En estos días de diciembre todos de una forma u otra preparamos el camino del Señor en la vida familiar, en el compartir con los necesitados y en la alegría de la vida y de la fe...
 
Todo necesita preparación y de alguien que lo prepare...  estuve hoy en una casa, y  estaban alistando una fiesta con los más pobres del pueblo, primero el jefe engordó todo el año el chanchito, luego la doña preparó las especies y todo lo necesario para los nacatamales, otro se hizo cargo de la chicha, los gofios, los dulces, otro del altar, otro preparó el Celebración de la Palabra... cada uno estaba en movimiento y en acción y es que todos los caminos de Dios necesitan de precursores, de personas que preparen el camino.
 
Cada uno de ellos tenía la disposición, y había asumido como propia esta misión y tenía conciencia y ánimo para cooperar, y así lograr que en Cristo y por Cristo, se llegue a otros corazones y se comparta la ayuda al pobre, al niño, al adulto mayor.
 
Por otra parte, cada una de esas personas ponían todos los medios necesarios para que esta misión se realizara, porque de nada sirven las palabras o las intenciones si no los hacemos vida, si no los bajamos a la práctica, si no los ponemos en movimiento. De poco sirven las palabras si no las bajamos a los hechos.
 
Pues, cuánta gente hay en el mundo que viven nada más de palabras; viven hablando de la importancia que tiene el hacer cosas, sin atreverse a realizarlas. Cuántas veces, es a cada uno de nosotros, a los que se nos olvida que más que decir, nos toca hacer, que nos toca preparar el camino.