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La necesidad de una reforma educativa: Costa Rica - TicoVisión |
Publicado en 30/08/13 a 06:09:02 GMT-06:00 Por Administrador |
Es muy distinto vivir humildemente que vivir en pobreza. Humildemente se vive sin lujos pero con todo aquello necesario para vivir dignamente Por Jonny Schmidt C. San José, 30 de agosto de 2013.- Es muy distinto vivir humildemente que vivir en pobreza. Humildemente se vive sin lujos pero con todo aquello necesario para vivir dignamente, alimentación, techo, estudio, salud, servicios básicos, transporte etc., y en pobreza cuando no se puede cubrir el costo de uno o varios de los factores mencionados. Es incierto y falaz decir que con mucho trabajando se sale de la pobreza, porque hay niveles de trabajo donde la remuneración es muy baja, otras donde las personas hacen una inversión esperando que los réditos de su inversión se conviertan en un ingreso lo suficientemente bueno como para poder vivir con dignidad aunque sea en forma humilde y que muchas veces y por factores fuera de su control no se logra el objetivo y en vez de ganar, pierden mes a mes. Y por otro lado también están muchos que no consiguen un trabajo por distintas razones, como preparación, zona geográfica o edad y que se las medio agencian todos los días para llevarse un bocado a sus bocas. La pobreza como problema social es algo que debería ser atacado por los gobiernos desde todas las aristas posibles, por dos razones fundamentalmente. La primera es por humanidad, por solidaridad con aquellos que no logran vivir dignamente y con los cuales no podemos ni debiéramos ser indiferentes, y la segunda es porque la mejor inversión que cualquier nación o gobierno puede hacer es en erradicar la pobreza o al menos disminuirla sustancialmente. El pobre recurre a las ayudas estatales (IMAS), pide becas de estudio, el único servicio de salud al que puede acceder es al que brinda el Estado (CCSS) aún con todas sus deficiencias, y en muchos casos la difícil situación económica lleva a los individuos a involucrarse en delitos como el robo, la venta de estupefacientes y otros que llevan generalmente a que esas personas terminen en la cárcel o heridos de gravedad en pleitos y riñas propias del ambiente en que se desenvuelven. Finalmente, la salud, los privados de libertad, las becas de estudio o las ayudas de asistencia social representan todas juntas una gran inversión por parte del Estado, aún no siendo las mejores o las deseadas. Por lo general, esa situación es repetitiva de una generación a otra en ciertas esferas de nuestra sociedad y no hay forma de que eso cambie si no se dan las medidas correctivas por parte del Estado primero. Es decir, el pobre seguirá siendo pobre y probablemente lo serán sus hijos y sus nietos, claro está que se dan excepciones. Aquellos que cuentan con ingresos altos, por lo general no recurren al IMAS, ni a becas y seguramente tampoco a los servicios de la CCSS, contribuyen solidariamente con el pago de impuestos y no son una carga para el presupuesto nacional (a excepción de los burócratas), aunque ellos también requieren de “otros” servicios por parte del Estado como carreteras, telecomunicaciones y eficiencia en la tramitología para el normal funcionamiento de sus negocios o de las empresas para las que laboran. Hay una relación obvia que dice que a mayor pobreza mayor inversión en ese apartado y menor en infraestructura o bien al contrario, a menor pobreza menor inversión en programas sociales y posibilidad de mayor inversión en grandes obras de infraestructura. Pero la gran pregunta sería ¿cómo romper con ese círculo de pobreza, como disminuirla o erradicarla? Deben trabajarse dos programas simultáneamente, uno que es a largo plazo (de 15 a 20 años) y que consiste en que se garantice que un niño que ingresa al sistema educativo de 5 o 6 años de edad pueda continuar por los siguientes 15 años (cómo mínimo) estudiando y logre por lo menos terminar graduado con una carrera técnica. Los resultados a ésta propuesta no son palpables en el corto plazo, pero un parte de décadas adelante es probable que si se comiencen a notar cuando esos graduados aún procedentes de familias en pobreza puedan ubicarse en empleos de calidad y ayuden a todo el núcleo familiar en el proceso de abandono de su círculo de pobreza para pasar a una vida digna aunque sea humilde. El segundo programa es el día a día, donde el Estado debe crear los mecanismos apropiados para que ese niño no deba abandonar sus estudios como consecuencia de la pobreza de su núcleo familiar, brindando la asistencia necesaria a toda la familia pero especialmente a los estudiantes. Paralelo a esa asistencia, es necesaria una reforma educativa donde se implementen los nuevos métodos de enseñanza probadas en países como Finlandia, donde ha dado los mejores resultados, recurriendo a toda la tecnología disponible para lograr ese propósito. Esa reforma implica desde la preparación adecuada y necesaria de los docentes hasta una revisión exhaustiva de programas, contenidos, temas y por supuestos métodos de aplicar y desarrollar esos programas, de forma que un niño se enamore de su proceso de educación y poder estudiar se convierta en su mayor deseo. Como se puede apreciar, hablar de una reforma educativa es hablar de cambios, es hablar de programas de asistencia social, es hablar muchos factores relacionados a la educación y que a largo plazo traería grandes beneficios al país, a los ciudadanos y a un mayor bienestar para todos los que compartimos nacionalidad y nos cobijamos bajo la bandera tricolor en éste bello pero mal administrado país llamado Costa Rica. |
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