Caudillismo y deshonor: Nicaragua - TicoVisión
Escrito en 04/11/14 a 02:58:56 GMT-06:00 Por Administrador
Max Lacayo L.
Todavía hace un poco más de medio siglo justificábamos nuestras vicisitudes y atrasos sociales con la idea de que éramos un pueblo joven, en el sentido de nuestra existencia republicana. Nos apegábamos a la...

Caudillismo y deshonor: Nicaragua - TicoVisión


4 de noviembre de 2014 | TicoVisión | Redacción: TicoVisión | Ctegoría: Opinión / Nicaragua | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento




Caudillismo y deshonor



Por Max Lacayo L. *

Todavía hace un poco más de medio siglo justificábamos nuestras vicisitudes y atrasos sociales con la idea de que éramos un pueblo joven, en el sentido de nuestra existencia republicana. Nos apegábamos a la noción de ser una sociedad incipiente en cuanto nuestra ubicación histórica y la vitalidad con que nos disponíamos enfrentar el futuro en términos de desarrollo y de nuestra identidad como nicaragüenses.

Pero ese pueblo joven ha ido perdiendo todo vestigio de inocencia y ha sido arrastrado a un envejecimiento prematuro, donde es difícil justificar que todavía somos un pueblo en formación de valores nacionales. Ninguna sociedad puede vivir de puras aspiraciones.

Es desgarrador expresarlo, pero hemos llegado a este punto sin carácter como sociedad y como nación. En ese sentido Nicaragua no existe.

Han habido momentos históricos, como el representado por el período 1990-2007, que solo sirven ?por su excepción? para confirmar la regla de nuestra imperfección. Solo por cortos espacios de tiempo aparentamos encontrar una deseable integración cultural, la que desaparece súbitamente en asociaciones delincuenciales entre los representantes supuestamente legítimos de nuestra sociedad.

Nicaragua está en una de sus peores épocas de inestabilidad y turbulencia: no hay Constitución política real; no hay partidos políticos con propósitos de promo -

ver participación ciudadana ni representación nacional constituida; no existe un concepto claro de lo que significa ser nicaragüense. La moralidad está condicionada a la conveniencia.

Lo que está claro es que, como en todo organismo, las debilidades del sistema son rápidamente explotadas por los parásitos. Los líderes políticos nicaragüenses han sido expeditivos en cumplir esa función. Estos son, precisamente, los que mantienen enfermo el conjunto de órganos (leyes, costumbres, partidos, etc.) que conforman nuestra institución social. Es en ese cuerpo social donde nuestros líderes políticos pasan de la frustración carcelaria o de la sospecha criminal a la pasión intensa que derivan por ser dueños de partidos políticos. Donde un día son, alternativamente, los soberbios caudillos y el siguiente día los humildes siervos del dictador al que se obligan como marionetas de falsificada oposición. Donde en un instante son presumidos reyes y en otro se sienten individuos sumergidos en sus inferioridades.

Hoy, lamentablemente vemos como los dueños del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) y el Partido Liberal Independiente (PLI) tocan ese fondo de sentimientos inferiores y se acusan mutuamente y de manera pública de sus ilícitos servicios como auxiliares del dictador Daniel Ortega. Aquí queda poco espacio para dudar la veracidad de ambas acusaciones.

Estos son los individuos que han hecho perder la voz al pueblo de Nicaragua. Es por ellos, en gran parte, que los votos no cuentan. A ellos se debe que el pueblo esté dividido. Ellos son responsables por la devaluación del concepto de liderazgo nacional. Es por culpa de ellos que nos encontramos sometidos a esta cultura política y subyugados bajo la bota de una tiranía. Ellos están a punto de sacrificar la paz por soberbia y egoísmo.

Al seguir la trayectoria del comandante Daniel Ortega, el doctor Arnoldo Alemán y el licenciado Eduardo Montealegre, tres líderes cuyo tiempo ya ha pasado pero que contra la voluntad popular se aferran a sus dominios políticos, encontramos que nuestra cultura humana y la manera en que nos adaptamos, en función a nuestras relaciones sociales, nos han dejado estancado en los aspectos fundamentales de educación y organización sociopolítica.

Como nicaragüenses debemos combatir decididamente los atrasos evolutivos del sistema y su arraigo a la vanidad, compadrazgo, caudillismo y deshonor.



*  Por Max Lacayo Lacayo, Nicaragüense: economista, escritor, poeta y crítico literario. Egresado de University of New Orleans.

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