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Ecología y Globalización: Un panorama mundial desolador a inicios del tercer milenio - TicoVisión |
Publicado en 26/08/13 a 23:05:05 GMT-06:00 Por Administrador |
Un panorama mundial desolador a inicios del tercer milenio TicoVisión Ecología y Globalización: Un panorama mundial desolador a inicios del tercer milenio Por el Dr. Guillermo Carvajal Alvarado * Catedrático Universidad Costa Rica. Especial para Ticovisión San José, 26 de agosto de 2013.- El sistema capitalista global funciona sobre la explotación de los recursos naturales y la mano de obra de los países "pobres". Los países periféricos juegan el papel de ser fuentes de materias primas y fuerza laboral para producción barata y las compañías transnacionales se adueñan de la tierra y sus recursos naturales. Los gobiernos del sur venden sus materias primas, sus recursos y sus tierras a precios de saldo y la riqueza de los países periféricos pasa a manos de compañías extranjeras que no miran por los intereses de las poblaciones. Estos desastres no son fruto de la mala suerte, ni de fenómenos climatológicos como El Niño, sino que tienen su origen en las deforestaciones masivas que se vienen produciendo en estos países, como en tantos otros, tal como exige un modelo basado únicamente en el beneficio económico. Hay causas directas que contribuyen a la degradación de los ecosistemas: la promoción del comercio internacional y la liberalización económica cuyas reglas de funcionamiento se basan exclusivamente en la ampliación de los mercados, sin tomar en consideración sus funestas consecuencias ambientales y sociales. Para la "lógica" actual, el uso sustentable de los ecosistemas, la utilización colectiva de la biodiversidad, la protección del conocimiento, la preservación de la seguridad alimentaria y la existencia de sistemas justos y equitativos de distribución de la riqueza y los recursos son considerados como limitaciones al comercio, no importa que esta concepción nos conduzca a la autodestrucción. Los países pobres con sus nulas o bajas normativas ambientales y fiscales se convierten en paraísos para las transnacionales. Los intereses de las compañías mineras, petrolíferas, de los terratenientes del lugar y de los políticos corruptos de turno, no dudan en asesinar a indígenas y campesinos con el fin de obtener beneficios. Pero la nueva colonización y conquista de los países "pobres" no se consigue sólo a través de las balas, a veces sus métodos son más refinados, aunque igualmente criminales. En Latinoamérica, los ejércitos reclutan mano de obra para los cultivos destinados a la exportación, mientras la población nativa pasa hambre o padece enfermedades por las malas condiciones de vida y de trabajo, la contaminación sin control, el vertido indiscriminado de residuos tóxicos o el empleo de pesticidas. Todas estas prácticas, prohibidas en los países "desarrollados", están a la orden del día en los países de la periferia. En Guatemala, según ha denunciado Rigoberta Menchú, las mujeres tienen la leche contaminada a causa de los pesticidas empleados en las plantaciones. El Banco Mundial que sistemáticamente había considerado a las mujeres como sujetos "pasivos" a la hora de aplicar sus políticas, puesto que las otorgaba únicamente un papel reproductivo, les confiere ahora un papel destacado y considera que la contribución económica femenina es fundamental para el desarrollo. Ello se debe a que a partir de las crisis de los 80, se comienza a tener en cuenta su utilización como mano de obra barata, lo que produce mayores beneficios al capital. Los países del llamado “Sur” no sólo esquilman sus bosques con el fin de usar la leña como combustible, sino que sobreexplotan sus recursos forestales y naturales para destinarlos a la exportación hacia los países ricos como pago por los intereses de la deuda externa. La mayor parte del patrimonio natural del planeta se encuentra en los bosques tropicales del sur, hoy sometidos a una grave degradación por los intereses económicos y comerciales del Norte. Los países asiáticos no sólo han sido afectados por la crisis bursátil, sino que recientemente también han sufrido desastres ecológicos de dimensiones incalculables. Indonesia y Malasia a finales de 1997 se han visto azotadas por miles de incendios sin control que han devastado las selvas de Sumatra, Borneo y Java. El humo cubrió de cenizas y nubes tóxicas las principales ciudades y fueron las causantes de una serie de trágicos accidentes que segaron varias vidas humanas. Indonesia ya había visto reducida su selva húmeda en un 80 % desde los años 70. En los últimos 50 años se han perdido un tercio de los bosques. Desde los años 50 la utilización de madera se ha triplicado y la del papel se ha quintuplicado. Entre 10 y 17 millones de hectáreas de bosques son esquilmadas cada año. Millones de hectáreas de tierras cultivables también desaparecen cada año debido a la erosión y la sobreexplotación. Se calcula que hacia el año 2010, la cubierta vegetal del planeta habrá disminuido en más de un 40% respecto a la que existía en 1990 y que dentro de diez años habrán desaparecido entre un 15 y un 20% de todas las especies animales y vegetales existentes. El sudeste asiático era, hasta ahora, la principal fuente de maderas tropicales, pero el progresivo agotamiento de sus bosques y selvas ha hecho que se comiencen a explotar a destajo las selvas tropicales de América Latina donde día a día se construyen nuevas vías de acceso y nuevos asentamientos mineros, industriales y urbanos. Según el Informe Anual del Instituto World Watch de Washington, las empresas extranjeras detentan los derechos de explotación maderera de 12 millones de hectáreas de la Amazonía. No hay que olvidar que los bosques son también el hogar de muchos pueblos, pero los gobiernos y las multinacionales no respetan los derechos territoriales, sociales y culturales de los pueblos indígenas, ni las formas de vida de las comunidades locales tradicionales. Los problemas ecológicos y ambientales son indisociables de los problemas del desarrollo de los pueblos y de las personas, un desarrollo desigual para las sociedades y los seres humanos y dañino para la naturaleza. La cuestión ambiental no puede ser vista como un obstáculo al desarrollo de un país, sino como una condición indispensable para ese desarrollo, claro que habría que cambiar radicalmente el ya tan manido, confuso y vapuleado concepto de desarrollo. Las reglas del comercio internacional se deben subordinar al respeto de los ecosistemas, a la calidad ambiental y al sustento y consideración de los modos de vida de las sociedades afectadas. La racionalidad del mercado es una falacia, la racionalidad se define de acuerdo a unos objetivos y unos fines y estos no pueden basarse en el crecimiento económico per se, sino en la satisfacción de las verdaderas necesidades humanas con criterios de equidad y justicia y de respeto a la naturaleza. * Dr. Guillermo Carvajal Alvarado: Catedrático en la Universidad de Costa Rica. Estudió Géographie et amémagement du territoire en University of Toulouse II – Le Mirail. Profesor en la Universidad de Costa Rica, en el Truman Institut Israel y en Utah State University. Alcanzó el rango de Catedrático Universitario. Ha publicado numerosos articulos y libros sobre temas sociales de América Central. Vive en San José, Costa Rica y es Gerente Propietario de Editorial y Librería Alma Mater. |
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