OIT-Desigualdad social, y comentario de ANEP - TicoVisión
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OIT-Desigualdad social, y comentario de ANEP - TicoVisión


14 de Junio de 2011 | TicoVisión | Redacción - | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento



OIT-Desigualdad social, y comentario de ANEP



Nuestro comentario de hoy
Por Albino Vargas Barrantes
Secretario General de la ANEP


Con todo respeto, le exhortamos a leer el artículo adjunto, titulado “Crecimiento con justicia social: la clave para una nueva era”, escrito por el actual Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el señor Juan Somavía. Este artículo lo publica hoy, martes 14 de junio de 2011, el diario La Nación (¡!).


Albino Vargas Barrantes.- Secretario General de la ANEP
Si lo leemos con detenimiento podemos puntualizar, desde nuestra perspectiva (que no es la única, por supuesto), varios aspectos:

Primero: Es notable que la propia OIT, a través de su más elevada autoridad, nos refuerce acerca del fracaso total de las políticas neoliberales inspiradas en el denominado Consenso de Washington (privatización, reversión de derechos laborales, ajustes fiscales extremistas, por ejemplo).

Segundo: Se reconoce en el artículo que el mundo ha llegado a niveles intolerables de desigualdad y se utiliza el concepto de “devastación social”. El capitalismo neoliberal extremista y fundamentalista, de signo financiero, depredador del ambiente e insaciable concentrador de la riqueza, está amenazando con la extinción misma a la propia especie humana.

Tercero: Desde nuestra visión, la OIT nos da la razón dado que, de manera reiterada, en el caso costarricense, venimos sosteniendo que el crecimiento de la desigualdad es el problema número uno que tenemos como sociedad, habida cuenta de que la actual hegemonía política dominante en el país, el poder real, sigue, de manera ortodoxa, los principios del ya fracasado “Consenso de Washington.

Cuarto: ANEP ha mostrado una gran visión desde hace tiempo formulando, por sí misma y/o en alianza con otros actores sociales y productivos, propuestas para un modelo alternativo de desarrollo a lo que hoy denuncia el Director General de la OIT. Los planteamientos de la “Tercera República”, la propuesta “CRISOL” y las “Diez medidas para enfrentar la crisis económica con inclusión social y productiva”, muestran a las claras que nos hemos adelantado al análisis que hoy, con gran “pompa”, formula la propia OIT.

Quinto: El desafío plenamente vigente sigue siendo la articulación intersectorial, la sumatoria de las voluntades por la transformación social en un único esfuerzo mancomunado, la más grande unidad en la diversidad, a fin de que aportemos, con humildad, a la construcción de la nueva hegemonía que ocupamos para desplazar del control político a la hoy dominante en el país. Hablamos de poner en el poder a la hegemonía de la inclusión social, la de la justicia social plena, la de los Derechos Humanos aplicados, real e integralmente; en fin, como la denominan los brasileños: la hegemonía del Derecho a la Felicidad.

Servidor atento,


Albino Vargas Barrantes
Secretario General ANEP


Crecimiento con justicia social: la clave para una nueva era


La economía mundial no debe estar dirigida por intereses financieros y una cultura de bonos

Juan Somavia 10:29 a.m. 13/06/2011

En el mundo hay más de 200 millones de desempleados. Entre ellos, 80 millones son jóvenes que buscan su primer trabajo. Ambas cifras se ubican en máximos históricos, pero son solo la punta del iceberg. Hay 1.500 millones de trabajadores vulnerables, alrededor de la mitad de la fuerza laboral mundial, mientras 1.200 millones de personas trabajan, pero sobreviven con menos de 2 dólares diarios.

El descontento alcanza niveles peligrosos. En tres cuartos de 82 países con datos, la mayoría de las personas se sienten más pesimistas sobre su calidad y nivel de vida en el futuro. Estamos frente a una creciente frustración ante la falta de empleos y trabajo decente.

Modelo insostenible. El modelo de crecimiento se ha vuelto económicamente ineficiente, socialmente inestable, políticamente insostenible y nocivo en términos medioambientales. Ha perdido legitimidad. La gente exige, y con razón, mayor justicia en todos los aspectos de su vida. Esto sin duda es una causa de las revueltas populares en el mundo árabe y de las protestas en varios países industrializados y otras regiones.

Sin embargo, a medida que la recuperación económica avanza, en muchos lados es como si la crisis jamás hubiese existido. Al aplicar las mismas políticas de antes, se ignora un hecho fundamental: fueron precisamente este tipo de políticas las que por poco funden la economía mundial.

La inversión productiva mundial como porcentaje del PIB –la fuente de generación de empleo– se ha estancado. En cambio, la proporción de ganancias provenientes de operaciones financieras, cuya capacidad de creación de empleo es casi nula, aumenta.

El crecimiento mundial de salarios se ha reducido a la mitad. La brecha de ingresos entre los más ricos y los más pobres se agranda. En medio de ambos se encuentra la clase media, estrujada.

El nivel de desigualdad que una sociedad es capaz de soportar tiene un límite. Personalmente, y habiendo sido testigo de la devastación social creada por las medidas impuestas por el FMI durante las crisis de los 80 y 90 en América Latina y Asia, me preocupa ver que Europa –cuna de la cohesión social– aplica esas mismas políticas, con negativas consecuencias sociales y económicas.

Crecimiento responsable. ¿Cómo sería un modelo de crecimiento eficiente y socialmente responsable? Para empezar, la economía mundial no debe estar dirigida por intereses financieros y una cultura de bonos, sino por las necesidades productivas de la economía real.

Es urgente mejorar el tipo de resultados y ganancias provenientes del comercio y la inversión.

Esto puede alcanzarse a través de una mejor integración entre políticas macroeconómicas y políticas sociales y laborales. Por ejemplo, haciendo de la creación de empleo un objetivo macroeconómico.

Ello significaría aumentar la inversión productiva generadora de empleo; expandir la economía real y limitar las operaciones financieras improductivas; facilitar la contratación, especialmente en pequeñas empresas; proveer de un piso de protección social para el 80% de la población mundial que no tiene seguridad social; y facilitar la aplicación de derechos fundamentales en el trabajo.

Existen pruebas de que este enfoque funciona. Los países que han implementado una combinación de estas medidas salen de la crisis más rápido que aquellos que apostaron por viejas recetas. Los líderes del G20 quieren, con razón, promover un crecimiento fuerte, sostenible y equilibrado. Yo agregaría “igualitario” a esta fórmula.

La próxima Cumbre del G20 bajo la presidencia francesa, es una oportunidad para avanzar.

Precisamos una nueva era de justicia social.

La justicia social es un concepto que tiene su historia y sus logros, pero en las últimas décadas se nos quedó atrás. Llegó la hora de rescatarlo. En la 100.ª Conferencia Internacional del Trabajo que comienza esta semana en Ginebra, los delegados de Gobiernos, trabajadores y empleadores de más de 180 países discutirán sobre la mejor vía para llegar a esta meta.

Juan Somavia Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)




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