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La historia nunca absolverá a ningún genocida - TicoVisión |
Publicado en 27/07/10 a 09:31:08 GMT-06:00 Por Administrador |
27 de Julio de 2010 TicoVisión Por Roberto Escobedo Caicedo bert.caido@gmail.com Redacción.- En la noche del 8 de noviembre de 1923, Adolfo Hitler, que se había hecho fuerte con el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes o Nazi, decidió pasar a la acción en Munich y asestar un golpe de Estado, utilizando como tropa de choque a los efectivos de las Tropas de Asalto (Stürm Abteilung o SA), dirigiéndose posteriormente a Berlin, para borrar la ignominia del Tratado de Versalles, el que puso punto final a la primera guerra mundial. Este golpe de Estado fracasó y se le conoce en la historia como el Putsch de Munich. Hitler y sus más cercanos secuaces fueron detenidos y procesados ante los tribunales penales. No aceptó ningún abogado que lo defendiera, sino que asumió su propia defensa. En parte de sus intervenciones, patentó la célebre frase, La Historia me Absolverá. Fue condenado a una pena simbólica dada la magnitud de sus delitos y se le permitió pasar los pocos meses que permaneció recluido en el castillo de Landsberg. donde dictó a su fiel lugarteniente, Rudolf Hess, su célebre obra, Mein Kampf o Mi Lucha, donde expone los disparates que serían el referente ideológico del nazismo o vertiente fascista alemana. Muchos años después, el 26 de julio de 1953, un grupo de terroristas cubanos asaltaron el Cuartel Moncada, de Santiago de Cuba. Eran 135 aventureros divididos en tres columnas, las que estaban al mando de Fidel Castro, Raúl Castro y Abel Santamaría. El ataque terminó en un estrepitoso fracaso, siendo capturados por los efectivos del Ejército Constitucional de Cuba los cabecillas, a quienes perdonaron la vida y con toda clase de garantías permanecieron detenidos, para mientras se terminaban las investigaciones para el debido proceso. Una vez que comparecieron ante los tribunales correspondientes, Fidel Castro, inspirándose en Hitler, rechazó el auxilio de un abogado defensor, asumiendo su propia defensa. Poniendo de manifiesto su carencia de argumentos, repitió la frase de Hitler, La Historia Me Absolverá. Fue condenado a pocos años de prisión, con toda clase de comodidades, las que hoy niega a sus victimas en las mazmorras castristas. Mientras tanto, los empresarios cubanos, personas adineradas y los curas de sotana roja, iniciaron una campaña para que el gobierno de Batista concediera una amnistía amplia e irrestricta a todos los criminales que seguían a Castro. El gobierno de Batista capituló ante tan insidiosa campaña. Dio su conformidad a la amnistía para todos los terroristas que estaban en prisión, beneficiándolos con la gracia del perdón y el olvido de sus numerosos crímenes, sin que prometieran nada a cambio, ni siquiera reintegrarse a una sociedad fundada en los valores humanos y cristianos de la cultura occidental. Con nuevos bríos y contando con la ayuda del comunismo internacional, se entrenaron en México, desembarcaron en las costas cubanas y se internaron en la Sierra Maestra, hasta que lograron apoderarse del poder del Estado, el que tienen férreamente en su poder desde el 1 de enero de 1959. Todos los grandes genocidas de la historia, Adolfo Hitler, Heinrich Himmler, Eric Kaltenbrunner, Adolf Eichman, Lavrenti Beria, Stalin, Mao Zedong, Fidel Castro, Ernesto Guevara, Juan Almeida Bosque, Daniel Ortega Saavedra, Tomás Borge Martínez, Lenin Cerna Juárez, etc., para justificar todos sus crímenes de lesa humanidad, invocan siempre la famosa frase hitleriana, La Historia Me Absolverá, sin que nunca hayan demostrado la menor intención de arrepentirse de todas sus canalladas. Todo lo que han demostrado es una cobardía sin parangón alguno en las páginas de la historia cuando caen en las manos de las fuerzas del orden y militares de cualquier país. Ernesto Guevara, el siniestro "Ché", cuando fue capturado en Bolivia por los rangers de este país y Tomás Borge Martínez, en Nicaragua, por no citar más que dos casos, rogaban a sus captores no ajusticiarlos de inmediato, invocando la consigna de todos los cobardes que registran las páginas de la historia, no me maten, no disparen, soy más útil vivo que muerto. Pero útiles, ¿para qué? Para denunciar a sus compañeros de fechorías que se mantenían escondidos en sus casas de seguridad, esperando el momento oportuno para asestar el golpe final al gobierno que cuando caían en manos de sus efectivos militares o de policía, respetaba en todo momento sus derechos humanos y los sometía a procesos penales con todas las garantías que establecen las normas del derecho. El asalto al Cuartel Moncada, de Santiago de Cuba, por Fidel Castro y su banda de criminales, además de constituir un rotundo fracaso, representa también el oportunismo, cobardía y vocación terrorista de todos los que participan en las mascaradas que conmemoran el 26 de julio de 1953. Es una fecha abyecta, carente de todo significado político, militar y de justificación histórica para condenar a un pueblo a una sanguinaria dictadura marxista-leninista. La historia nunca absolverá a a las pandillas de genocidas que pretextando mejorar las condiciones de vida de su pueblo, no hacen más que condenarlo a un régimen de terror lindante con los castigos que aplican los demonios en el infierno a las almas de los pecadores. |
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