blar de una enmienda a los llamados artículos pétreos que prohíben la reelección y la reforma a dichos artículos constitucionales. Esa reforma, es lo que Mel Zelaya desde la presidencial buscaba con la Cuarta Urna con una clara intención de seguir en el cargo.

Los globos sondas lanzados en torno al tema de la reelección, dieron la impresión que venía, como llegaron desde el Congreso Nacional encabezado por el ahora Presidente Constitucional de Honduras, la reorganización de la Corte Suprema de Justicia, la elección del Fiscal General, la creación de la Policía Militar del Orden Público y Los Tigres.

Acciones anunciadas y ejecutadas a pesar de todo lo anticonstitucional que se dijo eran los procedimientos utilizados.

Ahora Hernández no es presidente del Poder Legislativo, es el Primer Mandatario y su poder ha crecido más allá de lo que la presidencia de los diputados le daba.

Entonces es fácil entender que los liberales doblemente apaleados en las recientes elecciones, tanto por el Partido Nacional como por Libertad y Refundación, que en su interior lleva a miles de liberales que no les gusto lo del golpe contra Mel, intente crear la sustentación legal para crear un segunda oportunidad para quienes queden en segundo lugar y los que pierdan en una elección que puede ser afianzada desde el poder mismo como ha sido costumbre de los políticos criollos.

Con la aprobación de una segunda vuelta no se garantiza ningún reforzamiento democrático sino la oportunidad de que los perdedores puedan echarle la vaca a quien gane sin una mayoría abrumadora.

Si se garantiza la posibilidad que los políticos del patio puedan hacerse del poder en beneficio de si y no del pueblo en general.
Los ciudadanos seguiremos siendo números, votos a conseguir puesto que nuestra educación política no va más allá de la militancia a la sombra de un pendón coloreado y en función de nuestros resentimientos y problemas propios.

El problema de Honduras no es ideológico sino político.

Se ha tratado de aplicar ideologías importadas porque los que se han creído líderes se les antoja que liderar es ponerse a la moda, es discursear con la semántica propia de esos movimientos que pululan por otros países pero que en nada le han permitido desarrollo a esas naciones ni mejores niveles de vida al pueblo. Y los demócratas creen que fortalecer las oligarquías, que van en detrimento de la situación socio-económica de los ciudadanos comunes, es y debe ser su papel fundamental.

Por eso creo que el problema no es de ideologías, sino de políticas. Políticos de izquierda o derecha serios, honrados, responsables y patriotas, al margen de sus ideologías pueden hacer políticas de Estado en favor del pueblo para que el desarrollo y progreso sea producto del quehacer de todos los hondureños, y eso es la política: acciones.

Elecciones internas o primarias de los partidos pagados con fondos del erario nacional, luego elecciones generales también financiadas por el estado, no son más que arcas abiertas para que los políticos quieran tener sus corrientes y sus partidos a fin de ir detrás de ese botín nacional que bien pudieran servir para financiar obras de desarrollo y beneficios sociales y ahora se pretende una nueva tajada de pastel-billete para una segunda vuelta.

La proliferación de partiditos, emotivos o políticos, no son señal de una democracia sana en este país. Son “emprendurismos” de los que se han dado cuenta que la política ha sido el negocio por antonomasia de quienes predican sacrificarse por el pueblo y lo único que hacen es salir de pobres o engrosar sus cuentas y proteger sus actividades, que en muchas ocasiones son hasta ilícitas.

Si le roban a Pedro o a Juan es una cosa que afecta a Juan y a Pedro, pero que le roben al Estado y exploten las ventajas que les da el poder que a través del voto les confiamos con nuestra representación los de abajo, es “harina de otro costal” y que ha permitido la fermentación y crecimiento de esta situación social y económica que atravesamos entre violencia, delincuencia, entre tanta sangre derramada y vidas truncadas, amén de la pobreza, hambre, enfermedad e ignorancia que crece en el seno mayoritario de la hondureñidad.

Las acciones políticas hondureñistas son las que pueden dar respuesta a esta problemática, pero si los políticos pierden o gastan sus energías en este tipo de acciones políticas de reelecciones y segundas vueltas, que no solo consume su tiempo sino que distraen la atención que deberían de enfocar en la solución de la crisis que atraviesa Honduras: en nada estamos.

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*  Carlos Jeremías Girón Rivera. Periodista. Miembro del Colegio de Periodistas de Honduras. (carlosjeremiasg@hotmail.com | www.facebook.com/carlosjeremiasgironr)