Ilegalidad del cannabis ¿por qué? - TicoVisión
En Costa Rica ya sabemos cómo es que funcionan las “campañas del miedo”, lo vimos hace poco en la campaña electoral y lo conocimos antes con aquel famoso “memorándum del miedo”. Algo muy parecido fue lo que se utilizó en...
Por Johnny Schmidt C.
17 de septiembre de 2014.- En Costa Rica ya sabemos cómo es que funcionan las “campañas del miedo”, lo vimos hace poco en la campaña electoral y lo conocimos antes con aquel famoso “memorándum del miedo”.
Algo muy parecido fue lo que se utilizó en los EEUU allá por el año 1936 para satanizar una planta llamada cannabis (nombre latín), hemp (nombre en inglés) o cáñamo (nombre en español).
El término “marihuana” es el nombre vulgar que en algún momento se comenzó a usar para referirse al cáñamo o al cannabis, entonces en el Capitolio se comenzaron a circular cosas como que “algunas personas sufrirán un ataque de furia delirante y pueden cometer delitos violentos” como resultado de consumir marihuana, o que la planta era “peligrosa para la mente y el cuerpo, y especialmente peligrosa para el tipo criminal, porque libera todas las inhibiciones”.
Se decía que: “La mayoría de fumadores de marihuana eran negros, hispanos, músicos de jazz y artistas. Su música satánica se inspira en la marihuana y cuando las mujeres blancas fuman marihuana buscan relaciones sexuales con negros, artistas y otros. Es una droga que causa locura, criminalidad y muerte; la droga que más violencia ha causado en la historia de la humanidad”.
Algo muy parecido fue lo que se utilizó en los EEUU allá por el año 1936 para satanizar una planta llamada cannabis (nombre latín), hemp (nombre en inglés) o cáñamo (nombre en español).
El término “marihuana” es el nombre vulgar que en algún momento se comenzó a usar para referirse al cáñamo o al cannabis, entonces en el Capitolio se comenzaron a circular cosas como que “algunas personas sufrirán un ataque de furia delirante y pueden cometer delitos violentos” como resultado de consumir marihuana, o que la planta era “peligrosa para la mente y el cuerpo, y especialmente peligrosa para el tipo criminal, porque libera todas las inhibiciones”.
Se decía que: “La mayoría de fumadores de marihuana eran negros, hispanos, músicos de jazz y artistas. Su música satánica se inspira en la marihuana y cuando las mujeres blancas fuman marihuana buscan relaciones sexuales con negros, artistas y otros. Es una droga que causa locura, criminalidad y muerte; la droga que más violencia ha causado en la historia de la humanidad”.
Esas barbaridades sin fundamento, se repetían a diario en programas de radio, foros públicos, se escribían en revistas y diarios, y fueron la base para que en 1937 se aprobara sin que mediara ningún estudio técnico, científico o médico, la Ley de Tributación de la Marihuana que daba pie a otra legislación de prohibición total.
Recordemos que 17 años antes, los norteamericanos culpaban de todos los males de su sociedad al “alcohol y los licores” y firmaron lo que se conoció como la ley seca que duró de 1920 a 1933, y que dicha prohibición trajo más violencia que el mismo consumo.
Semilla de Hemp 
Aceite de Hemp 
Proteina de Hemp
prohibicionistas que nunca consideraron el punto de vista de Derechos Humanos que definitivamente faculta a un individuo a poder decidir si consume algo o no, siempre y cuando no afecte a terceras personas.
Las cárceles del mundo están llenas de personas que fueron puestas ahí por posesión de marihuana, sin tomar en cuenta que las cárceles son universidades del crimen y que un adicto en una celda afecta a toda una familia.
Los altísimos presupuestos de esa “guerra contra las drogas” y los presupuestos para atender esas poblaciones en la cárcel, hubieran sido mucho más efectivos si se hubieran usado en prevención y en salud, para recuperar enfermos y reinsertarlos a la sociedad.
El camino para lograr resultados positivos, está en la información, en la educación y en general en todos los programas que se puedan establecer en materia preventiva, porque las drogas seguirán ahí, y lo que debemos hacer es preparar a nuestros niños para ese momento en donde tendrán que enfrentarlas. ¿Los preparamos en el pasado? No. La política fue tratar infructuosamente de evitar que esas drogas llegaran a nuestra niñez, pero fue imposible lograrlo.
Se debe entender la legalización como un mercado regulado, con reglas, con controles, con normas, con educación, donde se erradique la violencia y el riesgo de sustancias adulteradas que genera la ilegalidad. No debe entenderse la legalización como liberalización, porque es más bien lo que existe hoy en día con la ilegalidad.
Marcas en el mercado
Recordemos que 17 años antes, los norteamericanos culpaban de todos los males de su sociedad al “alcohol y los licores” y firmaron lo que se conoció como la ley seca que duró de 1920 a 1933, y que dicha prohibición trajo más violencia que el mismo consumo.
Como el cáñamo, hemp o cannabis resultaba mucho más fácil de obtenerse mediante el auto cultivo, la misión era “satanizarla al máximo” y tener así las leyes que prohibieran cualquier posibilidad de obtenerla, al punto que que se decía que: “la marihuana mantiene su ancestral tradición mundial de asesinatos, agresiones, ataques sexuales, y deterioro físico y mental. Los archivos de la oficina demuestran que su uso está asociado con la demencia y el crimen, Así, desde el punto de vista policial, es una droga más peligrosa que la heroína o la cocaína”.
Todos los estudios que desde esa época se daban y se desarrollaban desde varias latitudes y que desmentían esas afirmaciones, sencillamente se ignoraban. Y fue así como se llega a la Convención única de 1961 dónde el cannabis es condenado y se negó todo valor medicinal de la planta.
Medio siglo después, hoy se conocen todas las propiedades de la planta, tanto para uso médico e industrial, y se cuentan con datos fiables como para poder afirmar que ni es adictiva, ni que se puede asociar a conductas de violencia. Y lo otro que podemos afirmar por todo lo vivido, es que la ilegalidad estimuló el mercado negro, convirtiendo la siembra y el trasiego en un gran negocio mundial, que por su carácter de ilegalidad fue tomado por bandas criminales que han lucrado en forma irresponsable y violenta por sostener su negocio.
Además, paralelo a ese mercado ilegal, hemos visto también un aumento en la corrupción ligada a éstos mercados ilegales, donde las bandas narcos han comprado políticos, policías, jueces etc., de forma tal que su operación pueda funcionar fluidamente.
En 1974, Richard Nixon decretó “la guerra contra las drogas”, un esfuerzo multimillonario para tratar de combatir ese flagelo, que por supuesto incluía guerra contra el cannabis, pero 40 años después, vemos como esa guerra ha sido infructuosa, y el cannabis sigue llegando fácilmente a los consumidores, pero con el agravante de que por ser un mercado sin regulación por su carácter de ilegalidad, los traficantes pueden adulterar el producto, añadir químicos para hacer el cannabis adictivo, etc.
Hoy, el mundo reclama corregir el error que sin duda ha sido la prohibición, que ha dejado como consecuencia una historia de dolor, de violencia y sufrimiento a miles de familias que se han destruido, y no por el consumo, sino por las leyes
Todos los estudios que desde esa época se daban y se desarrollaban desde varias latitudes y que desmentían esas afirmaciones, sencillamente se ignoraban. Y fue así como se llega a la Convención única de 1961 dónde el cannabis es condenado y se negó todo valor medicinal de la planta.
Medio siglo después, hoy se conocen todas las propiedades de la planta, tanto para uso médico e industrial, y se cuentan con datos fiables como para poder afirmar que ni es adictiva, ni que se puede asociar a conductas de violencia. Y lo otro que podemos afirmar por todo lo vivido, es que la ilegalidad estimuló el mercado negro, convirtiendo la siembra y el trasiego en un gran negocio mundial, que por su carácter de ilegalidad fue tomado por bandas criminales que han lucrado en forma irresponsable y violenta por sostener su negocio.
Además, paralelo a ese mercado ilegal, hemos visto también un aumento en la corrupción ligada a éstos mercados ilegales, donde las bandas narcos han comprado políticos, policías, jueces etc., de forma tal que su operación pueda funcionar fluidamente.
En 1974, Richard Nixon decretó “la guerra contra las drogas”, un esfuerzo multimillonario para tratar de combatir ese flagelo, que por supuesto incluía guerra contra el cannabis, pero 40 años después, vemos como esa guerra ha sido infructuosa, y el cannabis sigue llegando fácilmente a los consumidores, pero con el agravante de que por ser un mercado sin regulación por su carácter de ilegalidad, los traficantes pueden adulterar el producto, añadir químicos para hacer el cannabis adictivo, etc.
Hoy, el mundo reclama corregir el error que sin duda ha sido la prohibición, que ha dejado como consecuencia una historia de dolor, de violencia y sufrimiento a miles de familias que se han destruido, y no por el consumo, sino por las leyes
prohibicionistas que nunca consideraron el punto de vista de Derechos Humanos que definitivamente faculta a un individuo a poder decidir si consume algo o no, siempre y cuando no afecte a terceras personas.
Las cárceles del mundo están llenas de personas que fueron puestas ahí por posesión de marihuana, sin tomar en cuenta que las cárceles son universidades del crimen y que un adicto en una celda afecta a toda una familia.
Los altísimos presupuestos de esa “guerra contra las drogas” y los presupuestos para atender esas poblaciones en la cárcel, hubieran sido mucho más efectivos si se hubieran usado en prevención y en salud, para recuperar enfermos y reinsertarlos a la sociedad.
El camino para lograr resultados positivos, está en la información, en la educación y en general en todos los programas que se puedan establecer en materia preventiva, porque las drogas seguirán ahí, y lo que debemos hacer es preparar a nuestros niños para ese momento en donde tendrán que enfrentarlas. ¿Los preparamos en el pasado? No. La política fue tratar infructuosamente de evitar que esas drogas llegaran a nuestra niñez, pero fue imposible lograrlo.
Se debe entender la legalización como un mercado regulado, con reglas, con controles, con normas, con educación, donde se erradique la violencia y el riesgo de sustancias adulteradas que genera la ilegalidad. No debe entenderse la legalización como liberalización, porque es más bien lo que existe hoy en día con la ilegalidad.
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