No es demagogia sino pura realidad y hay comida para todos en el mundo - TicoVisión
Escrito en 02/03/15 a 03:58:07 GMT-06:00 Por Administrador
Angel Frias Coca
En otros tiempos cuando se quería desprestigiar el mensaje de alguien, se decía que era demagógico. Pura palabrerías para apelar a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas. Pero ya me contaran ustedes...

No es demagogia sino pura realidad y hay comida para todos en el mundo - TicoVisión


2 de marzo de 2015 | TicoVisión | Redacción: TicoVisión | Ctegoría: Sociales | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento




No es demagogia sino pura realidad y
¡hay comida para todos en el mundo!



Por Ángel Frías Coca
Escritor y Analista

En otros tiempos cuando se quería desprestigiar el mensaje de alguien, se decía que era demagógico. Pura palabrerías para apelar a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas. Pero ya me contaran ustedes si se podría tachar de demagogo o populista a alguien que lo único que transfiere en su entrevista es la realidad cotidiana, la desesperanza y los deseos de una madre que como dice Martin Caparros en una entrevista realizada hace muchos años en Niger.

La entrevista en si ya es demoledora, cuenta como estaba sentado sobre un tapiz a la puerta de una choza y en medio del sudor del mediodía conversaba con Aisha, una mujer entrada en los treinta que durante toda su vida había comido —cuando tenía— una bola de harina de mijo. Al cabo de un par de horas, el escritor —blanco, calvo, con bigote de manubrio— le dijo: “Si pudieras pedirle a un mago cualquier cosa, ¿qué le pedirías?” La mujer lo pensó bastante y al fin respondió: “Una vaca que me dé mucha leche. Si vendo un poco de leche puedo comprar las cosas para hacer buñuelos y venderlos en el mercado y con eso más o menos me las arreglaría”. Sorprendido, Caparrós replicó: “Pero lo que te digo es que el mago te puede dar cualquier cosa, lo que le pidas”. Entonces ella soltó: “dos vacas. Con dos nunca más voy a tener hambre”. Así que, después de oír eso en medio de aquella tierra seca, este periodista viajero se propuso abordar el problema del hambre en distintos espacios y desde diferentes puntos de vista. Una vaca. Dos vacas. “Era tan poco, pensé primero. Y era tanto”, Texto copiado... -Victor Nuñez Jaime, Madrid 27 Ago 2014 El Pais,  En sus páginas de Cultura-.

En el libro de 600 páginas sostiene que “todo el mal reside en la forma de distribución”, ya que en el mundo hay comida para todos, pero que por desgracia, existen quienes se quedan con una cantidad mayor a la que le correspondería y al resto, es a las que les sobra el capitalismo.

Lo escrito en el libro no es demagogia, es pura realidad, es un intento de entender la desigualdad sabiendo y conociendo gracias a sus viajes que, el origen del hambre es la desigualdad. Y como la forma más brutal, más violenta e intolerable de la desigualdad es el mismo hambre.

Todos leemos a diario como el hambre se reduce en América latina, incluso se llega a afirmar que es el continente donde más se redujo, como también se lee lo de la crisis en España y ahí es donde surgen los malintencionados, los que tachan de demagogos a los que como Martin Caparros estudian y dan datos sobre el hambre en el mundo indicando que los malqueridos son otros y que las noticias sobre ello son exageradas.

Si tomaremos como ejemplo a Argentina, un país de unos 40 millones de seres y que produce alimentos para más de 300 millones, llegaríamos a la conclusión de que esa desigualdad de que tanto se habla seria la causante del hambre y tendríamos que catalogarlo como violencia extrema, participando en esa violencia muchas de las ONG, de las que la inmensa mayoría de las veces se convierten en simples instrumentos de los países ricos para generar una dependencia a los países pobres, o incluso yendo más allá, personajes de renombre internacional como por ejemplo la madre Teresa, que a pesar de tener grandes cantidades de dinero jamás hizo una clínica, ni abrió ninguna casa de acogida, sosteniendo que para los desfavorecidos lo más hermoso era ver a los pobres aceptar su suerte.

En cuanto a los lectores de su libro, el autor les lanzaba una advertencia: Si usted se toma el trabajo de leer este libro, si usted se entusiasma y lo lee en ocho horas, en ese lapso habrán muerto de hambre unas ocho mil personas. Y si usted no se toma ese trabajo, esas personas habrían muerto igual, pero usted tendrá la suerte de no haberse enterado.

Frecuentemente mediante el uso de la retórica y la propaganda nos enseñan lo que para ellos está bien y nos ocultan la realidad, y ahora que esa realidad gracias a los medios modernos de comunicación, se descubre que es cuando a los que osan publicarlos se les suele tachar de "populistas", suplantado a "Demagogos" palabras usadas para apelar a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas.

Pero ya me dirán Vds., que si de lo que acusan los clásicos a los nuevos, es de apelar a las esperanzas y los deseos del pueblo, que es lo que hacen respecto de ese pueblo, cuando los miedos, los prejuicios y las emociones son el centro de la descalificación (en este caso contra Podemos, -Venezuela y el papel higiénico, la supuesta estabilidad social; y, de nuevo, la confianza).

Un día, en un pueblo de Níger, Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) estaba sentado sobre un tapiz de mimbre frente, frente a la puerta de una choza. En medio del sudor del mediodía conversaba con Aisha, una mujer entrada en los treinta que durante toda su vida había comido —cuando tenía— una bola de harina de mijo. Al cabo de un par de horas, el escritor —blanco, calvo, con bigote de manubrio— le dijo: “Si pudieras pedirle a un mago cualquier cosa, ¿qué le pedirías?” La mujer lo pensó bastante y al fin respondió: “Una vaca que me dé mucha leche. Si vendo un poco de leche puedo comprar las cosas para hacer buñuelos y venderlos en el mercado y con eso más o menos me las arreglaría”.

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