El poder de lo burlesco: por Max Lacayo L. - TicoVisión
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Apartada queda la literatura del Siglo de Oro y los dominios de lo burlesco toman otras caras y otras vulgares intenciones. Son los oficiales del gobierno, los magistrados, los líderes de la empresa privada, los líderes de...

El poder de lo burlesco - TicoVisión


21 de julio de 2014 | TicoVisión | Redacción: TicoVisión | Ctegoría: Literatura | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento




El poder de lo burlesco



Por Por Max Lacayo L. *

    21 de julio de 2014.-  Entre la grandiosidad del Siglo de Oro de la literatura española sobresalen aquellas formas satíricas y burlescas de confrontar artísticamente los problemas morales más significativos. Los autores lograban criticar de una forma humorística. Si bien el componente moralista de la sátira contrasta con el propósito de la modalidad burlesca que enfocaba la realidad de una forma más abyecta, ambas dan cuenta de la insatisfacción de los artistas, de sus desilusiones y desengaños con los eventos del tiempo y el entorno.

 
En este caso, sin embargo, por su misma naturaleza artística, estas expresiones de talentos, llevaban gloria y enriquecimiento cultural. Atendían y satisfacían los intereses de la comunidad. Las artes tienen una función social indispensable para conectar al individuo con la comunidad, para mantener despierto el debate nacional sobre todo lo que es relevante para una sociedad, como punto de referencia en lo que respecta al desarrollo cultural.

 
Refiero lo anterior por mis propias desilusiones con los problemas morales de la época en que vivimos; donde al leer cada página de las publicaciones actuales y las difusiones de todos los medios de comunicación, encontramos, si bien la sátira constructiva en las caricaturas de Guillén y los escritos burlescos –aunque menos habituales– de León Núñez que se leen entre risas y llantos, lo demás es frecuentemente engañoso. Y lo más triste es que el propósito es desorientar y burlar a la población.

Apartada queda la literatura del Siglo de Oro y los dominios de lo burlesco toman otras caras y otras vulgares intenciones. Son los oficiales del gobierno, los magistrados, los líderes de la empresa privada, los líderes de partidos políticos de oposición, los que toman la pluma, no para promover la corrección de los problemas morales más críticos, sino para manipular, dar excusas y salirse con las suyas de una forma villana. Me tomo la libertad de hacer estas comparaciones porque hoy también encierran arte y la intención de conectar al individuo con la realidad de la comunidad. En mí no cabe la menor duda que los discursos políticos de estos transgresores son, en sí, un género literario.
 
Los dirigentes políticos, se empeñan en volver a llamar —con grandilocuencia— a la unidad de las fuerzas de oposición; la misma que ellos traicionaron solo uno pocos años atrás, por compromiso con el corrupto aparato político del dictador. Pero lo interesante es que piden perdón por los errores que cometieron los demás. Habilidad de composición indiscutible, en nombre de la salvación de su alma política y en honor de su dignidad de jefe dentro del crimen organizado.
 
El inconstitucional titular del Ejecutivo presenta las grandes estafas (del tamaño del “Gran Canal” que propone) al erario como “obras de mucha importancia para combatir la pobreza”. Dicho sea de paso, este tiene más de tres décadas de estar combatiendo la pobreza y en cambio nos ha regalado insufrible y perpetua miseria. Pero en papel, él es campeón de las justificaciones; aún al prescribir suicidio como medicina.
 
Y la empresa privada, continuamente más elocuente que el minuto anterior. Los confiscados de ayer, no pierden las esperanzas de formar consorcios confiscatorios. Se expresan citando una bella Constitución Política que —en verdad— no existe. Hablan de alianzas con un omnímodo dictador. Relatan sus planes como sueños surrealistas. Siempre hablando de consenso, de capacitación laboral, de utopías utópicas; rebuscando leyes en la ilegalidad.

Todo esto es arte, querido lector. Es verdadero arte satírico, burlesco, vívido e infernal.



*  Por Max Lacayo Lacayo, Nicaragüense: economista, escritor, poeta y crítico literario. Egresado de University of New Orleans.

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