Salvarse en Gaza es cuestión de suerte ante el encierro - TicoVisión
Escrito en 25/08/14 a 03:59:17 GMT-06:00 Por Administrador
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"Atacan en una esquina, se mueven a otra... llegan los ataques allá, huyen hacia otra... si atacan todos los rincones, no tienen a donde ir, solo esperar a que la suerte los salve de morir", dijo la colombiana Erika Patricia Tovar...

Salvarse en Gaza es cuestión de suerte ante el encierro - TicoVisión


25 de agosto de 2014 | TicoVisión | Redacción: TicoVisión  Notimex | Ctegoría: Medio Oriente / Palestina / Gaza | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento




Salvarse en Gaza
es cuestión de suerte ante el encierro



Por Edelmiro Franco
Corresponsal

    25 de agosto de 2014.-  La población civil en la Franja de Gaza, se siente como en “una caja de cartón: "atacan en una esquina, se mueven a otra... llegan los ataques allá, huyen hacia otra... si atacan todos los rincones, no tienen a donde ir, solo esperar a que la suerte los salve de morir", recuerda Erika Patricia Tovar del equipo de la CICR.

De esta forma empieza el relato que hizo a Notimex, la colombiana quien integra el equipo de comunicación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en la Franja de Gaza, vía correo electrónico.

“La situación humanitaria que deja el actual conflicto en Gaza es muy grave: miles de personas desplazadas que no tienen a dónde ir (...) pacientes que no quieren dejar el hospital porque no tendrán una cama donde recuperarse”, hace parte de los apuntes de Tovar.

Las familias -dijo- “buscan entre los escombros algo qué rescatar; gente amontonada frente a las organizaciones humanitarias para obtener agua, colcho-
Foto: ©AP

netas o alimento; y personal humanitario tratando de pasar sobre las ruinas, los cables eléctricos en el piso y los restos explosivos sin detonar, para poder llevar su ayuda”.

Contó que durante el reciente cese al fuego entre Israel y Hamas la población de la Franja no pudo escapar de la guerra, porque “sus fronteras están cerradas por tierra, aire y mar”.

“Hay puestos de control israelí que solo pueden cruzar las organizaciones humanitarias, la población no. Por eso dicen sentirse como en una caja de cartón”, subrayó.

"Atacan en una esquina, se mueven a otra... llegan los ataques allá, huyen hacia otra... si atacan todos los rincones, no tienen a donde ir, solo esperar a que la suerte los salve de morir", enfatizó.

Sostuvo que quienes llegan a ayudar a Gaza por primera vez “se aterran ante la devastación, no hay otra palabra más ajustada. Dormir con el ruido de las alarmas de ataque, las luces en el cielo, las bombas y quién sabe qué otro tipo de sonidos difícilmente reconocibles, es imposible”.

“Taparse los oídos no es tan aconsejable: es mejor oír para saber cuándo correr”, enfatizó Tovar, quien partió a Jerusalén desde la ciudad de Cali, en el noroccidente de Colombia, en donde cumplía misiones humanitarias en el conflicto interno, otra guerra pero diferente a la que se vive en la Franja de Gaza.

En Jerusalén y West Bank, donde viven los demás palestinos, “no son ajenos a lo que pasa en Gaza. A tan solo un poco más de una hora de distancia en carro se alcanza a ver el humo y el polvo que levantan los bombardeos”.

Mientras tanto -apuntó- la población civil “del lado de afuera que no se despega del televisor para ver en directo lo que les pasa a los palestinos de Gaza, reacciona”.

“Jóvenes palestinos acuden a sitios sagrados o simplemente se reúnen en las esquinas de sus barrios en Jerusalén o el West Bank para protestar contra el gobierno israelí por los ataques”, agregó.
Todas las noches, “en algún lado, hay encuentros violentos entre la seguridad israelí y estos jóvenes: se escuchan disparos, pólvora, gritos... todas las noches”.

“Las calles tal vez reflejan el estado emocional o mental de sus pobladores: del lado palestino se ve basura, grafitis en las paredes, casas viejas y deterioradas y no hay vida nocturna más allá de pararse en las calles a conversar”, contó.

En el lado Israelí “se ven edificios nuevos, calles impecables, construcciones en camino, restaurantes, boutiques y bares. Son dos mundos opuestos a tan solo unos metros de distancia, solo eso, una avenida llamada la Green Line o línea verde”, finalizó el relato la trabajadora humanitaria.

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