos y los proyectos para el fomento del tejido económico y empresarial aparecen, dentro de los lineamientos fundamentales de la AOCI, como las vías principales para el establecimiento de relaciones entre el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil”.

Con este modelo lo que se está proponiendo es una actuación conjunta entre instituciones gubernamentales y empresas, en la que se pide a las organizaciones sociales que cumplan un rol subalterno. Lejos quedan aquellas referencias del PNUD en 1993 acerca de las “organizaciones populares y no gubernamentales como instrumentos de participación popular”; en estos momentos, las instituciones encargadas de dirigir la agenda oficial de la cooperación consideran que el rol de las ONGD ha de limitarse a contribuir al crecimiento económico, fomentar el tejido empresarial, promover la inclusión en el mercado e intervenir en aquellos ámbitos que no resulten conflictivos con el modelo dominante”.

En este contexto, las ONGD ven cómo su participación va quedando reducida a la mínima expresión mientras, a la vez, los movimientos sociales emancipadores difícilmente encuentran su lugar: “No sólo se trata de que los movimientos sociales no tengan cabida en estas dinámicas regresivas, alejadas de su identidad y prácticas, sino que también las ONGD pierden relevancia, no tanto como ejecutoras de iniciativas, pero sí como entidades que inciden en las decisiones, frente a los Estados y las empresas”[10]”.

Otra segunda versión sobre hacia dónde va (o dónde se encuentra) la cooperación internacional, puede leerse en el artículo “Cooperación internacional, hora de reinventarse”, por Jaime G. Mora, y publicado en ABC.es el 8 de enero de 2013.

Extraigo lo siguiente:

‘Por supuesto que la política de cooperación forma parte de la política exterior, aquí y en todos los países del mundo». Esas palabras, pronunciadas por el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, en la Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo el pasado 14 de marzo, sentaban las bases de un nuevo enfoque tras unos años marcados por la opulencia y la ausencia de objetivos claros”.

“Hacia la focalización.

Lejos quedan las vacas gordas, cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero fijaba el 0,7% del PIB como objetivo, llegando incluso al 0,5% en 2007-08. Entonces España se colocó entre los mayores donantes, si bien la calidad de la ayuda retrocedía varias posiciones, según un informe del “Global Development Center”. La ayuda al desarrollo no perseguía un objetivo finalista; la lucha contra la pobreza era el principio inspirador, de manera que la política de cooperación quedaba desmarcada de la política exterior”.

“La ayuda al desarrollo no perseguía un objetivo finalista.

Un error, según Rafael Rodríguez-Ponga, secretario general de la Agencia Española de Cooperación Internacional entre 2001 y 2004. “Cuando ocurrió el incidente de Perejil, el momento en el que las relaciones entre España y Marruecos estaban en el peor momento, la cooperación al desarrollo lo soportó”. Vuelve esa doctrina: España no ha tocado esas partidas a Bolivia, después de que García-Margallo insinuara hacerlo una vez que Evo Morales nacionalizó Red Eléctrica Española”.

Y es que Bolivia es un país prioritario. En una primera etapa, el Gobierno concentrará la ayuda de cincuenta a veinte países, en aquellos donde España pueda lograr una ventaja comparativa. Eso significa dirigirse a los países de América Latina y Centroamérica”.

“‘Desplome sin precedentes’

Todas estas líneas maestras están recogidas en el informe “Nunca desaproveches una buena crisis”, coordinado por Iliana Olivié para el Real Instituto Elcano. Priorizar la calidad sobre la cantidad debe ser el objetivo primero. A partir de ahí, es posible focalizar el destino de las ayudas y tejer relaciones de cooperación indirectas con otros países. Solo desde un enfoque realista, “la cooperación como herramienta, a modo de compensación o soborno”, y reorientando las relaciones hacia las potencias emergentes, España podrá adoptar una ‘identidad propia’”.

Consuelo López-Zuriaga, de Intermón-Oxfam, expresa también su alarma antes las señales que evidencian un retroceso: “Nos preocupan las alarmantes señales que estamos recibiendo, las de un país que no reconoce la labor de mantener la cooperación al desarrollo como una política pública que potencia la proyección exterior de nuestro país”.

Y propone convertir la crisis en una oportunidad, definir un perfil específico como donante: lucha contra el hambre, respuesta humanitaria y fomentar servicios sociales esenciales de mayor calidad y de cobertura universal. “El camino que hay que seguir está en esta dirección. De lo contrario, seguiremos haciendo esfuerzos inútiles. Con esa melancolía inexcusable’”.

La tercera versión es del país vecino del norte, Nicaragua. “Nos preocupa el nuevo rumbo de la cooperación internacional”, artículo por José María Castán, “representante en Nicaragua y referente de dinámicas regionales de la ONG vasca Mundubat (Un solo Mundo)”, y publicado en Envío, número 346, en enero de 2011.

Dice Castán:

Las ONG internacionales que trabajamos por el desarrollo en Nicaragua vemos con mucha preocupación el giro que está experimentando actualmente la cooperación bilateral con Nicaragua. También con la región centroamericana, porque las estrategias de los gobiernos de muchos países donantes no son sólo para Nicaragua sino para toda la región, y porque no podemos olvidar que está ya en fase de ratificación el Acuerdo de Asociación (ADA) de la Unión Europea con Centroamérica, que mucho nos tememos sea un factor de anti-cooperación, de interferencia negativa con mucho mayor peso que el de las bondades emanadas de la cooperación”.

(Mi nota: En La Nación del 1 de julio de 2013 fue publicada la noticia “Diputados aprueban Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y la Unión Europea”).

Continúa Castán:
      
A un mismo tiempo, en Centroamérica compiten la ayuda al desarrollo y las políticas neoliberales de los donantes, teniendo estas políticas un mayor impacto y más serias consecuencias. Desde hace ya un tiempo funciona también en Centroamérica el TLC con Estados Unidos con un balance, particularmente para las economías campesinas, que está siendo realmente desastroso”.

En el caso de Nicaragua, los gobiernos de los países donantes argumentan los recortes de su ayuda o el giro que darán a la cooperación, y en algunos casos a su salida del país, sobre todo en dos factores. Por un lado, en la crisis internacional, convertida ya en un argumento para explicarlo todo. La crisis explicaría la toma de decisiones para concentrar esfuerzos en otros países del mundo o para reorientar las formas de la ayuda. Por otro lado, argumentan en la ausencia de gobernabilidad en Nicaragua después de las denuncias de un fraude en las elecciones municipales de 2008. La mayoría de los países donantes han explicado sus posiciones apelando a ambos factores. ¿Qué pesa más: la falta de gobernabilidad en este país o la crisis internacional que afecta los presupuestos de sus países?

En nuestra opinión, lo que parece estar pesando más en estos gobiernos es su decisión de dar un giro importante al modelo de cooperación con el que venían operando. De ahora en adelante quieren que la cooperación sea más funcional a la incorporación de los países receptores a los mercados y a los acuerdos comerciales internacionales”.

En el caso de Nicaragua, la evaluación de medio término de su Estrategia-País refleja que la Unión Europea seguirá cooperando con Nicaragua en los mismos tres sectores acordados para 2007-2013: gobernabilidad (especialmente democracia, buen gobierno y estado de derecho), educación y sector económico. Sin embargo, las modalidades de cooperación serán distintas, sobre todo las del sector económico. Así por ejemplo, ya está decidido que la Unión Europea no seguirá brindando apoyo al presupuesto de Nicaragua. No sabemos si otros países donantes continuarán o no con la modalidad de apoyo presupuestario. No están definidos los mecanismos que sustituirán el apoyo presupuestario, pero todo apunta a que lo que la Unión Europea llama Mecanismo de Inversión para América Latina jugará un papel importante. Éste es el cambio más significativo. A través de este Mecanismo, la Unión Europea buscará proveer capital no reembolsable para captar préstamos adicionales, sobre todo para proyectos de infraestructura, energía, transporte y servicios sociales. En ese mecanismo estarán asociadas otras agencias y bancos europeos y también el BCIE y el BID”.

La Unión Europea aportará a esos grandes proyectos una pequeña parte de fondos no reembolsables y el resto lo aportarán como préstamo los bancos, lo que supondrá un mayor endeudamiento para los países receptores. El objetivo último es crear condiciones de infraestructura atractivas para que puedan instalarse en Centroamérica empresas europeas que capitalizarán los recursos de Nicaragua y de la región”.

En lo económico, la prioridad será el crecimiento. Se quiere potenciar la producción de pequeñas y medianas empresas en Nicaragua y en toda Centroamérica. Fortalecerlas especialmente en el cumplimiento de normas sanitarias para convertirlas en exportadoras de su producción hacia Europa, todo dentro de la lógica del Acuerdo de Asociación de Europa con Centroamérica que se acaba de firmar y está en fase de ratificación. El giro en la cooperación va en esa dirección: incentivar los procesos de intercambio comercial aprovechando el marco de los tratados regionales”.

En esta perspectiva, la prioridad de la cooperación dejará de ser promover capacidades en los seres humanos y pasará a ser dotar a Nicaragua y a la región de una infraestructura adecuada que facilite la inversión de empresas europeas y que contribuya al flujo de la inversión privada. Este giro implica que toman distancia de temas como la democracia, la transparencia, el estado de derecho, que habían sido hasta ahora elementos fundamentales en el diálogo con los gobiernos de la región cuando daban apoyo presupuestario, condicionándolo al cumplimiento de metas en estos temas”.

Hasta ahora lo que sabemos en concreto no es mucho, pero lo que ya sabemos del mecanismo y de los objetivos nos permite hacernos esta pregunta: ¿Podemos llamar a esto cooperación al desarrollo?

Hasta aquí la primera parte de esta colaboración. En el ínterin a la segunda, pueden ustedes, respetables lectores, empezar a cotejar lo que ha venido sucediendo en Costa Rica –y sucede- con lo presentado, y a configurar sus propias conclusiones.

De mi parte pregunto: ¿Seguros de que los planes que llaman “nacionales” de desarrollo, son “nacionales”? ¿A qué juego jugamos sin que nos digan? ¿Por qué no nos lo han dicho sin tanta retórica discursiva? ¿Queremos jugar el juego, pero TODOS? ¿Permitiremos que otros decidan no solo el ritmo de desarrollo que necesitamos, sino además su altísimo costo, visto este desde toda perspectiva social, educativa, económica…?

En la segunda parte presentaré sobre lo que les garantiza el cumplimiento perpetuo de la agenda impuesta por el grupo “selecto”: la educación.



* Gerardo Barboza posee una maestría en Educación con énfasis en Enseñanza Internacional de Framingham State University, Framingham, Massachusetts, Estados Unidos de América. Además ha realizado cursos de posgrado en los Estados Unidos de América en Enseñanza del Inglés como Segunda Lengua, dentro de los que destacan: Investigación en Estadística, Lectura y Escritura, Teorías sobre la Adquisición de una Segunda Lengua, Alfabetización para Estudiantes de Lenguas Extranjeras, Inglés como Segunda Lengua y Cultura, Investigación en la Enseñanza del Inglés como Segunda Lengua e Inglés de los Estados Unidos de América. Su preparación académica y su experiencia en la enseñanza del inglés a profesionales de distintas áreas como son la medicina, leyes, banca, corredores del mercado de valores y las inversiones, seguros, finanzas, educación, agronomía, farmacia e ingeniería, ha desarrollado en él un interés genuino en el Inglés para Propósitos Específicos (IPE).

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