El inconsistente lenguaje inclusivo - Laura Casasa - TicoVisión
Escrito en 27/03/11 a 10:18:22 GMT-06:00 Por Administrador
Literatura e Idioma
El inconsistente lenguaje inclusivo - Laura Casasa
TicoVisión

La reivindicación de los derechos de la mujer es una lucha fundamental que no pretendo cuestionar. Es preciso que esta lucha se dé en todos los campos y siga generando cambios en las estructuras sociales. Sin embargo, en este artículo, quisiera plantear algunas reflexiones sobre este uso, desde la perspectiva lingüística.


27 de Marzo de 2011
TicoVisión
Por  Laura Casasa
Redacción
Costa Rica



El inconsistente lenguaje inclusivo - Laura Casasa


La licenciada Larissa Arroyo, en su artículo “El uso del lenguaje inclusivo: el reflejo de una sociedad respetuosa” (La Nación, 26 de marzo de 2011), plantea, desde una perspectiva legal, argumentos a favor del uso del lenguaje inclusivo, es decir, aquel que pretende hacer referencia a hombres y a mujeres en las construcciones lingüísticas en las que antes figuraba un plural que, según algunos grupos, es masculino, exclusivo y discriminante.

La reivindicación de los derechos de la mujer es una lucha fundamental que no pretendo cuestionar. Es preciso que esta lucha se dé en todos los campos y siga generando cambios en las estructuras sociales. Sin embargo, en este artículo, quisiera plantear algunas reflexiones sobre este uso, desde la perspectiva lingüística.

1. Se conoce como política lingüística cualquier lineamiento que una entidad (un país, un ministerio, una asociación) dicta en relación con el funcionamiento de una lengua en una comunidad. Por su naturaleza directiva, no todas las políticas lingüísticas logran adaptarse a las estructuras de la lengua y, por lo tanto, no todas son exitosas. El lenguaje inclusivo promovido en Costa Rica surge en un momento específico, según una visión que pretendía obtener algunos beneficios políticos y, probablemente, las simpatías de algunos grupos. Con el tiempo, creo que esto se ha conseguido.

2. El uso de estas estructuras es inconsistente. Si realizamos una búsqueda sencilla en Google, escribiendo “los y las” y restrigiendo los resultados solo a Costa Rica, nos encontraremos con varios escenarios. El primero es el de la combinación de “los y las” con palabras de género común (habitantes, docentes, adolescentes, porristas, compas, guardaparques, estudiantes, participantes, jóvenes, diputadas, dirigentes). En estos casos no existe mayor problema pues las palabras se refieren indistintamente a hombres y mujeres. Sin embargo también aparecen estructuras como “los y las pobladoras” o “los y las maestras”. ¿En estos casos no deberían aparecer, si se pretende ser inclusivo, las palabras que tienen género masculino y, por lo tanto, decir “los y las pobladoras y pobladores” o “los y las maestros y maestras”?

3. Si se toma un texto como el siguiente (que aparece como uno de los resultados de mi búsqueda): “los y las agentes de seguridad y vigilancia son servidores administrativos puros del Ministerio de Educación Pública, regidos por el Estatuto de…”, lo correcto, para ser inclusivo, sería escribir: “los y las agentes de seguridad y vigilancia son servidores y servidoras administrativos y administrativas puros y puras del Ministerio de Educación Pública, regidos y regidas por el Estatuto de…”. Eso sería lo correcto. Sin embargo, parece que ningún texto escrito por los grupos reivindicadores logra esta sistematicidad.

4. Cuando he debido revisar algún documento no he encontrado, en casi ninguno de los casos, un mantenimiento sistemático y efectivo de esta duplicación de términos para referirse al hombre y la mujer. En el mejor de los casos, el lenguaje inclusivo se dedica a duplicar el artículo definido “los”.  Recuerdo uno, en particular, que decía: “los y las maestros y maestras, los y las contadores y contadoras, los y las doctores y doctoras y las secretarias”. Menuda reivindicación de género en este caso.

5. Creo que existe el pensamiento erróneo de que en nuestro idioma la partícula –a (morfema, como se le llama técnicamente) corresponde a lo femenino, mientras que el morfema –o indica masculino. Sin embargo, si observamos la lengua, pronto podríamos refutar esta idea. Por ejemplo, el morfema –o con valor femenino aparece en palabras como mano y el morfema –a puede referirse al género masculino, como se muestra en una palabra como poeta. Como hemos visto antes, en el proceso de formación de palabras plurales en español no es privativo el uso del morfema –o, sino que existen diversos morfemas que engloban los sexos masculino y femenino. Existe un artículo muy completo de análisis de la lingüista Annette Calvo, que esclarece muy bien cuáles son los morfemas de género que utiliza nuestro idioma. El artículo se titula “La formación del género en español” y puede ofrecer insumos importantes para tener una visión completa de este asunto.

6. Existen términos colectivos de género femenino cuyo contenido semántico se refiere tanto a hombres como a mujeres. “Gente”, “persona” o “humanidad” se refieren tanto a hombres como a mujeres. Si siguiéramos la lógica de la exclusión, podríamos pensar que el lenguaje español es feminista, en tanto privilegia lo femenino en estas palabras que son de uso tan cotidiano y tan extenso.

6. El género gramatical y el sexo biológico no son correspondientes. No debería pensarse que el uso del morfema –o para el plural está privilegiando una visión masculinizada de las cosas.

Tomando en cuenta todas estas ideas, observo que la defensa a ultranza de un lenguaje aparentemente inclusivo responde más a un discurso político que a una aplicación coherente en nuestra lengua. Considero que la incorporación de términos de sema colectivo pueden resolver en parte este dilema pero que, fundamentalmente, la lucha por la igualdad y la dignidad de las mujeres no se está logrando en el manejo de giros lingüísticos impuestos que se abandonan al primer cruce de esquina.




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