Tribunal Supremo de Elecciones y lograr así su tan controversial reelección.

Hoy, el grado de corrupción de la mayoría de las autoridades gubernamentales, hasta culminar en defraudación fiscal, paralelamente a un proyecto de “Reforma Tributaria” (Plan Fiscal), como elemento emergente y disociador del Gobierno de la República, ante unas arcas vacías producto de desacertadas actuaciones y/o decisiones, nos llevan a una polarización que puede conducirnos a una confrontación desesperada, no planeada adecuadamente, caótica y de graves e impredecibles consecuencias, que puede llegar a destruir la DEMOCRACIA SUIGENERIS que hemos disfrutado desde la “Revolución de 1948”.

La originalidad de Costa Rica se basó siempre en la conjugación de las reformas sociales; “la justicia social” caminando de la mano con la “libertad empresarial” que equilibraban las diferencias entre ricos y pobres con una “clase media” ¡fuerte y justa!, pero que hoy en el ocaso producto de un “estatismo capitalista insensible”, o como lo calificara el Papa Juan Pablo Segundo en su oportunidad “Capitalismo Salvaje”.

Señora Presidente de esta “Sabia República”, conocemos su trayectoria; otrora identificada con los grupos revolucionarios contrarios a las dictaduras reinantes en América Latina en la década de los setentas. Trayectoria que dista terriblemente de su “imperial” discurso a la Nación del día de ayer, que nos dejó “atónitos”, “criogenizados” en el tiempo, “encapsulados en una transparente celda” que no dejó espacios para el diálogo acostumbrado en “Nuestra Democracia”.

Señora Presidente de este “Sabio Pueblo”; en su discurso de ayer cerró las puertas a una “Nación Heroica”  que clama sin ser escuchada por una “justa solución” a los problemas nacionales. Más bien, tuvimos la impresión de estar escuchando un discurso digno de un “régimen totalitario”, de una de aquellas “dictaduras” que usted repelía, cuando escuchamos defender y justificar lo indefendible cuando dijo “…En el caso del Ministro de Hacienda y del Director General de Tributación Directa, decidí aceptarles su renuncia. Pese a los valiosos servicios prestados al país…”. Y más grave aún, cuando adujo “…Los eventos de los últimos días no me detendrán en el impulso de todos estos esfuerzos…” (Esfuerzos por llevar a cabo un Plan Fiscal que maltrata a los débiles y refuerza las arcas de los fuertes y ricos). “Los eventos de los últimos días”, Señora, no son otra cosa que el clamor popular por la justicia, esa justicia de la cual usted siempre se abanderaba, y que hoy más bien nos parece haber escuchado las palabras nefastas de un “Augusto Pinochet” (dictador chileno),  de un "Stroessner" en Paraguay, de Anastasio Somoza en Nicaragua y de otros tantos dictadores de esa triste década.

Creemos señora Presidente, que sus palabras no salieron de su intelecto, mucho menos de su “consciencia” que siempre conocimos como JUSTA. Creemos Señora, que los “hilos” que impidieron gobernar a Don Abel Pacheco, con la diferencia de que Don Abel dejó las arcas llenas.  Así mismo se encuentran detrás de su gobierno impidiéndole ser la “Laura” que hemos conocido y que llevamos a la “Presidencia de esta Gran Nación”.

No sabemos qué “artimañas o amenazas” se han cernido tanto sobre don Abel Pacheco, como en Usted. Pero sí estamos completamente seguros que ambos olvidaron que podían acudir a un poder más fuerte e invencible que cualquier poder económico o mafioso, ¡el poder de los ciudadanos!, decididos a defender, a proteger con su sangre, a QUIEN SE CONVIERTA EN PALADÍN DE LA RECUPERACIÓN DE LA NACIÓN.

Lic. Julian Frech Ayub
Director y Redactor, TicoVisión