De Barberos y Barberías - TicoVisión
Escrito en 11/12/10 a 09:16:47 GMT-06:00 Por Administrador
Julian Frech Ayub
De Barberos y Barberías




11 de Diciembre de 2010
TicoVisión
Costa Rica




De Barberos y Barberías
Por Julián Frech Ayub


La política, los políticos y las relaciones internacionales me tienen saturado hasta los poros. Por eso hoy, decidí emular la honorable existencia de los “Barberos y Barberías” que, han ido desapareciendo con el famoso progreso, o las nuevas modas y costumbres que caen dentro de lo que se llama “estilo” y quienes la ejercen “estilistas”, y cuyos salones generalmente están comprendidos por cubículos que lo aislan a uno de los demás, llevándonos paso a paso al individualismo solitario.


¡Oh Dios!, como extraño aquellas viejas barberías y a mis amigos, los amigos de todo el mundo, los Barberos. Barberos que llegaron a inspirar a Gioachino Antonio Rossini y su destacada obra “El Barbero de Sevilla” (Il barbiere di Siviglia), una de las mejores óperas Buffas de la historia, y en la que, “el barbero” (de nombre Fígaro), desempeña un gran papel social como todo buen barbero. Una ópera que une dos países, Italia y España al solo mencionar su nombre. Hasta el magno escritor don Miguel de Cervantes Saavedra, recuerda a los barberos con la Bacía que utiliza como Yelmo (sombrero o casco) de armadura, el famoso personaje “Don Quijote”.



Los barberos siempre nos reflejaron el concepto de “unidad”, pues en una barbería, llegábamos a encontrar hasta 5 o más barberos conformando un sistema de sociedad muy particular, ya que cada barbero aportaba un porcentaje por corte de pelo, corte de barba,  bigote, masaje etc., a un fondo común utilizado para pagar la renta, luz, agua y mantenimiento del local.


Las barberías, eran verdaderos centros sociales, y el barbero fungía empíricamente como un excelente “relacionista público”. Ellos se conocían la vida y milagros de cada ciudadano. A la barbería se llegaba a pasar un momento de relajamiento, de contadera de chistes y de chismes; se llegaba a un encuentro de amigos, o a la antesala de creación de nuevos amigos.


El barbero aprendía la profesión de un pariente, o de un amigo. No necesitaban de una escuela o universidad de barbería, para dejarle a uno un magnífico corte de pelo, una perfilada y alineamiento de barba perfectos, así como tampoco necesitaban de una escuela que no fuera la vida misma, para mantener aquella educación, conocimiento temático, amplio vocabulario y la experticia en relaciones públicas, misma que ejercían a la perfección.

Los Barberos eran lo que hoy llamamos “personas fuera de serie”, personas muy especiales que nos alegraban la vida, que nos hacían sentir importantes, verdaderos artistas de la transformación que nos recibían a brazos abiertos y nos despedían con una sonrisa y sobre todo, excelentemente presentables.







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